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Aguántate la peluca

Lo que viene por aire, tierra y mar, para acabar de romperle los huesos a ese pueblo incauto, que ha confiado durante largos 65 años en ese gobierno incompetente, no lo soporta un solo cuerpo humano en su sano juicio

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Aguántate la peluca
Armando Tejuca | Aguántate la peluca

Actualizado: Fri, 02/23/2024 - 20:24

El general y expresidente en general Raúl Castro Ruz comenzó el año 2024 declarando que resolverían las dificultades, como siempre lo han hecho. Y esas palabras, más que resultar un alivio, sonaron a amenaza. Todos en Cuba saben qué significa “resolver” las dificultades: multiplicarlas y complicarlas.

Hace mucho, muchísimo tiempo, tanto que ya se pierde esa memoria entre los chícharos congelados en los ríos de Canadá, en la isla hubo de realizarse algo inaudito: un proceso de rectificación de errores y tendencias negativas.

Lo curioso fue que quienes debían rectificar aquellos errores, brutales algunos y más brutales otros, eran los mismos que los habían cometido, gracias a unas tendencias negativas que nunca perdieron. Así que, zanjado el asunto, pensando que ahora sí iban a construir el socialismo, se enfrascaron en llevarlo a cabo cometiendo los errores anteriores y otros nuevos, aunque el mayor error era querer implantar ese sistema.

El socialismo era una cosa que convertía de pronto a todo el mundo en gente pobre y en esclavos sin pan, para poder cumplir con los planteamientos de aquel himno llamado “La Internacional”, que intentaba poner “arriba” a los “pobres del mundo” y mantener “de pie a los esclavos sin pan”. Una de sus ventajas más palpables era que no se necesitaban aparatos de rayos X para revisarle los huesos a la gente, porque se le notaban a simple vista.

Pero la idea de un sistema “más justo” vende. Lo que pasa es que lo ajustan tanto, que la gente comienza a sobrevivir ajustada, y los que mandan, que se creen los justos, lo justifican todo. Es como una tienda de ropa sin aire acondicionado, los que miran las vidrieras piensan que aquello es maravilloso, pero los que trabajan adentro, ahogándose y ganando una bazofia, no piensan lo mismo.

Eso es lo que sucede en la Cuba de hoy. Que después del barbudo de Birán y de su hermano el lampiño, que cometían errores constantemente de lo más divertidos, y luego iniciaban campañas para rectificarlos, llegó uno a quien le orientaron hacerse cargo de la isla. Y él, pagando la novatada, creyó realmente que los peces habían huido de la plataforma insular por algún virus de la CIA, y que el limón era la base de todo, porque los hermanos Castro habían vuelto muy ácido al país.

Y cuando echó una ojeada en derredor, e incluso alrededor, vio que ya no había centrales azucareros, ni azúcar, ni caña, ni macheteros, ni bueyes, ni carretas, solamente marabú y moringa, robo de pollos congelados, PCC y Machado Ventura, así que pensó que su campaña de rectificación de errores y tendencias negativas debía llamarse “continuidad”, la cual le permitiría meter la pata tan seguido como sus predecesores.

Olvidó que el comandante Soberbio, llamado también el Delirante en jefe, en una perreta y un pataleo que casi termina por desecar la Ciénaga de Zapata, había dicho a los cubanos que abandonaban el país: “No los queremos, no los necesitamos”, para más tarde estar casi rogando que mantuvieran a su familia desde lejos.

Y en un rapto de patriotismo ebrio o de ebriedad patriótica, el Puesto a dedo soltó esta prenda: “Es increíble cómo hay algunos inocentes que piensan que se vive mejor fuera de Cuba, ojalá que se vayan todos a vivir y los obliguen a trabajar allá, a ver qué se van a hacer cuando no tengan una alimentación asegurada como aquí con los 19 productos de la canasta básica, y cuando no tengan un sistema de salud tan eficiente y con las medicinas gratuitas como aquí, y cuando no tengan las oportunidades de todo tipo que les brinda este socialismo próspero y sostenible. En unos meses van a querer regresar a este Paraíso que es Cuba hoy”.

Por suerte, muy pocos han regresado a recoger esa canasta básica, que es tan básica que casi no vale la pena, porque, además de breve, corta, poca, repetida e incierta, es siempre lo mismo, lo que deciden otros por los demás. Y falta, como en la ideología del país, variedad y sabrosura, dos componentes insustituibles de esta vida tan corta. 

Saber que “viajar a Guantánamo en guagua costará 786 pesos y volar al mismo sitio pasa de 1 140 a 4 300 pesos por pasajero, y a Holguín, 4 080 pesos”, que “se encuentran fuera de servicio por escasez de carburante 86 centrales de generación distribuida, los motores del Fuel de Moa y la patana de Santiago de Cuba. Además, hay 13 centrales con bajas coberturas”, impide que la mayoría de los cubanos a los que no nos necesitan ni nos quieren nos demos un salto a aquello que siguen llamando patria, aunque seamos unos fracasados según Nariz de Perico.

Pero el agujero se hunde y se ensancha, y alrededor de los hoteles de GAESA casi no habrá país muy pronto. Lo que viene por aire, tierra y mar, para acabar de romperle los huesos a ese pueblo incauto, que ha confiado durante largos 65 años en ese gobierno incompetente, no lo soporta un solo cuerpo humano en su sano juicio. Aunque esa mafia llamada PCC, partido comunista de Cuba, adorne la situación convocando a "detener la tendencia de los últimos años hacia el decrecimiento".

Habrá que aguantarse la peluca, si le quedan pelos todavía, porque ya los malos augurios son los únicos que existen, y el viento que arrastra la idiotez de ese gobierno que ni escucha ni ve, huele cada vez peor. Parecería que se necesita un nuevo proceso de rectificación de errores, porque han perfeccionado las tendencias negativas. ¿O qué han sido “la tarea de reordenamiento” y “la bancarización”?

Menos mal que el Encargao de la nariz de pico se huele algo y “comentó que las autoridades tienen ahora cuatro prioridades: "el fortalecimiento de la unidad nacional", a partir del discurso pronunciado por Raúl Castro el 1 de enero; "el fortalecimiento de la labor ideológica"; "el aseguramiento político a las medidas aprobadas en la Asamblea Nacional del Poder Popular" (es decir, el paquetazo económico); y "la discusión sistemática sobre tendencias negativas en nuestra sociedad".

Pero nada de eso se come, ni nutre, ni alimenta. Ni aparece tampoco en la canasta básica. Y más que aguantarse la peluca, si quedan fuerzas, se necesitará coserla al cráneo con alambre.

Tiene razón el partido comunista cubano en su mensaje al pueblo: “El último que apague El Morro”.