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Ablandamos y eso les duele

Los personeros del régimen cubano lo dijeron, y eso ha sido un alivio para la población: no habrá otro apagón nacional. Será el mismo de antes. El de siempre, que para eso son continuidad.

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¿Qué ha logrado la "revolución"?
Armando Tejuca | ¿Qué ha logrado la "revolución"?

Actualizado: November 5, 2024 8:43am

Por fin, los personeros del régimen cubano lo dijeron, y eso ha sido un alivio para la población: no habrá otro apagón nacional. Será el mismo de antes. El de siempre, que para eso son continuidad.

Puede parecer una mala noticia, pero no. Como toda la obra de la revolución, lo que se cree que sí, es no; y lo que uno cree que no, es simplemente tampoco, o sea, lo que parece, perece, y lo que no perece es que nunca nació. De manera que, en ese apagón perenne, la temida luz al final del túnel con la que se representa a la muerte, no existe. Como aquel vasito de leche que prometió el general y que otro general quiso cambiar por un avestruz.

Lo malo de lo bueno es que uno seguirá estando vivo en la isla, sin saber por qué, ni para qué, ni cómo, ni hasta cuándo. Y no quiero hablar de comer, que entre las conquistas del proceso iniciado en 1959 está el evitar que la gente pierda tiempo masticando. Y de ese modo combatir el colesterol. Lo único que puede y debe estar en alto siempre es la guardia.

Es cierto que todavía falta un poco para construir el socialismo, entre 300 y 1200 años, según los expertos, pero quién quita que se haga antes. Es una lástima que nadie pueda recorrer las ciudades y pueblos de la isla para ver si alguno de esos logros permanece en pie, comenzando porque a esta altura muy pocos cubanos pueden permanecer en pie. Que un pueblo o una cuadra no se hayan derrumbado, es ya una victoria. El mal estado de calles y carreteras impediría cualquier recorrido posible

Como se acerca el fin del año 2024, es hora de hacer un resumen de todos los logros de la revolución cubana. Pero, como desde hace bastantes días que no hay luz, no se ve ninguno. Y eso tal vez es un logro en sí mismo.

Hay, sin embargo (abajo el embargo!) ciertos logros que han superado lo que se logró, incluso malográndose. Entre ellos, por ejemplo, la alfabetización, cuando se enviaron a los montes a miles de cubanos a enseñar a leer a otros miles que ya sabían hacerlo, pero no se habían dado cuenta o no sabían que lo necesitaban. Más tarde, a muchos de ellos se les olvidó, incluso a los que fueron a enseñar. La idea, en el fondo, era que le escribieran a Fidel Castro, y eso fue una manera novedosa de hacer un censo de población y vivienda y tener a la gente fichada. También, de paso, los prepararon para leer el periódico Granma. Cuando uno hojea ese diario, enseguida desea ser analfabeto.

Otro de los grandes logros ha sido la deuda externa. No solo es externa, sino que también parece eterna. El compañero Fidel dijo un buen día que “la deuda externa era impagable”, y no pagó más, porque siempre vivió del dinero de los demás. Y ahora nadie en el mundo le presta un peso a la isla. El día que los acreedores se pongan de acuerdo para cobrar lo que les deben, los pocos cubanos que queden van a tener que irse a vivir a otro país.

¿Y qué me dicen de la ganadería? El Delirante en jefe comenzó a jugar con la genética mezclando Cebúes con Holstein, y Holstein con búfalos de agua, y F1 con F2, y un buen día no quedaron más vacas. Él las quitó para que los cubanos pudieran ver el horizonte y nada estorbara la vista.

Otra conquista fue la dictadura del proletariado. En eso nos ayudó la Unión Soviética, a la que le decíamos “la hermana Unión Soviética”, para no pagarles la deuda. Y un buen día Cuba estaba llena de obreros y campesinos, y cuando gritaban “proletarios de todos los países, uníos”, se llenaba la plaza. Eran fáciles de movilizar y en eso se pasaban el año, participando en actos políticos en lugar de trabajar. Ahora solamente quedan la dictadura y dos o tres proletarios que se exponen los fines de semana en el Museo de la Revolución. Aunque en Bayamo hay uno que dice ser proletario por cuenta propia.

Y en la tortura se han hecho avances innegables, empezando por todas las nuevas leyes que han nacido desde que está el Puesto a Dedo. Son tan extrañas, complicadas y contradictorias que uno lamenta que el estado no gradúe más siquiatras. Los policías de antes no sabían pegar. Golpeaban como mariquitas, como si no quisieran hacerle daño a la gente. Hoy hay que ver lo bien que manejan las tonfas. Tal parece que nacieron con ellas en las manos. Así se le advierte al enemigo y, de paso, se ablanda al pueblo.

De acuerdo a organismos internacionales “la tortura es todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales”. Hay quienes se niegan a creer que el causante de todo el desastre no torturaba a los cubanos hablando durante seis o siete horas en discursos que transmitían por todas las emisoras y canales y que luego publicaban en los diarios y revistas. El que hoy finge como presidente no habla tanto, pero cuesta tanto trabajo entenderlo que es como la Shakira, el potro y la bicicleta, torturas que ya van siendo clásicas en prisiones y estaciones de policía. 

Otro de los sueños que cumplió el proceso revolucionario ha sido la vivienda. Hay que ver a qué precios tan bajos se están vendiendo casas y apartamentos para abandonar el país. Otros dejan sus habitáculos por falta de paciencia. No saben esperar por los materiales o ponerse a aprender a hacerlo como en otros países del mundo, con caña y barro.

Es cierto que la vivienda no es una situación ideal. El obeso Marrero (obeso por vocación), primer ministro del régimen informó que “en los primeros ocho meses de 2024 solo se construyeron 5.262 viviendas, de las 13.492 planificadas”. Y la gente se pregunta “por qué, si no hay cemento ni acero, se siguen construyendo hoteles para GAESA, o apartamentos para militares”. No se dan cuenta de que esa es otra jugada del enemigo, que aprovecha el bloqueo para dejar que solamente entren a Cuba ese tipo de materiales, muy incómodos y poco prácticos en las viviendas de la gente simple.

Y una última cosa que ha logrado la revolución: el patriotismo. Hoy el cubano es más patriota que antes. Tiene tanto patriotismo por dentro, que lo disimula, no vayan a pensar que es otra cosa.

El cubano sabe ya, de corazón, que “morir por la patria es vivir”. Por eso están así los hospitales. Y como ya todos sabemos lo que es morir y que eso solamente suena bien dentro de la patria, se elige vivir, pero en cualquier otro lugar de este mundo ancho y ajeno.