Carta del Hombre Invisible a los que mandan en Cuba
Un hombre invisible, para ser invisible, debe mantener un perfil bajo si no quiere hacerse visible. No como otros, que roban cámara y dicen cuanta verdolaga les pasa por la cabeza con tal de tener visibilidad.
Actualizado: December 12, 2024 9:29am
A quien esté a cargo, sea presidente, general sin méritos o designado para dar la cara.
Señores o compañeros, partía de pencos:
Mucho me ha costado mantener viva mi leyenda. Y sin que se note o se vea, por eso soy, por si no lo entendieron, “El Hombre Invisible”.
Soy el de verdad de a verdá, aunque algunos me van a salir con que vengo a ser un invento de Herbert George Wells, H. G. Wells, cuya novelita le quedó very wells. No quiero gritar, ni alborotar, ni armar aspavientos, porque no es mi estilo. Un hombre invisible, para ser invisible, debe mantener un perfil bajo si no quiere hacerse visible. No como otros, que roban cámara y dicen cuanta verdolaga les pasa por la cabeza con tal de tener visibilidad. Yo no.
Por no tener, no tengo una sola multa de la policía. Ni carné de identidad, ni pasaporte, ni licencia de conducción, ni baja médica, ni libreta de abastecimientos. Invisible, así soy yo, y el que no me quiera ver, allá él con su problema. Y me da lo mismo ese regaño de que en las asambleas “ese compañero no participa, ni se siente, ni es combativo”. Ese he sido siempre yo, un cero a la izquierda, que es la esencia del Hombre Invisible. Y ahora han puesto a uno de ustedes de presidente del país, y me está haciendo competencia, porque es también un cero a la izquierda, aunque en eso la isla tiene tradición, porque ya hubo uno que se llamaba Osvaldo Dorticós, que creía que era presidente y la gente lo llamaba “cucharita”, porque ni pinchaba ni cortaba.
En la historia de H: G. Wells el argumento tiene algo que ver conmigo, pero no mucho: “El hombre invisible del título es Griffin, un científico que teoriza que si se cambia el índice refractivo de una persona para coincidir exactamente con el del aire y su cuerpo no absorbe ni refleja la luz, entonces no será visible”. Y ese es mi primer berro y mi queja más grande ante ustedes, que no han sabido darle luz a este país, y por eso la isla se ha llenado de hombres invisibles involuntarios, gente que piensa que puede imitarme y robarme el puesto.
El científico Griffin, ese que confunden conmigo, lo vivió en carne propia, aunque carne no es la palabra más apropiada para describir a alguien que vive en esa isla que ustedes mal dirigen: “Griffin logra llevar a cabo este proceso consigo mismo, pero luego no puede volver a ser visible, llegando a un estado mental inestable como resultado”. No digo yo. Uno se vuelve loco cuando viene la luz, se vuelve a ir, regresa por un ratico, la quitan dos días. Ahora sí, ya no. Que si la Guiteras, que si la Felton salió de servicio. Ahora sí y no, qué tasajo pasa en este país.
Sé que mi mayor competencia, porque llevan más tiempo anunciándolos y proclamándolos, son “los logros de la revolución”. Nadie los ve, no se notan, y parecen ser -si es que existen- más invisibles que yo. Eso es trampa. Es trampa maldita porque juegan con los sentimientos de la gente. Imaginen que hablan de la esperanza de que alguien tenga una vivienda, no un palacio o una casa colosal, como diría Guillén, sino una casita, un gabinete o un gaíto.
Y pasa años soñándola, mojándose, temblando si mira el techo de la que habita, y ve que sus hijos crecen, les salen pelos en todas partes y un día se marchan, a tener una casa en Kendall o en Hialeah, y la suya no llega, a pesar de que cada año le decían que estaba al llegar, que faltaba poco. Una casa invisible es más grande y más invisible que yo, y eso me vuela y me emperra. Y si me encabrito me pongo colorao y la gente me podría ver. Y si alguien me ve, quiere decir que ya no soy invisible.
Al primero que ustedes hicieron invisible en Cuba fue al barbudo y peludo Camilo Cienfuegos Gorriarán, que dicen que se cayó al mar, y desde entonces la gente va al malecón a echarle flores, aunque también lo hacen en los arroyos, las zanjas, los baches y las palanganas. Nadie sabe qué pasó con Camilo, ni por qué lo hicieron invisible, pero viendo el cariño que le tenía el pueblo, imagino que los celos le subieron la mostaza al Delirante en jefe, como algunos le dicen a Fidel Castro. Y zas, de un aletazo de avioneta lo volvió invisible, aunque desde entonces lo ubicaron en el billete de veinte pesos que hace rato no sirve para nada.
En Cuba, además de que con los apagones ya casi nadie se ve, como se han hecho también invisibles la comida, las medicinas, el transporte, la ropa y los zapatos, hay una gran posibilidad de que muy pronto tampoco se puedan ver las personas. Unas porque se van, otras porque se mueren y el resto estarán tan flacos y pálidos que serán prácticamente transparentes. Debo agregar que también es casi invisible el precio de las cosas, porque está por las nubes y hay que ser piloto para distinguirlos.
Y no fue solamente Camilo Cienfuegos. Cuando un dirigente de los de ustedes entra al llamado “plan pijama”, es como si ya no existiera. Pero no es de ahora, ya viene sonando casi desde el principio. Ustedes no solamente “truenan” o castigan, sino que desaparecen a ministros como Alejandro Gil. A ver, díganme que “alejandro” a Alejandro Gil no lo hicieron invisible también. ¿Fue para jeringarme y hacerme la competencia?
Pero no solamente es Gil, ¿Dónde está Marino Murillo?… ¿Ahora es invisible? Lo pusieron para que desapareciera un chorro de cosas y luego se hizo invisible, aunque ya era inservible e infumable.
¿Y los presos políticos? Ustedes mienten diciendo que en el país no hay presos políticos, y los esconden del pueblo. ¿Ha salido alguno de ellos en el noticiero? ¿Randy Alonso ha entrevistado a alguno de esos presos políticos en su mesa redonda? Mi abuelita, que sí era visible, me dijo siempre que cuando uno esconde algo es porque tiene miedo. ¡Tienen miedo de esos prisioneros o de la opinión del mundo? Esos presos son más invisibles que yo.
No quiero seguir quejándome. Los emplazo a que den la cara y respondan, porque en mi condición de invisible les voy a malear todos los congresos del partido, los plenos del buró político y cuanta bazofia se les ocurra hacer a ustedes para seguir engañando al pueblo con que ahora sí van a construir el socialismo, esa tontería invisible.
Solo digo una cosa más para terminar: ojo con ustedes, que cada día son más visibles y notables. Tienen unas barrigas que no podrán esconder detrás de una columna, un poste o de una pared.
Quedan todos advertidos. He dicho.
Firma El Hombre Invisible