Presa política Lizandra Góngora en delicado estado de salud

La situación de la presa política cubana Lizandra Góngora se torna cada vez más delicada y preocupante. Recluida en la temida prisión de Los Colonos, en la Isla de la Juventud, la activista opositora de 37 años atraviesa un crítico cuadro de salud que amenaza su integridad física y su propia vida.

A principios de este mes, Góngora fue diagnosticada con un fibroma uterino de cinco centímetros de tamaño, una afección que se ha visto agravada por complicaciones derivadas de su condición de sicklemia y una inflamación en los ganglios de las cuerdas vocales.

Según ha denunciado su esposo, Ángel Delgado, ante Diario de Cuba, la líder opositora enfrentó una grave hemorragia recientemente a raíz de un folículo reventado. Si bien el médico que la atendió descartó un riesgo inminente, advirtió sobre eventuales complicaciones de no tomarse las precauciones adecuadas.

En un desesperado intento por brindarle atención médica digna, Delgado ha solicitado en reiteradas ocasiones el traslado de su esposa a un hospital en La Habana, ante la manifiesta carencia de recursos en la prisión donde se encuentra. No obstante, hasta el momento, sus gestiones han sido infructuosas.

"Aún no ha conseguido sacarla de la prisión", lamentó el afligido cónyuge, quien ha enfrentado todo tipo de trabas burocráticas por parte de las autoridades penitenciarias.

A la precaria situación sanitaria se suman los tremendos obstáculos de índole logístico y las intimidaciones que recibe Delgado por su incansable labor de denuncia pública sobre el caso que ha conmocionado a la opinión pública nacional e internacional.

"Yo paso mil trabajos para llegarme hasta allá con nuestros hijos las pocas veces que puedo ir. A eso súmale que la Policía me ha puesto seis actas de advertencia por todas las denuncias que hago sobre la situación de ella", reveló con amargura.

Madre de cinco menores de edad, Lizandra Góngora fue condenada a 14 años de prisión en 2021 tras participar en las históricas protestas del 11J que sacudieron al régimen cubano. Su "delito": exigir públicamente el fin de la dictadura, algo que venía haciendo periódicamente antes de las manifestaciones callejeras.

Desde entonces, la opositora se ha mantenido firme en su campaña de denuncia sobre las penurias carcelarias, siendo sometida incluso a amenazas violentas de otras reclusas pese a sus reiteradas alertas a las autoridades penitenciarias.