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Defensoras de Derechos Humanos cubanas: entre la represión y la resistencia

El Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos se celebra cada 29 de noviembre desde el 2005.

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Las mujeres activistas en Cuba son víctimas de violencia política
Armando Tejuca | Las mujeres activistas en Cuba son víctimas de violencia política

Actualizado: November 29, 2024 2:02pm

El Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos se celebra cada 29 de noviembre desde el 2005. Ese año se realizó su celebración durante la Primera Consulta Internacional de Mujeres Defensoras, en ciudad de Colombo, Sri Lanka.

La fecha pretende rendir homenaje a las mujeres que se dedican a la defensa y promoción de los derechos humanos contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y las cubanas no son una excepción en esa lucha.

Llegar al activismo

Muchas activistas cubanas han comenzado a hacer activismo sin saber que lo hacían, sin poner un nombre específico a sus acciones en favor de los derechos de los cubanos  y cubanas.

Tania Tasé, más conocida en redes como Las Taniadas, abrió su cuenta de Facebook en 2018 desconociendo que sus publicaciones y denuncias eran una forma de activismo. 

“Yo no tenía esos conceptos claros en la cabeza, yo sentí sencillamente la necesidad de denunciar. No fui consciente hasta San Isidro de que lo que hacía era activismo. Lo que hay en Cuba es un problema político que ha destruido a generaciones. Mi bronca con el régimen cubano es personal”, contó en entrevista para ADN Cuba.

Respecto al tema, para la historiadora de arte Miryorly García ella no hace activismo, solo ejerce su derecho a la libre expresión, “que nadie me tiene que autorizar para ello porque es un derecho humano”.

El régimen cubano vigila y hostiga a García por exigir en redes y en manifestaciones públicas pacíficas el respeto a los derechos humanos en Cuba.

El último episodio represivo conocido contra ella ocurrió el pasado 18 de noviembre, cuando fue detenida e interrogada al salir de su casa, en La Habana. El día 18 de cada mes, un grupo de personas se unen a la profesora Alina Bárbara López para sentarse en silencio durante una hora, en parques de diferentes ciudades, como forma de reivindicar varias demandas cívicas, entre estas, la liberación de los presos políticos. 

García contó a ADN Cuba que en ocasiones se ha preguntado: “¿Qué hago yo en las redes? ¿Manifestar que yo estoy en contra del gobierno, argumentar por qué, explicar mis razones? Es algo que es normal en cualquier país del mundo, solo que en Cuba es criminalizado, perseguido?

Tampoco la curadora de arte y activista Yanelys Núñez se propuso hacer activismo. Pronunciarse a favor de los derechos humanos fue su opción ante un régimen que, como ella dice, “te anula como ciudadana”.

En Cuba, “si quieres trabajar con dignidad, si quieres trabajar sin la doble moral, si quieres trabajar sin tener que estar afiliada al Partido Comunista, pues tienes que convertirte en activista, no hay otra forma de vivir en Cuba”, comenta.

Ser mujer y activista en Cuba

La violencia política contra las mujeres se ha convertido en una herramienta sistemática de represión del régimen cubano con el fin de silenciar y marginar su participación en el espacio público.

Leticia Ramos, líder de las Damas de Blanco en Matanzas, ha sido víctima de la represión más dura por defender sus ideas. En muchas ocasiones ha precisado tratamiento médico por culpa de las golpizas que le ha propinado la policía política.

Ramos pertenece a esa organización opositora, creada en 2003 e integrada por mujeres que, en sus inicios, eran todas familiares de prisioneros políticos. En los últimos tiempos las Damas de Blanco llevan más de 100 domingos consecutivos siendo detenidas y acosadas por la policía política solo por intentar asistir a misa a orar por la libertad de los presos políticos. 

“Ser mujer y a la vez activista dentro de Cuba ha sido y es muy difícil (...). Es muy duro tener que cuidar a una familia para que no tomen represalias con ellos, luchar contra todo abuso y violaciones cometidas contra la población y que en algún momento también las cometen con tu familia”, explica la líder matancera.

Tras las protestas de julio de 2021 un grupo de mujeres, entre ellas Camila Rodríguez, se volcaron a la búsqueda de información sobre los detenidos. Hoy Camila no está en Cuba, fue presionada para salir del país como otras tantas activistas cubanas. Ahora dirige, desde México, las organizaciones Justicia 11J y el Centro de Documentación de Prisiones Cubanas.

El activismo femenino en Cuba es para esta filóloga un salto al vacío, “emprender un viaje sin retorno”. 

