Cuatro cubanos más fallecieron por COVID-19 en otro día de récord de nuevos positivos a la enfermedad pandémica, lo que evidencia que el actual rebrote en la isla dista de ser controlado pese a las medidas restrictivas del régimen y es el más grave desde el inicio de la pandemia en el país, en marzo pasado.
Los nuevos casos de coronavirus ascendieron a 825, para un total acumulado de 23 439 casos confirmados, mientras que con los decesos de la jornada suman 204 los cubanos que han fallecido como consecuencia de la enfermedad viral.
Con edades entre los 80 y 88 años, los finados fueron una ciudadana residente en Santa Clara, un ciudadano de la cabecera provincial de Pinar del Río, uno de Diez de Octubre, en La Habana, y otro de la ciudad de Santiago de Cuba.
Los cuatro eran hipertensos y presentaban otros antecedentes patológicos personales o comorbilidades como diabetes y cardiopatías, las cuales elevan las probabilidades de desarrollar cuadros de gravedad ante la aparición de la enfermedad.
Según los datos del Ministerio de Salud Pública (Minsap) en su más reciente parte informativo, con cierre en la medianoche del martes, se encuentran ingresados para vigilancia clínica epidemiológica 10 154 pacientes, de los cuales 3 339 son sospechosos de un eventual contagio y 4 864 casos activos de la enfermedad.
De los nuevos diagnósticos, 733 fueron contactos de casos confirmados, 24 tuvieron su fuente de infección en el extranjero y en 68 no se había podido precisar la fuente de infección hasta el momento del cierre de la información del Minsap.
Ésta precisa además que 43 pacientes permanecen en cuidados intensivos, de los cuales 16 son reportados en estado crítico y 27 como graves.
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La mayoría de los nuevos casos volvieron a corresponder a las provincias La Habana (334), Santiago de Cuba (195) y Guantánamo (95), las de peor situación epidemiológica durante este tercer rebrote de COVID-19 en la isla.
Tercer rebrote de coronavirus
El rebrote de COVID-19 en Cuba obligó a retroceder de fase epidemiológica a varias provincias y municipios, entre ellas la capital, que, por sus características sociodemográficas, ha sido el territorio de mayor complejidad para el control de la enfermedad durante la mayor parte de los últimos 10 meses.
El régimen responsabilizó a los ciudadanos que han viajado y regresado del exterior del rebrote que padece el país desde mediados de noviembre, cuando decidió reabrir sus aeropuertos internacionales.
Si bien no se ha decidido a emprender un nuevo cierre de fronteras, se decretó la reducción del número de vuelos diarios y amenaza a los cubanos residentes en el exterior con cuantiosas multas y sanciones en caso de que incumplan con las medidas sanitarias durante su estancia en la isla.
El viernes pasado trascendieron las condenas de privación de libertad bajo cargos de “propagación de epidemia” sobre tres cubanos residentes en Santiago de Cuba que viajaron al exterior y regresaron contagiados a la isla.
El oficialismo también sitúa la responsabilidad del incremento de casos en la ciudadanía. Este martes el director nacional de Epidemiología del Minsap, Francisco Durán, afirmó en su conferencia informativa que “la irresponsabilidad no puede seguir campeando en el país, y no todo puede ser, aunque se está haciendo, a base de multas y otras medidas”.
“Tiene que haber una parte de responsabilidad teniendo en cuenta los resultados que estamos teniendo”, subrayó el galeno.
En toda Cuba se mantiene el uso obligatorio de la mascarilla y a los viajeros internacionales se les exige una prueba PCR negativa realizada 72 horas antes de su arribo a la isla, a la que se suma una muestra tomada en el aeropuerto y su aislamiento estricto hasta conocer el resultado.
Según asegura el régimen, mientras escasean los productos más básicos, incluyendo medicamentos, Cuba prepara cuatro candidatos a vacunas para la COVID-19, pero de momento están en una fase intermedia de ensayos clínicos y el Estado no ha adquirido dosis en el mercado internacional.