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Changó tá vení

Cuba se botó pal monte de Lidia Cabrera, a ver si los orishas pueden detener el derrumbe o, al menos, aliviar la catástrofe

Actualizado: November 26, 2024 9:23am

Lamentablemente, o por suerte, Cuba ha llegado al “siá, cará”.

Y como no funcionan los congresos del PCC, ni la aburrida y genuflexa asamblea del Poder Popular ese sí es poder, ni las reuniones de los CDR, UNEAC, ANAP, MINTUR, MINREX, FMC y un largo etcétera, se botó pal monte de Lidia Cabrera, a ver si los orishas pueden detener el derrumbe o, al menos, aliviar la catástrofe, como se dice en esta noticia: “La Casa del Caribe, entidad oficial del Ministerio de Cultura en Santiago de Cuba, informó este lunes de la realización de ceremonias religiosas afrocubanas con el ánimo de contrarrestar las malas energías que pudieran estar incidiendo en el país".

La idea estaba en el aire desde hace mucho tiempo.

Llegará el día en que sea obligación promover a los mejores babalaos de Cuba al Buró Político del Partido. Y que en los congresos de la entidad, luego de cantar el himno nacional, se escuche “Changó tá vení”, pero, de obligatorio cumplimiento, en la voz de nuestra Celia Cruz, porque, si no es así, ni Orula, ni Olokun, ni Orunmila, ni deidad alguna del estado mayor orisha moverá un dedo en favor de la isla.

Lo curioso, lo triste, lo que da tanta rabia es que ahora recurran a esas prácticas los “materialistas” que persiguieron a sus practicantes, los que prohibieron todo acto de esa y otras creencias e intentaron borrar de nuestra historia todas las alusiones a las deidades del panteón yoruba. Aunque en la sombra se seguía cantando y tarareando el tema de Hermenegildo Cárdenas que refleja cómo la gente acude a esa sabiduría ancestral en su tema “Un brujo en Guanabacoa”, que dice: Me boté a Guanabacoa, a casa de un babalao, pa´ que mirara mi casa, y a mí que estaba salao…

Por suerte, mucho de lo que dice la guaracha ha cambiado: “Me cobraron uno cinco, yo solo pagué la mesa, lo gallo, pato y paloma, no entraron en esa cuenta”. Eso era antes, cuando había gallo, pato y paloma. Y habría que actualizar la tarifa, porque suena absurdo lo de cobrar uno cinco. Uno cinco ¿qué? ¿Dólares, euros, libras esterlinas?

Hace muchos años la gente del pueblo se enteraba de cómo podía arreglar su vida con un brujo o una adivina o vidente. Hoy es más fácil: ves el noticiero y sabes que tienes que hacer todo lo contrario. O descubrir qué oculta el Granma. Y en cuanto a la relación de todo lo que hay, multiplicarlo por dos y que resulte todo lo que te falta.

Pero volvamos a esa invocación a “las cosa y lo misterio” que ha hecho La Casa del Caribe, de Santiago de Cuba: "En días atrás, se vienen sucediendo ceremonias y rituales dentro del complejo Osha-Ifa, lideradas por el babalawo Juan Martén Portuondo, Irete Anza, presidente de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba en Santiago de Cuba". Hay que aplaudir ese inusitado esfuerzo que los convierte en adelantados en el país. La única regla que debería funcionar es la regla de Osha. En lugar de permitir que se aparezca el obeso primer ministro Manuel Marrero, hacer un llamado a los santos, más comprensivos y honestos.

Toda Cuba debía felicitar a esos preclaros santiagueros, porque no se les ocurrió invocar al Puesto a Dedo Miguel Mario Díaz-Canel, que tiene osogbo, que está premiado con ófó (pobreza, maledicencia y miseria) y está ñeque. Por eso es dictador de un solo corazón. Así lo atestiguan las desgracias que le siguen desde que le dieron su corona: un avión que cayó, un meteorito, varios ciclones, la tarea de ordenamiento, la continuidad, dos terremotos, varias inundaciones, el incendio de una refinería, el centro Fidel Castro, un apagón total y la entrada de Ana de Armas en su familia.

A pesar de todo eso él ha hecho varios intentos por congraciarse con las religiones afrocubanas. No olvidar el paripé realizado en casa de una santera en la Güinera. Pero tendrá que ser general. No Díaz-Canel, sino la fe y el auxilio de los yorubas. Entregarle a cada dirigente futuro una nganga con sus guerreros. Revisar si están rayados al palo o si ya tienen hecho santo. Rogarles la cabeza a ver si les entra alguna idea y despojarlos, para que suelten todas las malas ideas que les dejó el Delirante en jefe Fidel Castro.

Y cuando abran los actos políticos y de masas, que un coro cante esta invocación:

“Sarabanda Changó tá vení.
Abran paso pa' los de arriba
que vienen bailando el mambo,
Sarabanda malongo.
Ee, zarabanda miyumbaaaa.
Ee, emo panle mo panle.
Emo panle, ee, mo panle,
Sarabanda chango ta vení.

Y al final de cada inútil discurso, después de echar un chorrito de buen aguardiente en las esquinas, no decir la bobería esa de siempre, de patria o muerte, que ha llevado a nuestra tierra a esa desolación miserable.

Que suenen los tambores llamando con su oriki. El itótele y el okónkolo, y que todos, clamando al cielo, mirando hacia el mar donde tantos hermanos se han perdido, digan con voz trémula Orunmila ajana Ifa Olokun a soro dayo. Y manden a la mierda al socialismo, a la revolución, y que caiga un bilongo bien grande y fuerte para todos los que han dañado nuestra tierra.

Entonces seremos una República con aché, donde nadie persiga a nadie por pensar distinto, o por decir lo que piensa.

Y que los esbirros sean fulminados por un rayo, porque, no lo olviden, Changó tá vení.

Está cerquita.


 


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