La vida cambia drásticamente, en la mayor parte de los casos, y esos cambios se extienden hacia, o implican también, a la familia. Se viven muchos tipos distintos de violencias, a las que se agregan las que lamentablemente vivimos las mujeres, por el único hecho de ser mujer. En especial, en Cuba, donde supuestamente existen mecanismos para la protección de la mujer, que en la práctica no funcionan, y menos, para las mujeres que disentimos de la posición estatal”, acota.

Las mujeres activistas cubanas no solo son víctimas de la cultura patriarcal, sino también de la violencia política.

Núñez menciona a nuestra redacción que existe un plus de vulnerabilidad si, además, eres activista negra y que las mujeres activistas toman muchas precauciones para preservar la integridad física y proteger a amigos y familiares.

“Es bastante difícil, te sientes normalmente muy vulnerable y como si tuvieras la carga de un país encima, cuando realmente el conflicto cubano tiene que ser una causa de todas y de todos. Las activistas también sienten la carga de los cuidados”, aclara.

La dictadura cubana ha encontrado muchas maneras de presionar a las opositoras, activistas y periodistas independientes. Entre las violencias vividas por ellas están las amenazas de cárcel e, incluso, de ser privadas de la custodia de sus hijos, interrogatorios, golpizas, desalojos e inseguridad habitacional, invasión de la intimidad y exposición de su privacidad.

La periodista feminista Marta María Ramírez sostiene que la violencia política del Estado se cierne más sobre las activistas. 

Contra una mujer que materna sola y hace activismo político, el Estado usa a sus hijos como mecanismo de presión”, dijo.

También señala que es muy difícil participar en la política dentro de Cuba y que las agresiones son mayores si eres mujer lesbiana o trans.

Activismo desde el exilio

Muchas activistas cubanas han sido presionadas y obligadas al exilio, incluso desterradas. Migrar e integrarse a sociedades diferentes son otros de los obstáculos que han encontrado en su camino por la defensa de los derechos humanos.

Continuar con el activismo desde el extranjero no es una utopía, pero sí un proceso difícil.

Carolina Barrero, directora de Ciudadanía y Libertad, salió de Cuba en 2022. Su activismo ha continuado en España.

“Desde que salí he mantenido una relación constante con las instituciones que conforman la Unión Europea, Naciones Unidas, así como con las instituciones de derechos humanos y de la política exterior de Estados Unidos. Lo he hecho poniendo los intereses de Cuba por encima de la parcialización política general y de los juegos de la política doméstica en cada caso”, agrega.

 

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En el caso de Núñez, cofundadora del Movimiento San Isidro, lo que ha cambiado con su salida ha sido la manera en la que se acerca ahora al activismo.

Ella plantea que desde fuera se hace más énfasis en la incidencia internacional, “la conversación con políticos, la construcción a través de foros, de debates y de encuentros, de todo el imaginario revolucionario que está tan arraigado en Europa, más que nada en la gente de izquierda. También puedes acompañar a los activistas, compartir herramientas de trabajo, que no se sientan solos, porque estar en el terreno es bastante duro. Es necesario que los que estamos afuera, en una situación de menos peligro, pues tengamos en cuenta eso”.

 

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La abogada defensora de derechos humanos Laritza Diversent encontró en el activismo una forma de canalizar las inconformidades que le provocaba el sistema, pero también la represión la obligó al exilio.

Para ella, integrarse en una sociedad como la estadounidense ha sido uno de los mayores desafíos para continuar con su trabajo.

“Es una cultura totalmente diferente en cuanto al ámbito laboral y legal. Conseguir recursos para sacar adelante la organización (Cubalex) fue uno de los mayores desafíos. Extraño muchísimo dar atención especializada en Cuba, pero con la llegada de internet hemos podido ofrecer asesoría y estar en contacto directo con las víctimas”, explica.

Cubalex, la organización que lidera, ha denunciado a nivel internacional ante Naciones Unidas y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos las violaciones a derechos humanos que ocurren en Cuba.

Una encuesta de la Alianza Cubana por la Inclusión de 2021 revela que el 96.8% de las mujeres que realizan activismo en Cuba han enfrentado varios tipos de violencia política.

La mayoría de estas mujeres sufre violencia psicológica, mientras que un porcentaje alto ha sido víctima, asimismo, de agresiones físicas directas.

En octubre pasado Cuba fue evaluada por el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por su sigla en inglés) de Naciones Unidas. Ese comité observó que Cuba niega las acusaciones de criminalización a mujeres defensoras de derechos humanos, pero los ejemplos están ahí.

La situación de derechos humanos en Cuba es grave; ello explica que existan en la isla más de mil presos políticos, de los cuales, al menos 54 son mujeres
 


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