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El futuro no será tan luminoso

No debe extrañar que la labor de Díaz-Canel esté siempre acompañada de extraños fenómenos naturales. Él es, en sí mismo, un fenómeno.

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El futuro no será tan luminoso
Armando Tejuca | El futuro no será tan luminoso

Actualizado: Mon, 07/01/2024 - 08:30

Llegó el verano y el PCC y el Puesto a Dedo Díaz-Canel están contentos. 

Y cuando un militante del partido comunista de Cuba está contento, casi ni se le nota, porque no sabe estarlo o le da miedo demostrarlo. Sin embargo, es algo bueno. Sólo los cristales se rajan. Los hombres mueren de pie.

Y digo que ahora están contentos por una razón líquida y húmeda: llueve torrencialmente. Claro que no es la alegría del campesino, a quien ellos mismos no dejan sembrar lo que su sabiduría milenaria le dice que siembre. Ahora, con las intensas lluvias, tienen a mano la justificación perfecta para la situación. Si el cubano está con el agua al cuello, es por el cambio climático. El habitante de la isla nunca llega al clímax de nada, pero el clima sí llega a él.

Se completa la fórmula: clima-bloqueo, que ahora también se complementa con la corrupción. Pero, como la corrupción los retrata y les quita méritos, la ponen bajo la alfombra. Y cuando uno oculta algo, sobre todo la verdad, se incrementa la corrupción. 

No debe extrañar que la labor de Díaz-Canel esté siempre acompañada de extraños fenómenos naturales. Él es, en sí mismo, un fenómeno. Y es también lo menos natural que le ha sucedido a Cuba, esa isla cada día más esquelética y raquítica, casi patética. Si Fidel Castro anduvo siempre con un peligro nuclear en los bolsillos, Miguelito Puesto a Dedo trae una desgracia atmosférica: tornados, ciclones, aviones que se estrellan, meteoritos y ministros que defecan y hunden más la economía.

Por suerte, siempre lo saca a flote el Partido, que es también él mismo, o eso dicen. Pero el agua sube y las ciudades se inundan, y no de riquezas. Y cuando el agua sube, el Partido baja. Y es bueno, porque lo tenían tan alto, tan alto, tan alto, que iban a tener que hacerle el proceso de crecimiento a Dios, para que fuera militante.

El futuro está ahí. No, allí. O a lo mejor un poco más para allá. Pero hay que preparar al pueblo para que el futuro sea realmente un futuro, y dejemos atrás el presente para que se convierta en pasado. Por eso el buró político del PCC, la élite del pensamiento humano y cubano, quiere preparar al pueblo, porque no hay nada más terrible que la gente tan mal preparada, que parezcan que acabaran de graduarse de la Escuela Nacional de Cuadros Ñico López. Sería terrible que el pueblo se desanimara, o lo que es peor, que llegue el futuro y no lo reconozcan.

Ya se sabe que ni el Partido ni sus miembros, prominentes y deprimentes, están capacitados para dirigir algo, por muy dirigible que parezca. Está más que comprobado que no van a poder construir nunca el socialismo (gracias a Dios), porque han demostrado su absoluta nulidad para construir algo útil y conservarlo. De hecho, están a punto de retirarles la licencia de construcción. 

Aunque siempre quedará algún despistado que conserve la ilusión de edificarlo, porque goza viendo sufrir a la gente, y para eso debería antes salvarla, a toda la gente o a unas cuantas solamente. Por esa razón, y viendo la caída libre de la Cuba revolucionaria, que pasó del tercer mundo al quinto o al sexto, y que vive de milagros y donaciones (la más reciente, en alimentos, ha llegado de Mongolia, y “son para 2.900 embarazadas y más de 44.600 'personas en situación de vulnerabilidad' de Villa Clara y Cienfuegos”, y eso que los mongoles no embarazaron a ninguna de ellas), el PCC intenta preparar a la población para el futuro inmediato y quiere guiarse por lo que hacen los perros callejeros en Moscú.

“Científicos rusos han estudiado a los perros callejeros de Moscú y su evolución desde la caída del comunismo. Estos animales han demostrado una capacidad de adaptación al medio y a las nuevas circunstancias que supera en muchos casos con creces a la de los humanos”. Algunos miembros del Comité Central del partido cubano han sugerido probar a algunos de esos perros como dirigentes municipales y provinciales en el país.

El estudio dice lo siguiente: “Una de las habilidades desarrollada por estos canes es su costumbre de coger el metro por las mañanas para llegar al centro de Moscú y volver a cogerlo por la noche para volver a sus hogares. En el centro de la ciudad se pueden obtener fácilmente alimentos, pero no dormir con comodidad”. El único problema para el futuro del país, fundamentalmente de la capital, es que aquel hermoso proyecto del metro habanero jamás se terminó, incluso, ni siquiera se comenzó. El proyecto cayó en las manos creativas del Delirante en jefe, y La Habana terminó pareciendo un queso gruyere. El subsuelo tiene casi tantos agujeros como la cara de Randy Alonso.

Así que, para enseñar a los habaneros a irse a dormir a Párraga o Mantilla, Palo Cagao o La Güinera, Regla o Guanabacoa, e ir cada mañana a La Habana Vieja o El Vedado a tumbarles los alimentos a los turistas, habría que consolidar, ante todo, una óptima red de transportación. Si no puede ser el metro, pues hacerlo en centímetros o milímetros. Porque si los perros rusos utilizan “su capacidad de seducción, sobre todo a mujeres y niños que se sientan en bancos de los parques a comerse un sándwich o aperitivo, colocándose junto a ellos con ojitos tiernos y quejidos suaves propiciando, en la mayoría de las ocasiones, que sea el perro el que acabe con parte del festín” cualquier ciudadano de Cuba puede hacerlo. Es lo mismo que ha aprendido a hacer Díaz-Canel cada vez que viaja al extranjero y pone sus ojitos como si no comiera desde que cayó Fulgencio Batista.

Pero veo difícil que el partido comunista pueda ayudar a que los cubanos desarrollen esos métodos de supervivencia. Siempre hay un agente de la seguridad del estado o un vulgar policía interrumpiendo la creatividad del ciudadano.

En un frío análisis científico, desapasionado y pausado, viendo cómo sufre el pueblo cada día más, que no duerme ni come por los apagones, el calor, los mosquitos y las epidemias, y que, de manera inversamente proporcional los ministros, jefes, jefazos, jerarcas, jenízaros y dirigentes aumentan su volumen corporal, lo más probable es que, en un futuro próximo, es decir, en cualquier momento, la gente decida merendarse a toda esa plaga de impresentables que se burlan en la cara de las personas.

Sería la primera república antropófaga y caníbal del mundo moderno, reconocida por la FAO, la UNU, la UNESCO y las organizaciones gastronómicas del planeta.

Se hundirá la industria turística, porque nadie querrá ir a la isla para que se lo coman, aunque sí que pudieran ir a ver comer.