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Todos somos Ana de Armas

Pues el hecho es que la caricatura de Lauzán ha venido a ser la más perfecta imagen de lo que ha sufrido Cuba a manos de un patriarcado de milicos. El falo que simboliza la Raspadura nos ha clavado a todos por igual

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Todos somos Ana de Armas

Actualizado: Thu, 05/04/2023 - 11:37

Las críticas feroces que el viaje de Ana de Armas ha provocado en los medios sociales alcanzaron el clímax, por así decirlo, con la caricatura viral de Alen Lauzán, en la que el público vio a la imitadora de Marilyn Monroe con la Raspadura hundida entre sus piernas.

Muchos se preguntan por estos días, qué puede haber de monstruoso en la visita de Ana a los trópicos. ¿Hay algo que merezca este trato terrible? ¿Qué hay de inmoral en que la americanizada actriz celebre su cumpleaños con una amiguita del alma, que visite La Colmenita y vaya a almorzar a la taberna del chef Miguel Ángel, el gitano poscastrista que le cocina a Machi?

¿No será otra jugada mediática del mismo calibre de la que llevó a los peloteros de Grandes Ligas a participar en el Team Asere? ¿No es el séquito de Ana de Armas una especie de Team Monina? ¿Se habrá vuelto tendencia el colaboracionismo deluxe? ¿No se procura comercializar el castrismo con los mismos vehículos capitalistas de penetración ideológica: Hollywood y los Dodgers? ¿No ha sido Anita, como Eliancito, sacrificada a la fantasías eróticas del Comandante playboy?

La caricatura de Lauzán ha provocado protestas de varios martianos de Valsán. Las más tópicas han sido las de las feministas profesionales, que aspiran a derrocar el castrismo cacareando nomenclaturas de organizaciones de masa yanquis. Muñecas Lilí que al ser agitadas vomitan consignas #metoo. Si hasta hace poco la cultura cubana producía abejitas minusválidas para entretener a gringos sentimentales, hoy exporta ciberclarias tarajalludas que atiborran los espacios del comentariado.La violencia y la chabacanería del feminismo woke tocó fondo la tarde en que las manifestantes antitrumpistas, entre las que se encontraba el rabioso dúo de Winona y Naomi Judd, se aparecieron con vaginas de goma puestas como sombreros en sus cabezotas. ¡Vaya manera de combatir la misoginia! ¡Ni Mia Khalifa en la versión triple equis de Diaz-Canel Singao!

Estas son las militantes que acusan a Lauzán de mal gusto, las mojigatas que piden la crucifixión del dibujante por haberse extralimitado en su versión caricaturesca de lo que el castrismo ha hecho, de todas maneras, a todos los cubanos y las cubanas. También a ellas, y a Ric Herrero, cuyo travestismo político es digno del teatro Shanghai. Ese Ric que vende el castrismo como oportunidad mercantil, pide que el National Endowment for Democracy revise el contenido de ciertos influencers por supuestas violaciones de estatutos democráticos. ¡Maldita democracia la que desea Ric para Cuba! En casa de Herrero, cuchillo de palo: intolerancia, cancelación y chivatería.

Pues el hecho es que la caricatura de Lauzán ha venido a ser la más perfecta imagen de lo que ha sufrido Cuba a manos de un patriarcado de milicos. El falo que simboliza la Raspadura nos ha clavado a todos por el culo: sí, por el culo, y sin excepciones. La violación es tanto física como moral, tanto fálica como ideológica.

El cerebro de Anita de Armas tiene que estar muy bien lavado para que haya podido visitar la tumba de Marilyn Monroe y pedirle consejos de actuación, sin ocurrírsele pasar por la casa de Ana Margarita Martínez, la miamense víctima del atropello del espía Juan Pablo Roque. El papel de Ana en la película La red avispa, donde encarna a la pobre mujer, fue otra concesión gratuita a las bajas pasiones de Hollywood.

Pero su mayor incongruencia es viajar a La Habana a celebrar su cumpleaños e ir a visitar la guarida del manipulador de la infancia Tin Cremata. Durante 30 años, La Colmenita ha sido un organismo estatal de aprovechamiento infantil con fines estratégicos. Los pinchos mandaban a sus hijos a unirse al Team Cremata para que viajaran al extranjero y le lavaran la cara a la dictadura con su inocencia. Rememorando nostálgicamente los comienzos de su industria de explotación, Tin cuenta:

“Ahí empezó toda esta idea. De repente, Mohammed Ali, muy emocionado, dijo después de haber visto ese espectáculo, que quizás si el espectáculo se hiciera en Estados Unidos diría más sobre la cultura, la educación y la salud en Cuba que mil discursos. La pelota se echó a rodar y se sumó Patch Adams, el Dr. Laugh, se sumó Harry Belafonte, el mítico grupo Bread and Puppet Theatre, mucha gente y muchas organizaciones, y finalmente una fundación muy bonita que se llama Global Exchange, que ha traído más de 15 000 personas conocidas a Cuba, lograron lo que parecía imposible después de tantos años: llevar La Colmenita a Estados Unidos”.

En otras palabras: un proyecto neocolonialista desde su fundación, apadrinado por lo más deleznable de la reacción izquierdista, en colaboración con los antisionistas de Global Exchange, concebido con el propósito de tener el efecto de “mil discursos” en los tontos útiles.

Tuve la suerte de ver La Colmenita en Los Ángeles a principios de los 2000. Tin Cremata apareció con sus niños esclavos y un séquito de manejadores yanquis en camisetas del Che. Los gusanos californianos, llevados por la nostalgia y el amor a la patria, llenaron el teatro donde se presentó la compañía. Era un lamentable vodevil. Entre los pequeños actores estaba la hija de una buena amiga que luego abandonó el país, como lo harían Ana y otras abejitas y abejorros.

Los gusanos donaron esa noche miles de dólares a los niños políticamente amaestrados. Había entre ellos un muchachito afrocubano en silla de ruedas que cantaba dulcemente, y que les hizo derramar lágrimas a los exiliados, que coreaban y aplaudían. De regreso a Cuba, Tin escribió un artículo derogatorio y falaz sobre su experiencia entre sus compatriotas del Exilio.

Todos hemos sido violados por el castrismo al menos una vez, y la caricatura de Lauzán muestra esa condición universal, esa relación política contra natura. Los gringos ingenuos han sido tomados por el culo igual que los venezolanos, los argentinos, los brasileños y los nicaragüenses. Mohamed Alí, Susan Sarandon, Paul Boukadakis y Bread and Puppet Theater, tomados por el culo.

Ernesto Lecuona y Amelia Peláez, Ernesto Cardenal y Ernesto Sábato, tomados por el culo. Gioconda Belli y Lydia Cabrera, Saramago y García Márquez, Naomi Campbell y Niemeyer, Feltrinelli y Julio Cortázar, Huber Matos y Fulgencio Batista, Prío Socarrás y Revilla de Camargo, Olga Guillot y La Lupe, mi padre, mi abuela y mi familia, todos con la Raspadura en el trasero. Somos legión. La fila de entollados comienza con José Martí en 1895 y continúa hasta el presente, hasta el infinito.

¿Qué creyó Ana de Armas? ¿Qué era especial por haber llegado a Hollywood? Nadie puede escapar a la violación ritual que convierte a los cubanos y cubanas en víctimas del falocentrismo castrista. Antes les llamaban siquitrillados, y ahora el gran Alen Lauzán ha mostrado gráficamente dónde se encuentra la siquitrilla.