Skip to main content

La lepra del año

La Letra del año, que tradicionalmente dan a conocer los babalawos cubanos reunidos, y que ahora son, principalmente, dos –las predicciones, no los babalawos–, ha levantado ronchas

Image
Letra del Año 2023
Armando Tejuca-ADN Cuba | Letra del Año 2023

Actualizado: Tue, 01/10/2023 - 17:33

La Letra del año, que tradicionalmente dan a conocer los babalawos cubanos reunidos, y que ahora son, principalmente, dos –las predicciones, no los babalawos– ha levantado muchas ronchas y discusiones.

Es como hablar de la “Y” y la doble “L”, la “Ll”. Suenan igual, pero no son lo mismo. No caminan de la misma manera ni sirven para nombrar las mismas cosas. Una es latina y la otra es griega. Aunque en el caso de la llamada “Letra del año”, los vaticinios que hacen los sacerdotes de la regla de Osha (la regla de Ochoa le oí decir a una conductora de televisión prepotente e iletrada) para anunciar lo que va a acontecer en los próximos 365 días, en la Cuba de hoy, no son lo mismo ni suenan igual.

Sería como si en una de ellas, la oficial, la de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, Ifá fuera militante del PCC o perteneciera a algún ministerio, y la otra, la que divulga la Comisión “Miguel Febles Padrón”, de la Casona de Diez de Octubre, viniera dicha y escrita en un lenguaje más humano, más de pueblo, como si Ifá viviera en La Güinera o en Cocosolo y tuviera que hacer la cola del pollo como el resto de los mortales.

Y no es porque los creyentes vayan a andar confundidos entre recomendaciones como que hay que tener “paciencia y serenidad ante los problemas de la vida”, o ser “humildes y sencillos, evitar la violencia y las malas formas”. Eso es fácil de entender y de hacer. Pero las deidades orishas no se pondrán de acuerdo para regentear el 2023, si será Obatalá secundado por Oshún o si la responsabilidad caerá sobre Yemayá, acompañada por Orishaoko.

Después de que los orishas fueran vigilados tantísimo tiempo con saña y seña, que Yemayá no podía levantar ni una ola, ni Babalú entrar a un policlínico a curarse una llaga, la dictadura optó por permitirles deambular, sin mucho entusiasmo, y, al ver que renacía la fe del pueblo en ellos, quiso sumarlos, doblegarlos, hacerlos miembros de la nomenclatura al punto que no sé cómo no han puesto a Elegguá sustituyendo a la virgen del Camino o no han hecho que Shangó desfile un Primero de Mayo.

“El régimen lo ha negado, pero el diferendo es indiscutible, y varios de los sacerdotes de Ifá que pertenecen a los Yorubas Libres han sido hostigados por la policía política”, explicó en un reportaje el periodista Jorge Enrique Rodríguez.

Un sistema donde cualquier atisbo de libertad individual o de pensamiento propio es una amenaza no puede permitir la fe de cada cual y mucho menos la protección que brindan las deidades yorubas. Salir a la calle protegido por Oggún, por Obatalá o por Oshún alerta e irrita al poder. Y si saben que un cubano ha recibido a sus guerreros, movilizan a las Tropas Especiales. Ni Orula ni Shangó pueden estar por encima del PCC, que se sitúa, o sus mismos miembros lo ubican, por sobre la propia constitución del país. Como un Dios supremo.

Otra cosa es que el lenguaje utilizado por esta asociación “oficialista” o “permitida” no llega, por suerte, a la arenga obtusa y mambisa que utiliza siempre el Puesto a Dedo Miguel Díaz-Canel. No convocan a la población a “sacudir la inercia, desterrar el burocratismo y un mayor involucramiento popular en los problemas”, pero lo rozan, lo parodian tanto que Rogelio Palacios, religioso habanero con más de 20 años coronado en Oggún, expresó que “cada año las recomendaciones de la Letra se parecen más a un mural del CDR”. Otro escribió en las redes sociales que: “La letra del año salió en la gaceta oficial del código penal hace meses”.

O como rematara el humorista Enrisco, en una comparación: “Como si a Raúl Torres le hubieran encargado componer la letra del año: esa mezcla de informe del Partido con Casa de Cultura de Arroyo Naranjo. Para que luego no se diga que el castrismo ha sido incapaz de crear una cultura”.

No es de extrañar que la predicción de la asociación oficialista diga esto: “Para 2023, pronosticaron un incremento de enfermedades asociadas a la garganta y la columna vertebral, y de las enfermedades transmitidas por vectores”. Lo de la garganta es un claro mensaje de lo peligroso que es abrir la boca en Cuba y, sobre todo, gritar pidiendo libertad.

Lo de la columna seguro tiene que ver con los leñazos que reparte “la monada” y eso de “enfermedades transmitidas por vectores” tiene una errata. En lugar de “vectores” se quiso decir “sectores”. De la policía, claro está.

En el montón de cosas malas que nos caerán en el 2023, según esta Letra del año pasada por la Asamblea Nacional del Poder Popular, se encuentran predicciones como esta: “alertar a las autoridades competentes en cuanto al excesivo empleo de bioquímicos en las viandas, frutas, embutidos y alimentos en general por sus consecuencias nocivas a la salud”. Cuando se debería alertar a las autoridades si de pronto hay viandas, frutas, embutidos y alimentos.

También predicen, entre una docena de “acontecimientos de interés social”, “crecimientos en el sector de la alimentación, pactos entre potencias militares, catástrofes naturales en el mar, pérdida de libertad por el incremento de las indisciplinas sociales, inestabilidad para algunos por la guerra, beneficios para otros por la guerra, temores e incertidumbre producto de los futuros cambios”.

Hay que entender la esencia de algunos términos. Cuando dice que habrá “crecimientos en el sector de la alimentación” no significa que se cosecharán malangas más grandes ni mayor cantidad de papas por surco. Cuando se habla de “catástrofes naturales en el mar”, no se traduce en que darán menos pollo por pescado, ni que se hundirán las embarcaciones de los guardacostas cubanos, sino que posiblemente el mar se retire muchísimas millas o que no haya olas y se pueda llegar a pie a los Cayos de La Florida.

Y cuando avisa de la “pérdida de libertad por el incremento de las indisciplinas sociales”, es que los violentos saldrán a reprimir sin ninguna disciplina, a su aire, con absoluta libertad para repartir gaznatones y coces, sin hacer caso a sus superiores. También confiesan su “preocupación por la tendencia al envejecimiento poblacional”, que es prácticamente ley de vida en un pueblo que ha estado largos años esperando algo y también por “el éxodo de los maestros hacia otras profesiones”, por ejemplo, de camareros en Miami.

Pero no solo confunde el lenguaje y el contenido de algunas advertencias, muy similares a las preocupaciones de ciertos círculos oficiales. Muchos se preguntan por qué dos Letras si hay una sola Cuba.

Se equivocan de a lleno las dos. La deidad regente para el 2023 no será Obatalá ni Yemayá, sino el Ministerio del Interior y la Seguridad del Estado.