Las autoridades sanitarias de Cuba registraron otros cuatro decesos como consecuencia de la COVID-19 y 888 nuevos casos de la enfermedad pandémica, que impacta con mayor fuerza en la isla desde mediados de noviembre, cuando inició el tercer rebrote en el territorio.
Con los nuevos incrementos, el total de casos acumulados desde el inicio de la pandemia en el país, en marzo pasado, asciende a 37 483, mientras que los fallecimientos suman 261, para una tasa de letalidad de 0,7 por ciento.
Los fallecidos fueron tres hombres y una mujer, con edades entre los 39 y los 85 años. De acuerdo con lo reflejado por el Ministerio de Salud Pública (Minsap) en su más reciente parte informativo, con cierre en la víspera, todos presentaban indistintamente antecedentes patológicos que elevan las probabilidades de desarrollar cuadros de gravedad ante el contagio.
Hasta el viernes 12 de febrero, según los datos del Minsap ofrecidos por el director nacional de Epidemiología, Francisco Durán, en conferencia televisiva, se encontraban ingresados para vigilancia clínica epidemiológica 17 900 pacientes, de los cuales 3 386 son sospechosos de un eventual contagio y 4 657 casos activos de la enfermedad.
De los nuevos diagnósticos, el monto más elevado de los últimos 10 días, 835 fueron contactos de casos confirmados, 22 tuvieron su fuente de infección en el extranjero y en 31 no se había podido precisar la fuente de infección hasta el momento del cierre de la información oficial.
Ésta precisa además que 69 pacientes permanecen en cuidados intensivos, de los cuales 37 son reportados en estado crítico y 32 como graves, mientras que 975 pacientes recibieron el alta médica.
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La mayoría de los nuevos casos correspondieron a las provincias La Habana (433), Santiago de Cuba (105) y Guantánamo (111), las de peor situación epidemiológica durante este tercer rebrote de COVID-19 en la isla, el más severo en lo que a número de contagios diarios y decesos se refiere.
Pacientes menores de 20 años y en edades pediátricas
De los 888 nuevos positivos, 120 son pacientes de menos de 20 años. De ellos, 110 están en edades pediátricas (menos de 18 años), incluyendo lactantes.
Cuba acumula desde el inicio de la pandemia un total de 4 086 casos en este grupo de edad. Según destacó el doctor Durán, febrero está siendo un mes de mucha alarma, puesto que los menores diagnosticados en apenas 12 días ya superan el total de casos confirmados en 2020.
Tercera ola de COVID en Cuba
El tercer rebrote de COVID-19 en Cuba obligó a retroceder de fase epidemiológica a varias provincias y municipios, entre ellas la capital, que, por sus características sociodemográficas, ha sido el territorio de mayor complejidad para el control de la enfermedad durante la mayor parte de los últimos 11 meses.
El régimen responsabilizó a los ciudadanos que han viajado y regresado del exterior del rebrote que padece el país desde mediados de noviembre, cuando decidió reabrir sus aeropuertos internacionales.
Si bien no ha emprendido un nuevo cierre de fronteras, decretó la reducción del número de vuelos diarios y amenaza a los cubanos residentes en el exterior con cuantiosas multas y sanciones en caso de que incumplan con las medidas sanitarias durante su estancia en la isla.
Asimismo, el 30 de enero decidió volver a la práctica de aislar durante días a todos los viajeros que arriben al país desde el exterior. Los cubanos residentes son confinados en centros de aislamiento hasta que se descarte su positividad o no a la enfermedad pandémica, mientras que los no residentes, los turistas y aquellos que regresen de viajes por motivos oficiales o profesionales son aislados en hoteles o sometidos a los protocolos aprobados por las carteras de Turismo, Comercio Exterior y Relaciones Exteriores, según corresponda por el motivo del viaje.
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El oficialismo también sitúa la responsabilidad del incremento de casos en la ciudadanía, aunque para la opinión pública son las colas y las aglomeraciones para tratar de comprar algo en un país signado por la escasez las potenciales causas de que no mengüen los contagios al ritmo deseado.
En toda Cuba se mantiene el uso obligatorio de la mascarilla y a los viajeros internacionales se les exige una prueba PCR negativa realizada 72 horas antes de su arribo a la isla, a la que se suma una muestra tomada en el aeropuerto y su aislamiento estricto hasta conocer el resultado.