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Los microbios unidos jamás serán vencidos

La proliferación de varias enfermedades a lo largo de la isla mantiene en jaque a los cubanos

Actualizado: Fri, 05/31/2024 - 07:59

-Necesitamos virus nuevos, virus emergentes- dijo en la asamblea el microbio encargado de la chikungunya y todos comenzaron a murmurar.

Era el congreso de bacterias que se celebraba ahora mismo en Santiago de Cuba. Habían escogido esa sede porque cumplía con todos los parámetros del desastre: desaseo e insalubridad, había hecho gigantescos esfuerzos por mantener e incrementar la mugre y la inmundicia y casi había logrado hacerlas normales gracias a la desatención del gobierno, además de que muchos vectores habían elegido vivir en la zona permanentemente y los piojos y las chinches se habían apoderado del territorio.

Desde la platea de las bacterias extranjeras invitadas se escuchó un divertido coro que cantaba: “Dengue, qué rico el dengue. Dengue, qué rico é, é, é”.

Un estafilococo dorado, que preside hoy la sesión de la mañana, llama al orden y le da la palabra al delegado del zika, y este se encamina a la tribuna, lento, como si padeciera de algún otro virus, entre vítores y aplausos. Llega, abre una carpeta y extrae un papel que sopla y se desprende un polvo casi negro, sonríe y dice: -No han podido con nosotros-.

Ese es el momento en que la asamblea en pleno se pone de pie y comienza un largo y estruendoso aplauso. Los delegados de la gastroenteritis, el grupo encargado del cólera, vanguardias nacionales de la tuberculosis y la salmonelosis, la nutrida delegación del dengue, con sus uniformes brillantes, el pelotón de la hepatitis, los del parasitismo y algunos miembros recién llegados de las nuevas versiones del coronavirus se saludan y felicitan. Por haber, hay en esta magna reunión de vectores, hasta virus informáticos que no han podido emplearse a fondo por la poca efectividad de ETECSA.

Todos saben que para la clausura están organizando una fiesta por todo lo alto, en uno de los tantos basureros de la ciudad, junto a un gran charco de aguas albañales. Allí actuarán esta misma noche mosquitos, jejenes y algunas chinches. Se estrenarán coreografías como “La danza del dengue”, “Chikungunya sí”, “Piojo por piojo y diente por diente” y “Hasta la hepatitis siempre”.

El delegado del zika, con sonrisa de lado a lado, saca de su bolsillo un paquete de paramecios y los lanza a la audiencia, que comienza a saltar hasta que el orador carraspea y saca un papel con su breve discurso. Y cuando dice: “Bien, compañeros”, microbios y bacterias presentes empiezan a reír sin freno. Han copiado el lenguaje de las autoridades del país donde viven y actúan, pero no solo por burlarse. En el fondo todos agradecen las inmundicias, que les permiten vivir, reproducirse y hacer más efectivas cada día las enfermedades que cargan.

El del zika dice a la audiencia: -Estamos en racha. Todos hablan de nosotros-, y a continuación lee del papel lo siguiente: “La información oficial recomienda a la población que, ante las elevadas temperaturas, la proximidad del verano y la ocurrencia de lluvias, factores que generan circulación de agentes patógenos que causan enfermedades, se incrementen las medidas higiénico-sanitarias como el lavado de las manos, cocción adecuada de los alimentos, ordenamiento de patios y azoteas para eliminar focos de mosquitos y sobre todo acudir de inmediato al médico ante cualquier sintomatología”.

Un grupo, los del dengue, que son quienes han hecho un trabajo más profundo, amplio y continuado, levantan una pancarta que dice: “No somos producto del bloqueo”. Esa sincera declaración motiva al orador, que felicita a todos los microbios y bacterias, a los virus en general, por haber creado lo que las autoridades cubanas califican como una “tensa situación epidemiológica”.

El estafilococo dorado que preside la asamblea pide la palabra y lee, con voz emocionada, lo siguiente: "En los inodoros las heces se acumulan varios días sin que se puedan descargar, pero en el centro de la ciudad es peor, allí las personas defecan en bolsas de nailon y las tiran para la calle".

Los participantes en pleno se ponen de pie y comienzan a aplaudir con todas sus patas y a gritar por todas sus bocas: “Fidel, Fidel, Fidel”. Es un sincero homenaje al líder, al pionero que desbrozó el camino para que todo se derrumbara y empercudiera. Gracias a sus disparatados planes, la inmundicia fue ganando terreno, paso a paso. Derrumbes de edificios, roturas del sistema del agua y, por fin, una crisis energética profunda, que permitió el crecimiento y desarrollo de los virus actuales, así como su mutación, casi hasta darles un sentido de pertenencia en la isla. 

El otro aporte que han mantenido sus continuadores es la casi total ausencia de médicos, enviados a ejercer en lejanos países. Otra ayuda que agradecen todos en carta que saldrá publicada mañana en “La Bacteria”, órgano oficial de los virus, enfermedades, padecimientos, malestares y toxinas, es el estado actual de los hospitales y centros de salud, con un churre y un abandono perfecto para la reproducción. Es un nuevo fondo habitacional inesperado, en toda la isla, que les permite la reproducción, el intercambio, los contagios y las divertidas mutaciones.

El representante del zika se despide con aplausos y ocupa su puesto el delegado del dengue, que felicita a las autoridades de la provincia, al comité central del partido en la nación y a su buró político, a las autoridades civiles y militares, al ministerio de salud pública, a la seguridad del estado, que mete presos a quienes se quejan, y a todos los compañeros que han hecho de Santiago de Cuba una pocilga. Recuerda que Santiago, rebelde ayer, hospitalaria hoy y heroica siempre, es actualmente uno de los mejores sitios para ensayar e incubar todo tipo de enfermedades. Agradece también a los compañeros que recogen la basura, que la han dejado acumular y crear vectores.

Y a continuación anuncia que no solo pueden vivir en Santiago, sino que gracias al gobierno del compañero Díaz-Canel, “el Sin Casa”, pueden ya establecerse sin problemas en Sancti Spíritus y Cienfuegos, y muy pronto en ciudad de La Habana. Y haciendo una pausa dramática, lanza su anuncio: “Para los que pedían nuevos vectores que se nos unan en esta batalla contra la salud...demos la bienvenida a los compañeros del virus del Oropouche, resultado del trabajo mancomunado de mosquitos y jejenes, que acaban de radicarse entre nosotros”.

Cuando termina la gran ovación con que reciben a los nuevos vectores, y para concluir ese histórico primer congreso, entre la algarabía de todos los virus, bacterias y microrganismos invitados, pide decir en voz alta el lema que ha presidido el encuentro.

Todos alzan sus paticas y gritan: “Microbios unidos, jamás serán vencidos”. Y ordenadamente salen todos los delegados a respirar la pestilencia de las fosas cercanas.