Intereses, estabilidad y cambio en Cuba
Cuba se encuentra en una encrucijada entre los intereses económicos de unos, los intereses geoestratégicos de otros y la necesidad de estabilidad regional
Actualizado: Tue, 03/07/2023 - 08:28
Cuba se encuentra en una encrucijada entre los intereses económicos de unos, los intereses geoestratégicos de otros y la necesidad de estabilidad regional de todos. Las tres expectativas han adquirido tal avidez que, ante estas demandas, se olvida, pospone o subordina el cambio democrático en la isla.
En efecto, pareciera que todo el sufrimiento, las necesidades críticas, la crisis terminal, los presos políticos y el cambio hacia la libertad, la democracia y los derechos para todos, quedaran en suspenso para dar paso a ese trinomio engañoso y fraudulento que conforman los intereses, la geopolítica y la garantía a toda costa de una supuesta estabilidad. No hay estabilidad duradera en la región cuando al interior de las naciones se va contra la naturaleza humana.
Algunos ejemplos son muy patentes y comprobables:
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Los intereses económicos de algunos empresarios por llegar primero a Cuba y adquirir “derecho de piso” aunque el país se esté desintegrando y se divulgue la apariencia y el gatopardismo de algunos de los “empresarios” que forman algunas de las nuevas Mipymes. Está demostrado, hasta con estudios académicos, que no siempre a los cambios económicos le seguirán obligatoriamente los cambios políticos. Es más, los estudios identifican que los países en los que no ocurren las transformaciones políticas son aquellos en los que abunda el analfabetismo ético y cívico. Este es uno de los males de Cuba, junto al daño antropológico que lesiona las facultades y dimensiones de un grupo de personas, limitando su capacidad para gestionar el cambio.
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Los intereses geopolíticos de algunos países como Rusia, China e Irán, se ciernen sobre nuestra isla por su posición estratégica en el Caribe. Estos intereses se inscriben en las actuales contiendas por hegemonías, o zonas de influencia, pero tienen uno de sus antecedentes en la llamada Guerra Fría, que supuestamente debía desaparecer al caer la Unión Soviética, el campo socialista y el Pacto de Varsovia. Ya vemos que nuevas aspiraciones, esta vez zaristas y terroristas, reeditan las zonas de confrontaciones.
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La búsqueda de la siempre necesaria estabilidad regional, la detención de los éxodos masivos, la lucha contra el narcotráfico en el hemisferio, llevan a países como los Estados Unidos a priorizar, por lo menos en la práctica, esa estabilidad aunque las declaraciones prioricen a los derechos humanos, como si la violación sistemática de estos; los intereses geoestratégicos; los regímenes autoritarios, populistas, totalitarios o postotalitarios, no fueran algunas de las causas de la inestabilidad y la inseguridad regional y global.
Propuestas: sin cambios no hay intereses seguros
La experiencia histórica demuestra que los intereses económicos, comerciales, financieros, nunca estarán seguros mientras no se realicen los cambios sistémicos y estructurales que Cuba necesita. Sin estos cambios hacia la democracia, los intereses de los empresarios caen bajo un umbral de inseguridad y desconfianza cuyo riesgo es impredecible. Tampoco el “cambio fraude” garantizará un Índice de Confianza-País como para asumir el riesgo aceptable en toda inversión.
No estarán tampoco garantizados totalmente los intereses geoestratégicos en países pequeños que necesiten un cambio estructural, porque en el mundo de hoy las hegemonías necesitan de un mínimo de estabilidad y un período de tiempo suficiente para instalarse. Por otro lado, el futuro de Cuba corre gravísimo peligro si se vuelve a ver envuelto en conflictos geopolíticos como la terrible Crisis de los Misiles o Crisis de octubre de 1962, cuando la entonces Unión Soviética utilizó a la Isla antillana como base militar para sus cohetes nucleares.
La actual posición de Cuba ante la guerra de invasión de Rusia a Ucrania es otra muestra de que los errores se pueden repetir. Esas situaciones no deben reproducirse. El mundo ha cambiado y el pueblo ucraniano ha dado un ejemplo convincente.
Por último, pero no lo menos importante: por supuesto que estoy a favor de la estabilidad de la región en que Cuba vive, sufre y huye. Pero no hay estabilidad asentada en la represión política, la violación de los derechos y la imposibilidad de proyectos futuros para los cubanos.
Primero hay que revertir el flujo migratorio y esto solo se logrará cuando Cuba cambie. No podrá darse una estabilidad regional como la que todos deseamos mientras existan los éxodos masivos que desestabilizan a los países vecinos. Y todos sabemos que el origen de este fenómeno migratorio de cubanos es el sistema, que ha sumido a la nación en una crisis económica insoluble y en una crisis política que ha llevado a manifestaciones que han sido reprimidas con largas e injustas condenas de cárcel. No habrá estabilidad duradera sin cambios políticos y económicos en Cuba.
En resumen, esta encrucijada en la que se encuentra Cuba, debe ser, en primer lugar, claramente identificada. En segundo lugar, firmemente denunciada y esclarecida para desmontar mitos y falsas expectativas. Pero, lo que es más importante: nos toca a todos los cubanos, isla y diáspora, buscar con serenidad, libertad y sabiduría las soluciones internas para poder despejar esta ecuación externa que nos distrae y engaña: intereses económicos, más intereses geopolíticos, más seguridad sin derechos.
La nueva fórmula sería que se priorizara el verdadero cambio estructural y profundo que Cuba necesita: cambio socio-político y económico con derechos para todos los cubanos. Solo bajo esta premisa de transformaciones verdaderas y el comienzo de una transición pacífica, ordenada, ágil y eficaz, hacia una democracia de calidad, se podrán satisfacer los derechos civiles, económicos, sociales y culturales, único hábitat seguro para los intereses inversionistas y empresariales, y única solución de raíz para garantizar la anhelada y necesaria estabilidad interna y regional. Aquí el orden de los factores sí altera el producto.
Primero lo primero.
Tomado del Centro de Estudios Convivencia