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Expediente Puesto a Dedo

Unos le dicen presidente, otros, simplemente “Puesto a Dedo”. La mayoría se refiere a él como “El Sin Casa”

Actualizado: Fri, 09/01/2023 - 13:25

Miguel Díaz-Canel Bermúdez fue escogido para dirigir al partido y al estado cubano. Hay que aclarar que el partido y el estado cubano son casi lo mismo, aunque el partido nunca ha estado y el estado está partido.

De modo que a Miguel lo eligieron, Raúl Castro, el hermano menor del comandante Fidel, Raúl Castro y Raúl Castro, para dirigir por una importante condición: El Miki era dirigible. Y de un dedazo absoluto y partidista, porque ya dije que lo eligió el partido, fue alzado sobre el resto de los mortales y, en un salto mortal, lo encaramaron en la cúspide de esa montaña de escombros que es hoy mismo la isla de Cuba. Unos le dicen presidente, otros, simplemente “Puesto a Dedo”. La mayoría se refiere a él como “El Sin Casa”. Pero, en el fondo, Miguel es “El Encargao”. The Super o The Encargachon, para decirlo en un idioma que él entienda.

Y comenzó demostrando que venía dispuesto a encargarse de todo a la manera que le habían enseñado: cagándola a cada paso. Así le puso el pecho al cerebro y a la sensibilidad, con resistencia creativa, para decirles a los artistas con el Decreto-Ley 349 que no se tiraran, que no daban pie, que él podía ser un imbécil, pero era un imbécil revolucionario, que era como le gustaban a Raúl Castro, bien hechos, aunque parecieran crudos, y de vuelta y vuelta. O sea, eso que en inglish se dice “Vuelting vuelting”.

Ya decidido su nombramiento por el democrático sistema socialista del dedo, y “esto es sagrado porque lo dice el PCC”, al pobre guajiro le dieron el kit de presidente de Cuba, que constaba de algunas aplicaciones e instrumentos para gobernar y hacerlo como todo el mundo esperaba, es decir, mal, e incluso peor que sus predecesores. Le entregaron una misteriosa caja con un paquete de medidas y decretos que él iría sacando, dependiendo de las circunstancias. Cuando las circunstancias fueran extremas, solamente debería salir en la televisión y decir, con cara de tabla: “La orden está dada” o “El limón es la base de todo". Turbí o no turbí, aclaro en inglish, como a él le gusta.

También venía en el kit un mando, falso, para que se envalentonara. La primera vez que lo accionó, “antes de cumplir un mes en el puesto, el 18 de mayo de 2018”, se estrelló un avión en el aeropuerto de La Habana con 112 víctimas. Él pensó que era su culpa y no se lo dijo ni siquiera a la Machi, su mujer, que no era parte del kit de mando, pero que había sido entrenada por si al Miki se le pasara algo por alto. Se atrevió una segunda vez, y el 27 de enero de 2019, un tornado categoría EF4 de grandes dimensiones destruyó algunas zonas de la capital. “Causó ocho muertos y más de 200 heridos”. Entonces decidió esconder el peligroso artefacto, pero continuaron sucediendo desgracias. Very jodedechon, para aclararlo en un idioma que él maneja.

Junto a los botones para movilizar a la policía normal (que es anormal) y a la policía política (que es más anormal que la policía normal) venía un puntero para desinflar a los ministros que se equivocaran. Quiso hacerlo con Marino Murillo y la que se desinfló fue la economía. Lo único que lo mantuvo a flote fue el artículo más preciado del kit de mandatario: un grueso volumen de 675 páginas donde en todas las páginas, de arriba abajo, aparece el origen de todos los males que sufre Cuba. En cada renglón, y en perfecto español, se repite hasta la saciedad el nombre del “criminal bloqueo que los Estados Unidos imponen a la isla”. “The yumas”.

Esa es su tabla de salvación. Lo mantiene a flote como “Encargao” y lo relaja en las noches al leerlo y morirse de la risa pensando en lo fácil que la gente se traga ese pretexto. Él dice, y la Machi se lo repite, que, si le funcionó desde el principio al Delirante en jefe, le tiene que funcionar también a él, pues son continuidad. O, para decirlo en la lengua materna del Miki: On the momory of the Fidel.

Solamente flaqueó una vez en su misión y fue precisamente cuando el tornado, porque a eso le siguió un huracán. Le consultó sus temores al general Raúl Castro y a dos o tres mandos superiores, pero les importó un pepino (hasta los pepinos se importan ahora) porque en Cuba manda GAESA, no la naturaleza. Y si Fidel sigue vivo, y vibra en la montaña, Fidel es un vibrador. De todos modos, y por si las moscas, hizo el paripé de ir a un barrio embarajando su visita y se “registró” con una santera. Ella no se lo dijo, pero el ñeque que traía encima era muy grande. Ese fue el inicio de la salida de los babalawos cubanos a cumplir misiones internacionalistas por cuenta propia, en lo que se conoce como “Operación Changó tá vení”. O, para aclararlo en el lenguaje de chakespierre: “The brujería is open the window”.

La gente de la isla, siempre dada al ejercicio físico y al deporte, se lanzó al mar como otras veces, y una parte sustanciosa voló a Nicaragua a practicar enormes caminatas. Los que quedaron y no han podido dar todavía el gran salto, han encontrado una razón filosófica para aguantar todo lo que provoca Miki “El Encargao”: nada es peor que lo que este hombre, sin ayuda de nadie, puede provocar mañana, así que el hoy es una maravilla por duro que resulte. Algunos visionarios afirman que Miki Decreto cerebro de concreto está salao, pero eso no es real, porque no hay ya ni sal, todo tiene que viajar desde afuera.

Entonces llegó la emoción de aquel 11 de julio en que la población se lanzó a las calles para que el gobierno de Miguel estrenara prisiones y rellenara otras. Esa rebelión popular le dolió al Puesto a Dedo y esa misma noche le dijo a su esposa que tenía la sensación de que nadie lo quería. Ella lo calmó con estas dulces palabras: “Ay, no me jeringues, pipo, yo te quiero todavía”. Y él siguió sacándose leyes y decretos de debajo de la manga. Sabía que la capital y toda Cuba se caían a pedazos y la cosa estaba cada vez peor, porque “tres niñas de entre 11 y 12 años murieron en la tarde del 27 de enero de 2020 debido al derrumbe de un balcón en La Habana Vieja”. Ahí mismo Miki sacó de su kit de mandatario otra orientación que era ley y también decreto, prohibiendo a todos los cubanos que caminaran debajo de los balcones, aunque estuvieran acabados de hacer o estuvieran en un campo.

Si uno mira lo que ha realizado y oye lo que ha dicho, “El Encargao” ha hecho su tarea mal, pero con soltura. Viaja y no paga, guataquea a Putin y le perdonan el condón, o sea, le condonan la deuda. Y todo eso entre twittes y flautas, leyes y decretos. Un decreto, un twit; un twit, otro decreto. “Decreting on the dei”.

Así le va la vida: él no se mete con GAESA, que llena la isla de hoteles, y sale al extranjero a vender nuestras...los adelantos de... las maravillas que se producen en... Él viaja al extranjero, que en el inglés que maneja se dice “Fasten evridey”. 

Todo se hunde, pero ahí está el norte revuelto y brutal con su bloqueo, the embarguin. Y hay que dar gracias a Dios porque no vuelva a tocar el aparatico de los desastres. Aunque esos vienen solos.