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Out por regla

En Cuba el béisbol no es ya lo que era antes. El campeonato es una soberana porquería porque los peloteros se han cansado de ser monos de circo, sin presente ni futuro

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Opinión
Armando Tejuca | Opinión

Actualizado: January 23, 2024 3:03pm

Trataron de amedrentar a los peloteros y no funcionó.

Intentaron comprar a los árbitros, a los coach (de tercera y de primera) y fue foul a las mallas.

Hasta que se les ocurrió sobornar con dinero o con malas ideas a las autoridades colombianas y ahí sí les hicieron caso. Al final lo lograron con Petrobismol, porque ahora todo el juego maléfico lo dirige Lulahop, que fue a la cárcel a pasar un posgrado de cabroncito.

Pero a la dictadura cubana la han sacado, otra vez, out por regla, deslizándose en segunda. 

Esperaban los aplausos y todavía están chiflándoles desde las gradas del mundo y tirándoles cosas al terreno. Aunque no les importa, ya no les importa gustar. Reafirman ser el maldito perro del hortelano, que ni come ni deja comer. El criminal marido acomplejado y despechado que grita, con las manos llenas de sangre, que “tenía que ser mía, o no era de nadie”.

Qué país tan ridículo a nivel mundial ha resultado ser Cuba. O lo han convertido todos estos “revolucionarios” y comunistas que dicen que sueñan con la justicia y el bienestar y no logran ni lo uno ni lo otro. No es extraño que un desgobierno que les da a los ciudadanos pollo por pescado, quiera dar también gato por liebre.

Tantos zapatazos dieron, tanto halaron la soga sobre cuellos que no tienen bien puesta la cabeza, que la Serie Intercontinental de Béisbol que se realizaría entre el 26 de enero y el 1 de febrero en Barranquilla, Colombia, fue cancelada "por motivos ajenos" a la organización. No hay asesino, no hay asesinato, o viceversa. La dictadura cubana tiene larga experiencia ocultando realidades y haciendo desaparecer otras. A los futuros gobiernos de la isla, que los tendrá que haber, les espera una tarea tiránica.

El gobierno de Cuba, fiel al espíritu envidioso y rencoroso del haragán mayor, el Delirante en jefe Fidel Castro, echa espuma por la boca cuando descubre a alguien feliz. No falla. Ver una idea que pudiera alegrarle la vida a la gente, acercarlos a la felicidad y prohibirla o borrarla de inmediato, es lo mismo. En eso coinciden con la insania del partido comunista y la guía casi eterna de Vladimir Ilich y Pepe Stalin. No se puede ser feliz por iniciativa propia. No del modo que cada uno decida. El ser humano será medianamente feliz de la manera que oriente el partido y cuando el partido lo decida. Son fieles a aquella máxima que dice: “Nada ajeno me es humano”. La felicidad no es para ellos una pistola caliente, como dijo John Lennon, sino un dedo untado en ácido, metido en el ano de la humanidad.

Y el deporte entra en esos terrenos. Por eso lograron que se fuera a bolina la Serie Intercontinental de Béisbol donde iba a participar el equipo de peloteros cubanos en el exilio, FEPCUBE. Fue por eso, tras la impotencia inicial, que el equipo declaró que ha sido "el despotismo de los gobiernos colombiano y cubano" el que ha roto con "los preceptos del deporte libre".

“La selección consideró la alineación de Bogotá con el régimen de La Habana como "una agresión directa a la democracia, que no dejaremos de denunciar". Pero eso no fue todo.

En Cuba el béisbol no es ya lo que era antes. El campeonato es una soberana porquería porque los peloteros se han cansado de ser monos de circo, sin presente ni futuro. Por eso esta serie iba a ser una opción más para mostrar las habilidades y capacidades de los que lograron escapar del desastre al que han llevado a la isla. 

Primero metieron la mano peluda con el cuento de los símbolos patrios. Como si la bandera, el escudo o el himno fueran “marca registrada, propiedad privada de ellos, que nadie eligió, que tomaron el poder por la fuerza, lo que es la demostración de una patria secuestrada. El “nariz de pelícano” Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Puesto a Dedo y Sin casa, sí puede vestirse con la bandera, y hasta es posible que use los calzoncillos con los colores patrios. Puede silbar el himno de Perucho Figueredo mientras baila casino, pero a ningún cubano de a pie, dentro o fuera de aquella finca privada, le está permitido so pena de ser acusado.

Cuba hizo pulso con las autoridades Petronilas para que el equipo de peloteros libres no usara ninguno de los símbolos que los identifica como cubanos en cualquier parte del mundo. Los cubanos somos cubanos si ellos quieren, mientras ellos lo decidan. No les bastó que el FEPCUBE declarara estar dispuesto a no usar el himno y la bandera de Cuba en la Serie y “así lo hizo saber a W Radio Colombia Edison Rentería, líder del proyecto Team USA Rentería, que organiza la competencia, tras el pronunciamiento del Gobierno colombiano sobre el uso de los símbolos patrios cubanos por parte de peloteros nacidos en la Isla o con raíces en ella”.

Mas es difícil pelear de frente con el Diablo. Sus soldados utilizan métodos que ningún hombre honrado pudiera usar en el mundo. Es de una tremenda inmoralidad que el Ministerio de Deporte de Colombia y el Comité Olímpico emitieran un comunicado expresando que no era posible otorgar el aval para la realización del torneo, además del no reconocimiento del equipo FEPCUBE, uno de los participantes. Ni el Ministerio de Deporte de Colombia, ni el Comité Olímpico, dos entidades compradas y serviles a los sinvergüenzas de la isla, tienen potestad para decidir o reconocer a deportista alguno.

Los peloteros afectados no se quedaron callados y declararon lo siguiente: 

"Esta es una decisión que ofende y burla la democracia y la libertad, que viene además de un régimen totalitario que reprime sistemáticamente a sus ciudadanos. Ha sido tanto el impacto mediático, cívico y político del equipo de FEPCUBE, que forzó a la dictadura que gobierna Cuba a mover sus tentáculos fuera de sus fronteras para impedir nuestra participación en la Serie".

La respuesta está en nuestras manos. Los hombres decentes de este mundo deberíamos cerrarles todas las puertas a estos gobiernos desvergonzados y vergonzantes. No dejarlos aterrizar en los aeropuertos. Impedirles salir a cualquier calle del mundo. Cerrar sus oficinas diplomáticas, consulados y embajadas. Bloquear sus señales de radio y televisión.

Y un día, un buen día, el día esperado, amarrarles a todos una soga al cuello, y en la otra punta, la piedra más obscena de este mundo, la que dicen que guarda las cenizas diabólicas del mayor de los Castro. Y lanzarlo todo al fondo de la fosa de Battle, mientras los cubanos de aquí y de allá, vestidos con los colores de nuestra bandera, bailamos al ritmo del Himno Nacional, ese que compuso Perucho para todos.