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El chinito chismoso

Los chinos, que son gente seria, decidieron que la isla era la tierra perfecta para ayudar con arroz e instalar, de paso, algunas bases de espionaje

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¿Bases chinas en Cuba?
Armando Tejuca | ¿Bases chinas en Cuba?

Actualizado: January 16, 2025 8:08am

No sé si es pura curiosidad o deseos de tener el mundo a sus pies recopilando información. Parece que no les basta con invadir al universo con cosas que fabrican en su país, que bien pudieran espiar para ellos, pero en los Estados Unidos crece cada día la preocupación porque Pekín está instalando en Cuba lugares para espiarlos.

Hasta hace un tiempo todas esas acusaciones carecían de base, pero los chinos, que son gente seria, decidieron que la isla era la tierra perfecta para ayudar con arroz e instalar, de paso, algunas bases de espionaje. Y que entonces las acusaciones tuvieran base sólida. Eso tiene también una explicación morfológica: si los chinos no pueden abrir mucho los ojos, entonces habrá que vigilar con los oídos.

Han sido cuidadosos. Lo han hecho despacio y en silencio. Y han aprovechado que Cuba se hunde poco a poco, que la pobreza invade la isla, y ellos se han disfrazado de mala suerte porque han escuchado que lo peor que le puede pasar a un ser humano es “tener un chino atrás”.

Están en Cuba, pero parecen invisibles. Nadie siente el olor a arroz frito, ni a maripositas o a cerdo agridulce. De hecho, el único olor a cerdo que siente el pueblo es cuando se acerca algún dirigente. 

Escogieron nuestra isla no solo por su cercanía geográfica con los Estados Unidos, sino porque siempre han sabido que el pueblo cubano ama a Mao. Se ama a Mao como ahora muchos se erizan con Díaz-Canel, y antes se fue de bruces (de Bruce Lee, para no salir de los chinos) con la figura legendaria del comandante eterno, que un día llegará al cuartel Moncada, aunque ya nadie quiera asaltarlo.

Todos lo niegan. En cada foro internacional Bruno Rodríguez dice que “eso e tlemenda calunia, y que hay que levantal el bloqueo niná ni ná”. Y el gobierno chino, por supuesto, afirma que jamás, que nunca, que ever never forever. Que un chino no necesita espiar para saber los planes del “montluo impelial”.

Pero “vista hace fe” o “ver para creer”. Desde Washington (en narra antiguo se dice “Guasintón”) se basan en análisis de "imágenes satelitales y fuentes abiertas" que "ofrecen una visión sin precedentes de estas instalaciones y proporcionan pistas sobre cómo podrían usarse para espiar comunicaciones sensibles y actividades en la región".

Son cuatro, como los tres Villalobos, o mejor, como aquel libro clásico escrito por el francés Alejandro Dumas (no perteneció a la duma rusa), Los tres mosqueteros. Y parece que han consultado “El Kamasutra” en lugar de las memorias de James Bond, porque poner cuatro bases de espionaje en Cuba, a 90 millas, es poner también en cuatro al país. “Las cuatro bases identificadas con más potencial de servir al espionaje chino están ubicadas en Bejucal, provincia de Mayabeque; El Salao, en Santiago de Cuba; el Wajay, en La Habana; y Calabazar, también en la capital”.

Dice un discípulo del sabio chino Confucio (el creador de la confusión) que bastan dos desalmados para negar fehacientemente una mentira o frenar una bola. Y ahí los tienen, China y Cuba, Cuba y China, juntos hasta la letrina. Aunque son falsos los rumores de que Miguel Mario Díaz-Canel (conocido en Pekín como “El ma Mao”) se sometería a un proceso de “asiatización”, recortándose los párpados, y el primer dimistro Manolo Marrero iba a hacer dieta a base de polvo de arroz para parecer chinos, y que Raúl Castro tiene esa parte adelantada, hay un coqueteo, un guasabeo tipo Yutong, que pone en duda la negación de las bases de espionaje en la isla.

Informantes anónimos nos han reportado que esas instalaciones que dicen, sí existen, y disimulan sus intenciones verdaderas con la apariencia de gimnasios, clínicas de estudios ópticos, un centro de entrenamiento para escoger arroz, una granja de recría de murciélagos y restaurantes particulares bajo estos singulares nombres: Niping, Tsa Lao, Tintang y El flijolito liquísimo. 

Ellos se han ido arrimando lentamente a la isla, haciéndoles guiños a las autoridades con promesas y regalitos, y cuando se dieron cuenta del desastre que provocó la llamada “Tarea de reomierdadentro”, aterrizaron, desembarcaron y se instalaron. Lo iban a hacer en Alamar, pero un experto dijo que allí el reguetón está que da al pecho y ese ruido aturde y distrae. 

Pero la noticia le sigue dando vueltas al mundo: “El Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales revela datos de cuatro instalaciones en Cuba que tienen equipos capaces de recolectar inteligencia de señales”.

Las intenciones son muy fáciles de demostrar. ¿Qué inteligencia le interesaría recolectar a la República Popular China en nuestra isla? La del imperio revuelto y brutal, porque ni en GAESA, ni en el PCC, ni en unidades de las Fuerzas Desalmadas o de la Seguridad del Estado hay ninguna. Y que no se diga de la cúpula de la dictadura o de las organizaciones provinciales. 

Aunque un dirigente haya podido seguir tomando leche después de los siete años, sigue y seguirá siendo cayuco por los siglos de los siglos.

Es probable que, como los extraterrestres, los espías chinos lleven años entre nosotros, pero la prensa ha señalado lo siguiente: “los rumores sobre la presencia de inteligencia de China en la Isla parecen haber comenzado con la visita de Chi, quien firmó un acuerdo que otorgaba a China acceso a varias instalaciones de espionaje electrónico de la antigua URSS en Cuba”.

Cuba avanza, y eso les duele. Y continúa con su continuidad, dolarizando para desdolarizar y colonizando para descolonizar. Y, como afirmó en un resumen el experto Enrisco: “La campaña de descolonización cultural muestra su avance indetenible cuando el diario The Wall Street Journal publica fotografías satelitales de Cuba que revelan la construcción de estaciones chinas de espionaje”.

Quién quita que los chinos salven la isla, aunque haya que mirar para otro lado y le cambien el nombre. 

Pudiera llamarse “El Otlo Lao”.