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Hasta Santiago a pie

En Cuba habrá que ir, de provincia en provincia, de pueblo en pueblo, echando un pie. A pierruli, a pata limpia.

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El problema de la transportación de pasajeros es uno de los tantos de un país en ruina
Armando Tejuca | El problema de la transportación de pasajeros es uno de los tantos de un país en ruina

Creado: January 29, 2025 8:21am

Actualizado: January 29, 2025 8:35am

Al final, los Hermanos Bravo van a tener razón y aquella conga sabrosísima que convidaba a usar los pieses para trasladarse por el suelo insular, resultó ser una premonición: habrá que ir, de provincia en provincia, de pueblo en pueblo, echando un pie. A pierruli, a pata limpia.

Ahora es que se descubre que aquellas marchas de los 62 kilómetros que le sonaban a la gente eran puro entrenamiento. Eso tiene su parte buena: es casi gratis y se puede partir desde el punto que el viajero elija.

Pero claro que el ejercicio vendría mejor con música. Para ello se recomiendan instrumentos de percusión, o, en su defecto, un jarro de aluminio y una cuchara. El cubano le saca música a todo con una lata y un palo.

Entonces, ligeros de equipaje y con el destino bien claro (no el destino del país, que ese no lo adivina ni Dios) se empieza a caminar cantando:

“Aguacero de mayo”, y el coro entra diciendo: “Agua, que va a llover”. Ya cuando los músculos estén ligeramente calientes, se olvida la lluvia, y con la sequía a cuestas viene un corito que dice:
“Bombo, bombo, bombo kinigua
Orico chacha, bombo, bombo, bombo kinigua, Orico chacha”.

Y manteniendo el paso, moviendo las caderas, las manos y los ojos, el caminante conguero entra de a lleno en el meollo de la cosa gritando: 

“Ven que le voy a mi gallo pelón, a mi gallo pelón
Yo le apuesto millón, millón”. Y sin perder el tiempo ni el ritmo, ya uno avisa destino del viaje y medio de transporte:
“Oye, mira, me voy a pie
Hasta Santiago a pie.
Caminando, negra, me voy a pie.
Hasta Santiago a pie”.

Dudo que esa manera sencilla de viajar moleste a las fuerzas del orden o que la confundan con una protesta. Lo más que pudiera pasar es que, algunos policías, recordando su origen y extracción, se sumen a la conga y acompañen a los viajeros hasta el mismísimo Santiago.

Muchos de seguro dirán que estoy exagerando, que Cuba cuenta con la ayuda solidaria de… Ya ni sé de quién, pero como siga así la isla, los únicos que podrán hacer donaciones serán los bereberes. Un par de camellos por provincia y asunto resuelto.

Y si no me creen que llegó el día de ir a Santiago a golpe de conga, apretando lo que hay que apretar y dándoles a los pedales, vean la noticia, una de ellas: “El estado calamitoso en el que se encuentra el transporte en Cuba es una de las agonías que sufren a diario los residentes en el Isla, toda vez que, ya sea por falta de combustible o baja disponibilidad técnica, los medios de este sector han disminuido considerablemente”.

Hemos llegado, por lo tanto, a la tracción animal por culpa de unos animales que siguen pensando que el pueblo siente por ellos atracción animal. Carros fúnebres tirados por mulos y burros, ambulancias remolcadas por bicicletas. Para lo único que hay transporte es para llevarte preso. Ahí sí que no faltan combustible ni piezas. Aunque, mirando el coeficiente mental de los que manejan esas patrullas, creo que también califican como “tracción animal”.

Habrá sus excepciones, por supuesto. Ya es casi imposible viajar desde Batabanó a Isla de Pinos, ese lugar que el Delirante en jefe, sin permiso del pueblo, rebautizó como “Isla de la Juventud”. Las naves que hacían normalmente ese recorrido están muertas o heridas de muerte. Y otro tanto sucede con la familiar y tradicional lanchita de Regla, que hace rato no es una excepción, sino la regla.

Pero eso se va a resolver de manera patriótica, similar a la tradicional marcha de las antorchas, pero por agua. Las autoridades cubanas (léase los que meten constantemente la pata), ayudados por la juventud comunista y el departamento ideológico del partido, están sopesando la idea de hacer un homenaje a Julio Antonio Mella, fundador de aquel partido y asesinado por sus camaradas. El acto sería continuo y constante: ir a Regla a nado. Porque Mella cruzó nadando la bahía de La Habana, y todo el que llegue de esa manera a Regla o a Casablanca tendrá un racimito de plátanos o un jurel congelado.

De manera que ya es una acción heroica ir a ver a tu abuela a Morón, aunque vivas cerca de Morón. Y olvida tener una novia en Contramaestre si vives en Palma Soriano. Ni por agua, ni por tierra, ni por aire. Ni tren ni guagua, si las estadísticas lo dicen: “En el primer semestre de 2024, la Empresa de Ómnibus Nacionales de Cuba dejó de transportar a más de 700.000 viajeros”. Pero, hay sus sorpresas esporádicas, claro, y el estado se hace el bobo: “Mientras justifica el pésimo estado del transporte público y de las carreteras con la falta de financiamiento, el Gobierno de Cuba recibió de China un lote de ómnibus Yutong y ZhongTong, que serán destinados al turismo”.

Pero los mandamases, esos tipos de muela fácil (muchos de ellos graduados en el Instituto Superior Mario Moreno “Cantinflas”), además de echarle toda la culpa de los males pasados, presentes y futuros al bloqueo, se paran bonito y dicen cosas como estas: "El contexto en el que se desarrolla la transportación pública de pasajeros en el país es muy adverso, marcado por elevadas dificultades materiales y financieras, e inestabilidad en la disponibilidad de los recursos básicos".

Mas, la esperanza tarda, pero llega. “El gobierno  cubano adquirió un lujoso avión privado para el presidente Miguel Díaz-Canel, gastando más de 10 millones de dólares en plena crisis económica y social”. Hay gente molesta con eso, pero es que no entienden la vergüenza que nos daría si el Encargao de lo que queda de país sale a llorar miseria por ahí en una avioneta transportation. No, tiene que ir en algo sólido, seguro y elegante. Sobre todo, seguro, que ya una vez cayó al mar el billete de 20 pesos.

Y a lo mejor, mientras Díaz-Canel o su señora esposa no lo usan, el avión va recogiendo gente por las provincias, pero no a cualquiera, sino a los revolucionarios que lo necesiten realmente.

Por los demás, qué más da, si peor no se va a poder estar. Con luz, sin luz, sin agua y sin “iriampo”, pero con cultura y alegría: 

“Oye, mira, me voy a pie
Hasta Santiago a pie.
Caminando, negra, me voy a pie.
Hasta Santiago a pie”.