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Niét tabarich yo quiero karandach

Que aquí hay gato encerrado, lo hay, dice bajito el soldado Mustelier, aspirante a bolodia, con ganas de derrotar al imperialismo ucraniano

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Canel y Putin
Armando Tejuca | Canel y Putin

Actualizado: Thu, 09/14/2023 - 08:10

“El sacerdote Léster Rafael Zayas, en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, tras una peregrinación de la Virgen de la Caridad del Cobre por las calles del Vedado en La Habana lanzó una serie de preguntas a la Patrona de Cuba relacionadas con la crisis migratoria que vacía el país”:

1-"¿Qué hemos hecho mal para que este año a María de la Caridad la celebremos en Cuba con 250.000 voces menos?"
2-"¿Qué hemos hecho mal para que los aviones que salen para Nicaragua salgan marcados todos con una misma característica: es un viaje solo de ida?
3-"¿Qué hemos hecho mal para que nuestros jóvenes no se sientan orgullosamente cubanos?”
4-"¿Qué hemos hecho mal para que jóvenes cubanos prefieran irse a combatir a Ucrania, para conseguir la nacionalidad rusa?",

Yesnier Mustelier no se enteró de esas preguntas hasta el día siguiente. Y tenía una respuesta sencilla, corta y contundente: ¿Qué han hecho mal? Pues todo. Absolutamente todo. Desde el principio, o casi. Y lo que no hicieron mal desde el principio lo desarreglaron cuando querían arreglarlo. A esta altura del campeonato es más sencillo preguntar qué se hizo bien desde el inicio de la rebambaramba que provocó Fidel Castro en 1959 y desde mucho antes, con su actitud egocentrista y revoltosa. 

¿Y por qué le interesó a Yesnier todo lo que preguntó el cura Léster? Ah, porque buscaba una salida, un escape. Le había jugado cabeza bastante tiempo al Servicio Militar en Cuba, pero le empezó a gustar la carrera militar cuando su primo Nelsito lo embulló para viajar a Rusia. Lo ayudó a resolver el pasaporte y un día amaneció vestido de verde, con un arma en las manos, escuchando hablar en ruso.

Tenía la esperanza de que, en lugar de los siete miserables pesos que paga el ejército de la isla a quienes esclaviza durante tres años reclutados por ellos, ganaría unos 2.000 dólares, una cifra nada despreciable, teniendo en cuenta que también podría obtener otra nacionalidad que no fuera la cubana, que estaba considerada como una de las últimas en el escalafón mundial.

Y total, se dijo Yesnier, ¿qué más da creer en un tipo como Putin, si se había pasado la vida obedeciendo, obligado, a tipos grises y ridículos de su propio país, aprovechados y mentirosos, que nada de lo que inventaban mejoraba su existencia? Y de ñapa conocería otro país donde no se pasa tanto calor y no están los mosquitos cubanos, esos que cada día crecen más y a los que ahorita les salen dientes.

Así que el olivito Mustelier pisó tierra rusa en una ciudad llamada Tula, que debió ser donde vivía aquella mujer que se quedó dormida y le cogió candela el cuarto. Ya no era un “siete pesos”, ni un recluta de tres por kilo, sino que en ruso sonaba distinto: malenkiy soldat o soldadito, que en el idioma de allí tiene unos dibujos bastante feos, que uno llega a pensar que dicen “no pisar el césped” o “cuidado con el perro”. 

Pero todo su plan amenazaba con derrumbarse como un balcón de Centro Habana. Alguien descubrió la jugada y unos ucranios o ucranianos le dieron cráneo y se metieron en la computadora de un mayimbe bolo y allí descubrieron 189 pasaportes de cubanitos que habían sido contratados para la guerra contra Ucrania.

La cosa se puso mala porque todo el mundo comenzó a enterarse de que había cubanos contratados como mercenarios, y esa palabrita tan fea hizo saltar las alarmas. A veces el mundo no entiende lo que sí comprendemos los cubanos, se dijo Mustelier, que uno ha crecido creyendo en la solidaridad con los pueblos y en Cuba se nace con los deseos de hacer, al menos, una misión internacionalista en la vida. Y si no nos creen, ahí están Angola, Etiopía, Granada, el Congo (no el de la butifarra en Catalina de Güines, sino el otro más prieto), Nicaragua, Libia y un montón de países hermanos a donde los cubanos han ido a combatir al imperialismo.

Es como dijo un ruso que salió a defender a la gente de Yesnier: “Si bien reconoció que el pago es un buen incentivo para los movilizados, Zaitsev manifestó que la principal motivación para aquellos que deciden unirse al Ejército ruso para combatir en Ucrania es “ayudar a la Madre Patria en tiempos difíciles”. Bien dicho, porque a la madre nunca se le dice no.

Nos van a volver locos, pensó Mustelier, se meten toda la vida hablando de que los soviéticos y los rusos son nuestros hermanos y a la hora de tirarles un cabo, se mete el MININT a decir que si una red de contrabandistas, que si desactivaron a un grupo de extranjeros que contrataba mercenarios. ¿Dónde ha quedado el respeto por los deseos de defender a un hermano y ser solidario? Tanto tiempo que Fidel se desgañitó, trepado en la tribuna de la plaza, que le debíamos la vida a la desinteresada y eterna amistad de la Unión Soviética, y ahora, por un escandalito, los miserables del gobierno actual recogen pita y ya la amistad no es sagrada, ni eterna. A lo mejor no es completamente desinteresada, porque está el baro por medio, y también que, al otro año, en otro contrato, uno pueda resolver un gao para la pura y la familia y venderle el cajetín a cubita la bella.

Todo el mundo empezó a poner mala la cosa, como si los mercenarios aquellos que fueron a Cuba cuando Girón no hubieran resuelto que los niños jamaran compotas. Uno hace un trabajo y cobra, que ya se acabó el tiempo del heroísmo gratuito, y todo el mundo aprendió que “morir por la patria no es vivir, sino cantar el manisero y perderse el pollo del mes que viene. Hasta “el hispanista y diplomático Sergiy Borshchevsky, "un cubano común no puede llegar a Rusia o Bielorrusia por su cuenta: tendría que trabajar durante varios años para pagar un pasaje. Para estar allí, un cubano necesita fondos de las autoridades cubanas o de Rusia".

Y tiene razón, pero que no se pongan para esto. Que el MININT y los del gobierno cubano cambien de rumbo y empiecen a resolver el problema de la vivienda, de la jama, de las medicinas, o que les de por la batalla contra el caracol africano y el dengue, o las chinches y los piojos, que con eso no se llega a ningún socialismo ná. 

Que aquí hay gato encerrado, lo hay, dice bajito el soldado Mustelier, aspirante a bolodia, con ganas de derrotar al imperialismo ucraniano y cobrar su primer mes, pero dejen al gato y que se pongan para otra cosa, que los segurosos saben todo lo que pasa en Cuba y en la galaxia. 

Y el curita ese encendió más la candela con sus pregunticas, sobre todo la última:"¿Qué hemos hecho mal para que jóvenes cubanos prefieran irse a combatir a Ucrania, para conseguir la nacionalidad rusa?". Que le pregunten a Fidel, que hizo el bien muy mal y el mal muy bien.

Coño, es que no lo dejan a uno ni resolverse la vida en otra parte que no sea el yuma.