"Uno de los crímenes más despreciables del régimen": Salazar recuerda hundimiento del remolcador 13 de marzo

El 13 de julio de 1994 31 adultos y diez niños fueron masacrados por el régimen cubano, en uno de los sucesos más recordados y dolorosos de su historia.
Remolcador 13 de marzo
 

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La congresista cubanoamericana María Elvira Salazar recordó este 13 de julio el hundimiento del remolcador 13 de marzo y lo calificó como “uno de los crímenes más despreciables” del régimen cubano.

“¡Espero que la justicia de una Cuba libre juzgue a quienes provocaron la muerte de 31 adultos y 10 niños!”, declaró la representante.

La plataforma Cubadecide también recordó el hundimiento del buque y las más de 40 vidas perdidas con una ofrenda simbólica en el Malecón de La Habana, de acuerdo con una publicación en Twitter.

 

El hecho

 

Era la madrugada del 13 de julio de 1994, uno de los años más agudos de la severa crisis económica en la que se sumió Cuba tras el colapso del socialismo en la Unión Soviética y Europa del Este, eufemísticamente llamada por el extinto Fidel Castro como Período Especial en tiempos de paz.

Para quienes se aventuraron a bordo del remolcador "13 de Marzo", lo que sería de por sí una travesía riesgosa por los peligros inherentes del mar, terminó siendo una catástrofe por el actuar premeditado de hombres guiados por impulsos –u órdenes- de venganza, frustración y castigo.

El “13 de Marzo” y sus tripulantes fueron interceptados y hundidos por los remolcadores Polargo 2, Polargo 3 y Polargo 5, según aseguraron algunos de los 31 sobrevivientes.

En testimonios recogidos por Radio Televisión Martí, varios afirmaban que los tripulantes de los Polargos, enviados por el gobierno de Cuba, “fueron los causantes del hundimiento del "13 de Marzo", de la muerte por ahogamiento de decenas de civiles”, y de la negativa inicial de auxilio a los sobrevivientes que quedaron en el mar en medio de la noche y el oleaje.

“Las embestidas y los chorros de agua a presión lanzados desde los Polargo, embarcaciones de salvamento y lucha contra incendios equipadas con cañones de agua, causaron el hundimiento de la nave y la muerte de 41 personas. 

Algunos tripulantes murieron ahogados al inundarse la bodega del barco, otros fueron arrastrados por los potentes chorros o se escurrieron de los brazos de sus padres entre la negrura de la noche y el oleaje de un mar con fuerza 3, junto al  provocado por los agresores, que hacían remolinos alrededor de los restos del provocado naufragio”, relató el periodista Rolando Cartaya en un artículo para el referido medio en 2016, a 22 años del siniestro.

 

El descrédito de la versión “oficial”

 

Desde la perpetración del crimen, el régimen intentó ocultarlo y hacerlo ver como la trágica consecuencia de un enfrentamiento entre el “pueblo revolucionario” y vulgares “ladrones” que intentaban privar a un “país bloqueado” de parte de su patrimonio.

La primera información del gobierno al respecto fue una nota del Ministerio del Interior (Minint) fue publicada en el Granma al día siguiente del hundimiento. En ese ardid informativo, el oficialismo aseguraba que la embarcación había “zozobrado” con “antisociales” a bordo.

Sin embargo, ante la fortaleza de la versión dada por Radio Martí, con entrevistas y testimonios de sobrevivientes y activistas, y ante los rumores que calaban más hondo en el sentir popular que la escueta nota oficial, el Minint y Granma tuvieron que hacer un seguimiento informativo y reconocer que se habían enviado tres embarcaciones a darles alcance a quienes habían hurtado el remolcador, y que “en las maniobras ejecutadas para cumplir ese objetivo” se produjo la “lamentable colisión” que hizo naufragar al 13 de marzo.

Los nuevos matices aportados en esa segunda nota sumieron en el descrédito la versión oficial, que nada esclareció ni ha esclarecido hasta hoy sobre por qué los pasajeros de las embarcaciones Polargo, pese a contar con salvavidas y equipo de auxilio, optaron por dejar a su suerte a los sobrevivientes de un crimen que ellos mismos cometieron con el lanzamiento de chorros de agua y las colisiones provocadas.

Son muchos cabos sueltos que consagran la visión de que se trató un crimen hecho con premeditación y alevosía, muy posiblemente ordenado desde la férrea cúpula de poder en la isla, quizás con la intención de dar un escarmiento a todos aquellos que pretendían abandonar por cualquier medio un país hundiéndose.

 

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