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Échale tierra y tápalo

Pareciera que iban a comenzar a cantar el estribillo de ese tema jocoso de Ñico Saquito, precisamente santiaguero, para burlarse de las promesas que hizo Ramiro Valdés en Santiago de Cuba

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Dictador cubano Fidel Castro
Armando Tejuca | Dictador cubano Fidel Castro

Actualizado: Thu, 06/29/2023 - 08:53

Ramiro no es la excepción, como ninguno de ellos tampoco. Desde aquella madrugada remota en la que el coronel Aureliano Buendía llevó a Fidel Castro a conocer el hielo y a asaltar el cuartel Moncada y se perdieron, mucha gente ha mentido en Santiago de Cuba. Todos, con ese afán de no comprometerse de manera personal con la desastrosa realidad cubana, además de seguir al pie de la letra un guion común, se pasan el muerto con asombrosa celeridad como diciendo: “Que lo pague el que lo mató”, y unánimemente miran una foto del Delirante en jefe, que les dejó el territorio nacional en candela y sin agua para apagarlo.

Ramiro, que parece tener una idea distinta de para qué se hizo la revolución, porque fue de los que metió la pata desde el principio, dijo hace poco en esa ciudad, que fue rebelde ayer, pero no sabe cómo ser hospitalaria ni heroica con tanto dengue, chinches y 4.766 casas con pisos de tierra, que “La Revolución se hizo para dignificar a los humildes” y por eso mismo, aunque muy pocos lo entiendan a estas alturas, “'a pesar de las carencias tenemos que continuar edificando viviendas, primero, para los más humildes”.

Para cumplir con ese precepto y no cometer injusticias, es necesario hacer a cada solicitante una breve y sencilla entrevista. En las sedes de los Poderes Populares municipales y provinciales, e incluso dentro de las patrullas de la policía, se impone identificar quiénes necesitan con más urgencia una vivienda. El funcionario le mirará los ojos al ciudadano, intentando descubrir cualquier pizca de engaño o de mala fe. Y preguntará, con voz sencilla y calmada, si le gusta la actriz Corina Mestre o si escucha las canciones del dúo Buena Fe. Y luego vendrá la pregunta que lo define todo: ¿Es usted humilde?

Luego de cerciorarse de que el solicitante no miente y de que las cinco cajas de solicitudes están en regla, revisadas y verificadas por todas las instancias del gobierno, para evitar manipulaciones, corrupciones y malas actuaciones, así como amiguismo y favoritismo, que no son afines al socialismo, se pasará a valorar la gravedad del caso: si el ciudadano no posee nada o si lo que posee está en tan mal estado que lo dejará de poseer muy pronto; si hay algunas soluciones intermedias, parches, soluciones temporales que algún día se solucionarán o si el ciudadano presente es un caso perdido, a quien entregarle una vivienda sería un gasto evitable porque pudiera ir a reunirse con familiares, dentro o fuera del territorio nacional. O a algún hospital siquiátrico, un asilo, o engrosaría las filas de ese nuevo contingente que recorre las calles de Cuba: la “Brigada Caballero de París”.

Y, por supuesto, habrá casos y casitos, problemas y problemitas, humildes y humilditos. Así que las investigaciones a los solicitantes deberían ser exhaustivas, pero justas. Este es un ejemplo de cómo se debiera proceder para no incurrir en gastos innecesarios que culminarían con un derroche de recursos:

-A ver, compañero, ¿cuál es tu problema? - pregunta el funcionario de la Vivienda -Que el techo de la sala hace años amenaza con caernos encima. Si no nos mata, o no podremos salir o no vamos a poder entrar-. El compañero del estado se sensibiliza, se le ve en los ojos, y pregunta: 

-Pero hasta ahora no se ha caído ¿no? Yo le aconsejo que salgan y entren pegándose a las paredes, que ahí la afectación no es tan grave. Se protegen y esa postura es buena para la columna. El próximo.

Y anota en una planilla alguna recomendación, para mejorar el desplazamiento dentro de la vivienda mientras no se caiga el techo, como gestionarle a la familia algunos kayaks para que puedan entrar y salir. O enviar a un inspector a cerciorarse de que la vivienda aguantaría la fabricación de un túnel bajo las baldosas de la sala, desde la puerta de la calle hasta el baño. En definitiva, la cosa es resolver, ayudar, hacer más con menos. Y dejar recursos para los más humildes.

Muchos dirigentes olvidan que el Artículo 71 de la Constitución cubana "reconoce a todas las personas el derecho a una vivienda adecuada y a un hábitat seguro y saludable”. Algunos piensan que, si han venido de otras provincias, debían haberse echado la casa encima y no esperar que la revolución gaste materiales haciéndoles otra en el lugar que escojan. La gente debía imitar a los caracoles, que no salen a la calle sin cargar con el techo. Otros piensan que los necesitados pudieran ubicarse en otros sitios ya construidos: habrá que revisar las condiciones de las innumerables celdas en las demasiadas prisiones cubanas para ver si esa pudiera ser la manera más directa de la policía y la fiscalía de la dictadura de entregar un techo a los ciudadanos. Pudieran ser celdas para parejas o galeras donde quepa una familia.

El estado quiere resolver el problema de la vivienda, pero ni el bloqueo ni el calentamiento global lo dejan. Cada vez que se están acercando a una cifra satisfactoria, cuando ya se prepara el acto masivo para celebrar, el imperialismo manda un tornado, un huracán, una explosión o lluvias tan intensas que se olvida la sequía de los últimos veinte años. Y como hay 4.766 casas con pisos de tierra en Santiago de Cuba, que Ramiro Valdés quiere resolver con las micro brigadas, a alguien se le encendió la chispa y mandó primero a visitar cada una a Gerardo el espía.

Y Gerardo se les apareció con una regadera en la mano y una simiente de piña en la otra y les explicó cómo hacer un sembrado de esa exquisita fruta en la sala, el comedor y las habitaciones. Y así todos contribuyen a la economía y se alimentan. Y Cuba se puede convertir en el mayor productor de piñas a nivel mundial, con la población más humilde del globo terráqueo, y también con unos niveles de azúcar en sangre a los que no llegarían los países del primer mundo.

Y si no se pudieran hacer esas micro brigadas, porque los cascos no alcanzan y el cemento tampoco, ni hay transporte para acudir a la obra, se aconseja aplicar soluciones más sencillas. Una especie de “Contingente Guamá”, fabricando bohíos y caneyes como les enseñó Fidel, con materiales ecológicos, protegidos por sembrados de moringa y marabú: la moringa para la alimentación de los aborígenes del siglo XXI y el marabú para impedir el avance del enemigo. Esos feroces soldados yankis que no resisten que Cuba avance hacia ninguna parte. 

Ese sitio en el futuro donde nadie sabrá qué techo lo cubre ni qué se ve por las ventanas. Ni siquiera si hay ventanas.