“Actitudes mercenarias”, “huelgas falsas de supuestos artistas”, con estas palabras se refirió el presidente cubano Miguel Díaz-Canel a la protesta del Movimiento San Isidro y el plantón del Ministerio de Cultura en un discurso pronunciado la víspera.
Durante el sexto periodo de sesiones del Parlamento, Díaz-Canel aseguró que dichas protestas “buscaban atraer a la opinión pública y la intelectualidad, para imponer diálogos y camuflar preocupaciones auténticas del sector”.
“Pero eran más los reclamos extra-artísticos, con el evidente propósito de servir de estrado a proyectos de confrontación, previamente articulados, con el objetivo de crear una oposición política sin base social. Y como telón de fondo, acciones terroristas, falsas noticias y amenazas en las redes”, agregó el gobernante cubano.
No mencionó, sin embargo, que la protesta del Movimiento San Isidro fue totalmente pacífica y terminó cuando miembros de la policía y la Seguridad del Estado irrumpieron en su sede, en Damas 955, Habana Vieja, y desalojaron a los manifestantes por la fuerza.
Tampoco, que los artistas exigían la liberación del músico contestatario Denis Solís, encarcelado injustamente luego de que un policía violara su privacidad para acosarlo por sus actividades políticas.
Además, el gobernante designado por Raúl Castro olvidó mencionar que los 400 artistas congregados frente al Ministerio de Cultura recibieron la promesa de diálogo del régimen cubano, promesa que nunca se cumplió y vino acompañada de calumnias y difamaciones en la prensa oficial.
Sobre los “actos terroristas”, medios independientes demostraron que se trataba de burdas manipulaciones sin fundamento ni pruebas para deslegitimar a los manifestantes y manipular a una población que tiene a la prensa oficial como principal vía de información.
Todos los huelguistas, tras el desalojo de Damas 955, que ocurrió el 26 de noviembre, fueron sometidos a vigilancia policial. Incluso, la periodista Iliana Hernández sufrió un acto de repudio, una manifestación llena de injurias organizada por el régimen utilizando a personas que se prestaron para el caso.
Estos acontecimientos provocaron manifestaciones en varias ciudades del extranjero donde hay numerosas comunidades cubanas, como Ciudad de México, Madrid, Barcelona y Miami, en las cuales se exigió el fin de la represión en Cuba y más libertades.
Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional y la Organización de Estados Americanos; medios de prensa como The Washington Post y El País, se hicieron eco de las protestas, calificándolas como “inéditas”.