Carlos Aníbal Alonso, director general de la revista Rialta, criticó la subordinación del gremio de prensa oficialista a las campañas del régimen cubano contra los medios independientes.
“La Unión de Periodistas de Cuba, incapaz de discriminar entre ideología e institucionalidad, subordina alegremente el rol de servidor público a la militancia partidista”, denunció el joven académico y escritor.
“La UPEC, que tiene entre sus obligaciones declaradas 'defender a los periodistas en el ejercicio legal y ético de la profesión, en el derecho de acceso a las fuentes y en el cumplimiento de su labor de información y orientación', no satisfecha con denigrar, difamar, ensuciar y atacar sistemática, metódicamente, a los periodistas cubanos que no se someten a los criterios de exclusión del Partido Comunista de Cuba, encuentra nuevas formas de fatigar la mezquindad y propone la creación de un grupo jurídico en capacidad para presentar causas legales contra quienes intimidan en redes sociales a 'periodistas cubanos', en referencia a los reporteros de los medios del PCC (los otros, los independientes, hijos de una Patria evaporada, son androides fabricados en laboratorios del Imperio)”.
El fundador de Rialta, una de las publicaciones más activas denunciando la represión contra el Movimiento San Isidro y el 27N, continuó desnudando el carácter de la prensa de propaganda castrista:
“Cumplida la renuncia de la institucionalidad en favor de la militancia, cumplida la politización del periodismo oficial, cumplida la censura y la criminalización del periodismo independiente, no contentos con ejercer el control absoluto de los medios de comunicación y tener el apoyo irrestricto de las fuerzas represivas, ahora quieren criminalizar la lectura, el pensamiento y las reacciones a su propia sordidez”.
“En la finca cubana, un estornudo puede llevarte a la cárcel”, terminó su pronunciamiento en Facebook, aludiendo también a la ola difamatoria que han desplegado contra el reconocido narrador de ficción y periodista Carlos Manuel Álvarez, director de El Estornudo.
Por su parte, la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC) ha señalado en un comunicado que el propósito de “la nueva campaña de descrédito contra los periodistas independientes cubanos es dejar caer una cortina de hierro informativa sobre la población”.
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De acuerdo con el comunicado de la FDHC, quienes gobiernan en la isla están preparando el terreno para, a partir de restarle credibilidad a quienes se dedican a informar sobre la realidad, instaurar el cerco de desinformación que existió en Cuba antes de que se admitieran el acceso a Internet y a los teléfonos celulares de los ciudadanos “de a pie”.
Según FDHC, la manera en que el Estado ha volcado todo su poder totalitario contra el grupo de ciudadanos “sin otro escudo que su credibilidad”, demuestra, ni más ni menos, que al “asesinar su reputación, confiscar celulares, laptops y propiedades” manifiestan la intención de “desterrarlos dentro de su propio país, impedir que salgan a la calle”.
En el comunicado, FDHC cita el caso del escritor y periodista independiente Roberto Quiñones Haces, quien fuera sentenciado a un año de privación de libertad y advierte que, con el resto de los periodistas independientes el régimen pretende hacer lo mismo: “detenerlos, interrogarlos, encarcelarlos, y otras canalladas”.
“Si recibir dinero de una fuente exterior” apunta el FDHC, “equivale a ser mercenario, deben poner en prisión a parte del gobierno, comenzando por Mariela Castro Espín” y agrega que “sus instituciones y falsas ONGs han recibido muy generosos financiamientos de fuentes extranjeras”.
En el comunicado, la FDHC cita como “algunas de las fuentes” que subvencionan las organizaciones representadas por Mariela Castro Espín a la Fundación Ford, la Open Society, Christopher Reynolds, la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI) la Academia Británica […] así como los millones de euros que han sido canalizados por las agencias de cooperación de diversos países europeos”, agrega.
“Aun así”, finaliza el comunicado, “se sienten derrotados. Sin borrar del mapa a estos valientes heraldos de la información no se sienten capaces de ganar la desigual competencia que hoy sostienen con ellos”.
De acuerdo con la FDHC, “Sus voceros no actúan como periodistas sino como propagandistas” y añade que “los que están apresurados por aniquilar son hoy los genuinos representantes del periodismo cubano bajo el totalitarismo. No lo lograrán”.