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Arroz ros mi niño

El poco arroz del que dispone el cubano (cuando hay protestas, sobre todo) se debe a donaciones. Un país como Vietnam, bombardeado intensamente, quemado hasta el tuétano por el napalm, es ahora quien envía generosamente arroz a esa Cuba devastada por la estupidez de sus dirigentes

Actualizado: Wed, 03/27/2024 - 19:43

El sesudo y cerebrudo gobierno de Cuba, que prefiere ser llamado “la dirección de la revolución”, ha encontrado un nuevo método para seguir durmiendo al pueblo: cantarle el “Arrorró, mi niño”, que en la cadencia moderna de falta de insumos suena a arroz rroz, lo mismo para mi niño, que para mi viejo.

Fue la solución ante las recientes protestas del pueblo de Santiago de Cuba. La gente gritó, bailó, protestó, y las autoridades no sabían qué hacer. El pueblo pedía comida y luz. La policía llevó un cuadro de José Martí, pero no iluminaba lo suficiente. A algún cabecilla del poder popular se le encendió el bombillo (nadie sabe cómo) y aparecieron otros dirigentes portando una gran foto de José Luz y Caballero, pero tampoco venció la oscuridad.

Entonces, en la desesperación, la primera secretaria del Partido Comunista (PCC) en Santiago de Cuba, Beatriz Johnson, rodeada de algunos anchos cuadros del gobierno “intentó aplacar a quienes protestaban, dirigiéndose a ellos desde una azotea”. A los pocos minutos en el Ministerio de la Construcción se recibieron, desde el extranjero, numerosos pedidos de aquel cemento con el que hicieron la placa que resistió todo ese peso. Y querían también contratar a los albañiles y al jefe de obras.

Ahora, la alta dirección de la revolución ha pensado que se puede comenzar a construir el socialismo usando ese material. Se hará por plazos, y se probará la solidez de la construcción dejando que se suba al techo la compañerita Beatriz Johnson.

Pero volvamos al arroz y a las protestas santiagueras que sorprendieron al país. ¿Qué resultó de aquel aplacamiento de la Johnson sobre el tejado de placa caliente? Enseguida y al unísono, más al unísono que enseguida, varios barcos rompieron el criminal bloqueo y aterrizaron en el puerto santiaguero. Más bien atracaron, aunque para atracar, lo que se dice atracar de verdad, lo que ha hecho el gobierno cubano con todos sus sinvergüenzas a bordo.

Como por arte de magia se comenzó a repartir al pueblo tres libras de arroz y cuatro de azúcar. Si hubieran llegado a repartir al menos un vasito de leche, los santiagueros habrían comido arroz con leche, que es muy bueno para ir después a arrollar a la Trocha.

¿Qué se demostró con eso? Que en la isla todavía existe la magia. Que la falta de arroz es atroz. Que ya no hay azúcar para crecer. Y que, cuando un dirigente del partido quiere ascender, se trepa a un techo. Días más tarde “El Encargao” Miguel Díaz-Canel Bermúdez visitó Santiago de Cuba, a ver si todavía quedaba gente que lo quería. No se subió a ningún tejado. Sospecho que no lo hizo porque el pueblo le hubiera pedido que se tirara.

Pero volvamos al arroz. En Cuba no hay arroz por culpa de Muñoz. “La prensa oficial, como es habitual, culpa al embargo estadounidense, a los efectos de la pandemia y la guerra en Ucrania, de la baja producción de arroz”. Por suerte no se congeló el arroz en los ríos canadienses, pero sí ardió por los misiles en Ucrania.

Parece que se cumplió aquel plan descabellado del Delirante en jefe, que quiso desecar la Ciénaga de Zapata y usar aquellas 15 000 caballerías para sembrar arroz. Toda Cuba está seca y desecada, más bien disecada, pero se les olvidó sembrar arroz. A veces olvidamos que Cuba, con la revolución, ha sido capaz de superar cualquier evento del pasado. En 65 años de libertad e igualdad, se ha llegado a producir más hambre que durante la concentración de Valeriano Weyler. Y eso que fue intensa y dura.

El poco arroz del que dispone el cubano (cuando hay protestas, sobre todo) se debe a donaciones. Un país como Vietnam, bombardeado intensamente, quemado hasta el tuétano por el napalm, es ahora quien envía generosamente arroz a esa Cuba devastada por la estupidez de sus dirigentes. Eso me hace pensar que es peor un imbécil que todo el napalm del mundo.

Cuba ve disminuida peligrosamente su población, no solo por la emigración masiva, sino por la bajísima natalidad. A pesar de que el gobierno se ha esforzado por crear las condiciones mínimas para que las parejas tengan sexo durante los largos apagones, no se ha logrado nada. En parte porque hay calor y mosquitos, y eso crea irritación, pero no amor. Y en parte porque la mayoría de las parejas que lo hacen durante la ausencia de fluido eléctrico son parejas del mismo sexo. Ya Mariela está tomando medidas.

Una solución al problema sería convertir a la isla en un gran granero. Sembrar arroz y no ñames con corbatas o cangres de yuca para que dirijan el país. China es un ejemplo vivo de cómo pudiese aumentar exponencialmente la familia ingiriendo fundamentalmente arroz. Y eso que lo hacen con palitos. ¿O serán los palitos los que funcionan para traer niños al mundo?

Pero volvamos al arroz y a las donaciones de Viernam, que ahora está en la punta de la piragua según las más recientes noticias: “La renuncia de Vo Van Thuong, el segundo presidente caído en desgracia en un año genera incertidumbres sobre el próximo líder del Partido Comunista”. Algunos auguran que, si la cosa sigue así, pronto los vietnamitas tendrán que ir a Cuba a comer arroz, o ver junto a los cubanos cómo viajar a cualquier lugar donde pudieran consumirlo.

La CIA y el criminal bloqueo han echado a perder la otrora fértil tierra cubana. No solo es imposible sembrar el grano. "En la década en curso la producción arrocera se ha visto muy limitada debido, en lo fundamental, a la carencia general de insumos, así como de las piezas de repuesto para las combinadas arroceras", dijo al diario oficial Granma hace un año Linares Morell, director de la División Tecnológica del Arroz del Grupo Empresarial Agrícola”. 

Es decir, que, entre la falta de insumos, la guerra de Ucrania, la otitis en Malasia y el calentamiento global, le han robado al cubano la posibilidad de hacer un buen arroz con pollo, un arroz imperial, e incluso lo más socorrido: un arroz con mango.

Queda nada más cantar el “Arrorró mi niño”, que es una canción de cuna tradicional popular en el mundo hispano. Según los historiadores, fue llevada a España por los bereberes del norte de África. En Cuba se le haría una variante que tiene que ver con el presente: ¿Ahorró arroz mi niño? ¿Bereberes? ¿Serían ellos también los autores del tema “Bereberes linda”? Bereber para creer.