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Allí no fumé

Lo decían con insistencia en todos los medios antes de 1959: “Conozca a Cuba primero y al extranjero después”. Pero luego todo cambió.

Actualizado: November 22, 2024 1:30pm

Lo decían con insistencia en todos los medios antes de 1959: “Conozca a Cuba primero y al extranjero después”. Pero luego todo cambió.

Obligados por los desastres revolucionarios, miles de cubanos se fueron a conocer el extranjero sin haber conocido a Cuba primero.

Y ahora, cuando la isla se ha convertido en un país endeudado, improductivo, dependiente, miserable y mendigante, y los descerebrados que lo dirigen se la juegan todo al turismo, hay noticias como esta: “La operadora turística mayorista Proturs, de México, dejó de vender el destino Cuba, lo que supone un golpe importante para el negocio en la Isla, cuyas autoridades buscan a toda costa turistas, máxime durante la actual temporada alta”.

Nadie sabe -ni ellos mismos- qué atractivo puede tener un país sin luz, sin agua, con los habitantes hambreados y coléricos, los edificios que se vienen abajo en calles llenas de basura y aguas albañales, con mosquitos del tamaño de avispas y dirigentes con cerebros más pequeños que los mosquitos. Es por eso este otro titular: “La industria turística de Cuba también se apaga”.

Los compañeros que han llevado aquella revolución -nombre con el que disfrazaron las ambiciones personales de un desnaturalizado ególatra- clamaron desde el principio por la patria, intentando tocar la fibra sentimental de los habitantes, para que conocieran a Cuba primero y al extranjero después, con aquel canto que se convirtió en un himno bastante bobalicón:

“Oye, tú que dices que tu patria no es tan linda,
oye, tú que dices que lo tuyo no es tan bello,
yo te invito a que busques por el mundo
otro cielo tan azul como tu cielo.
Una luna tan brillante como aquella
que se filtra en la dulzura de la caña…”.

Pero ya no hay caña, ni dulzura. Y la luna que queda está sumamente ocupada tratando de iluminar el país.

Un país que, no lo olviden, está como está porque la misma cancioncita lo avisaba: “Un Fidel que vibra en la montaña/ un rubí, cinco franjas y una estrella”. Ahí lo tienen, vibró tanto y para tantos lados, de día y de noche, pa´ rriba, pa´ bajo, que lo viró todo al revés. Todavía, si lo hubieran embalsamado o momificado cuando, por fin y gracias a Dios, se murió, habría cierto turismo. El de los cubanos dispersos por el mundo para comprobar que fue verdad que se marchó. Pero así, en una piedra…Hmmmm.

Por eso pasa lo que pasa y falla lo que falla. Díaz-Canel, que reúne las condiciones para ello, se resiste a ponerse una nariz roja sobre el gran apéndice nasal y visitar las provincias bailando y haciendo malabares. Chistes no, que ya la vida les ha hecho muchos chistes crueles a los cubanos, y allí no fumé.

El puntillazo lo acaba de dar esta nota reciente: “La industria turística de Cuba sufrió un duro golpe este viernes, con la eliminación de 26 hoteles de la Isla de la oferta de la agencia de viajes canadiense Sunwing Vacation”.

¿Y ahora qué harán los de GAESA? ¿Se disfrazarán de turistas y entrarán por los aeropuertos para alojarse en los hoteles que han levantado de manera enfebrecida? Sería interesante ver la reacción de algunos cubanos viendo a estos tipos camuflados: -Asere, mira cómo se parece el ruso ese al coronel Agapito, el de mi barrio-. O también: -¿Quién me iba a decir que el capitán Chepín tenía un doble en México, elmío?

Creo que una de las formas de reactivar el interés de los turistas es hacer atractivo lo no atractivo, es decir, atractivar lo desatractivado. Y eso pudiera hacerse usando lo negativo como si fueran juegos o aventuras. 

Por ejemplo, el turismo (de cualquier parte del mundo, pero fundamentalmente del primer mundo) que quiera conocer el tercer mundo (Cuba está ya entrando al cuarto o al quinto), como si fueran a vivir la aventura de su vida. La emoción de ir y no enfermarse. De caminar sin que los asalten y los maten. De visitar los hogares de los nativos sin que se desplome el techo sobre ellos.

A continuación, algunos juegos grupales en los que pudieran participar los turistas:

-Safaris para matar mosquitos.
-Safaris para cazar ratas y ratones.
-El juego de dónde apesta más.
-Ir a escuchar hablar sandeces a Díaz-Canel (en ruso y en español) aunque pudiera diversificar los idiomas.
-Asistir a una golpiza de los Avispas Negras.
-Encontrar tu habitación en medio de un apagón.
-Buscar el sombrero de Camilo Cienfuegos (si no se ha deshecho en menudos pedazos).
-Cruzar baches en bicicleta sin sufrir accidentes.
-Hacer excursiones a los barrios y descubrir de una sola mirada quiénes desayunaron ese día.
-Escuchar a la Machi Lis Cuesta contar intimidades de su nuera Ana de Armas.
-Hacer excursiones a pueblos del interior y adivinar quiénes son los chivatos.
-Competencia de quién llega último al asalto al cuartel Moncada.
-Disfrazarse de Randy Alonso.
-Bailar flamenco imitando a Antonio Gades frente a la casa de Raúl Castro.
-Encontrar la pata de gallina -el bilongo- bajo las montañas de basura.
-Enfrentarse a un grupo de chinches sin armas.
-Hallar algún logro de la revolución.

Puede que el país no se llene de inmediato de turistas que teman a los inconvenientes de la falta de agua y los apagones. Pero hay esperanzas, de acuerdo a esta noticia reciente: “Los hoteles en Cuba tendrán generadores de respaldo si vuelve a ocurrir un apagón nacional”.

Mientras no desembarcan extranjeros en la isla, el pueblo pudiera vivir en esos hoteles.

 


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