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La feria de las tonfas

Pudieron anunciar la feria de esta atractiva manera: Pasen y vean los instrumentos que te golpean. No es contra el crimen, que otra cosa ellos reprimen.

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Malecón habanero
Armando Tejuca | Malecón habanero

Actualizado: Fri, 08/25/2023 - 07:42

Pues sí, aunque no se lo crean, acaba de suceder en la ciudad de Santa Clara, rebelde ayer y heroica todos los días. Para que el pueblo vea que está protegido, que no debe temer a la contrarrevolución, ni a los mercenarios, ni siquiera a los familiares que les envían dinero, medicinas y han propuesto patrocinarlos desde el imperio, el ministerio del interior (misterio del interior, dicen algunos) ha abierto el cofre del pirata y sacado las armas y aditamentos con los que cuenta para aditamentar a los opositores y dejarlos advertidos y aditamentados. Y encarcelados mucho tiempo. Todo en homenaje al gran padre, el quinto descubridor de Cuba, Fidel Castro, que es continuidad y sonreía en su piedra con su cara de piedra.

Una feria, una gran feria de artilugios para asustar y hacer sufrir a la gente a la que ese organismo debía defender. El pueblo, el que paga sus salarios, sus viles entrenamientos, sus ocios de supuesta vigilancia ilegal. Y no solamente montaron el tinglado, sino que anunciaron aquello como si de un circo de fenómenos se tratara. Pueden hacer una gira nacional voceando otras consignas: “Para el que grite mucho, una cabilla dentro de un cartucho. Si tú protestas con mucho aplomo te damos tonfa por el lomo. Y si en la calle te lamentas, te vamo a echal el gas pimienta”.

La prensa cubana, nacional y provincial, con esos brillantísimos reporteros que pule y repule el partido, resumió, sintetizó y promocionó la actividad de esta manera: “La exposición formó parte de un conjunto de actividades de propaganda del MININT en Villa Clara, en las que intervinieron la Policía, la Brigada Especial, los bomberos, Criminalística, oficiales de la Seguridad del Estado y de Inmigración y Extranjería, forenses y guarda fronteras”.

Es decir, que todas las fuerzas que usan la fuerza contra la población y que, por lo tanto, inciden en la disminución acelerada de cubanos en la isla, pusieron su granito de arena, su tonfa y su manguera, los cuños con los que “regulan” a los ciudadanos y los puños que los despojan de sus ciudadanías. Hasta los forenses, para que no olvides en tu último viaje que te marchas por tu propia culpa. Así, tan panchos, sin una gota de vergüenza, mostrando el arsenal del dolor. Igual hubieran sacado panes duros con cucarachas y lagartijas tiesas en su interior, o chícharos con gorgojos, o leche cortada, o café mezclado con cuanta bazofia tienen a mano. Total, hay muchas formas de torturar y doblegar a la gente.

Lo mejor de todo fue el objetivo principal. Además de la advertencia a quienes se atrevan a ser honestos y gritar su inconformidad, hicieron esta feria medieval para celebrar el cumpleaños del que provocó todo el mal: el Delirante en jefe, el hombre que nunca llegó a ninguna parte, ni siquiera al cuartel Moncada. Al loco egocéntrico que quiso lanzar misiles nucleares al territorio americano, como si con eso no fuera también a desaparecer la isla. Al que terminó arrimado a la moringa para que la gente, hastiada de su presencia, lo mandara para donde rima mejor. Ya con esa intención muestran el verdadero rostro de estas fuerzas del desorden, infelices cipayos que convierten su envidia en intolerancia y su intolerancia en fuerza bruta.

Pero no estaban solos. El criminal bloqueo no pudo impedir que le compraran a España todo un arsenal para meter en cintura a quienes ya no tienen ni cintura. Tonfa pa´ti, tonfa pa´mí. Lo resume la nota informativa de esta manera clara: “La mayor proporción de la compra de ese año correspondió, según documentos oficiales, a "propulsantes, productos pirotécnicos, combustibles y sustancias relacionadas, percloratos, cloratos y cromatos, oxidantes, aglomerantes, aditivos y precursores".

Cromatos, aglomerantes, productos pirotécnicos. Cualquiera pensaría que se abastecían para celebrar un nuevo aniversario de la revolución o unos carnavales. En esa larga relación, cargada de nombres técnicos, solamente faltan robots de acero inoxidable y perros de presa de material sintético. “Muerden y no cagan”, sería el anuncio comercial. Y si escuchan gritar contra la revolución triplican los colmillos. Y de paso te inoculan aglomerantes y un par de precursores.

No deberían dejarlo ahí. El resto de los cubanos merece ver y tocar los instrumentos diabólicos que inventó la maldad humana y con los que serán contenidos y torturados. Salvo en las cientos de prisiones cubanas, porque sería crueldad, se precisa una gira nacional, de pueblo en pueblo, de puerto en puerto, de casa en casa, como los feriantes de antes, en carromatos y carpas, pues parece, según la prensa, que la celebrada en Santa Clara tuvo cierto éxito: “Algunos santaclareños que se acercaron a las carpas escucharon las explicaciones que ofrecieron los oficiales sobre las técnicas que emplean para "proteger la Seguridad del Estado y el Orden Interior".

No quieren que se repita el 11 de julio, pero le temen igual a un cumpleaños, una boda, el 26 de julio, el primero de mayo, un velorio donde la gente se pueda acalorar, un mitin de repudio o un desfile de miembros de la tercera edad, que ya son mayoría. Todo lo que le huela a molote, tumulto, aglomeración de más de dos personas les pone los nervios de punta y la carne de gallina, que es como tener pollo por pescao. 

Y que muestren entre ellos mismos la utilización de ese arsenal represivo. Que se caigan a golpes con tonfas gritando, por ejemplo, consignas patrióticas como “Aquí el que no tonfa es yanki” o “Hasta la vil tonfa siempre”. Y sangrar, para que el público los vea. Y romperse los huesos y echarse sprays de distintos olores, sabores y colores. Para que asusten más. Para que la población comprenda que es un peligro cada vez más grande seguir viviendo en ese país, a merced de tanto sicópata que logra su felicidad rompiendo cráneos con el pretexto de que defienden la patria.

La patria no son ellos, sobran. Y si quieren reprimir todo lo malo, que vayan ordenadamente a utilizar las tonfas en el comité central, en las sedes provinciales del PCC, en la asamblea nacional del poder popular. Que funden una nueva corriente musical, el movimiento de la Nueva Tonfa, y que canten, con perros y señales, la más cubana de las canciones cubanas, aunque a Joseíto Fernández se le deshagan los huesos al ver para qué están usando su “Guantanamera”. Y que desde el amanecer hasta el anochecer (que pronto serán lo mismo por la ausencia de luz) los cubanos que queden escuchen este amenazante estribillo:

“Mi compañera, la tonfa es mi compañera, mi compañeraaaa, tonfa pa la gusanera”.

A ver si entonces nuestros muertos, alzando los brazos, los sabrán defender todavía.