“Que el arroz liberado cueste más caro que la carne de cerdo, no es noticia para nadie”, así reseñó una televisora de Sancti Spíritus lo que piensa y comenta la gente en las calles, un golpe durísimo para la economía familiar en la provincia.
Aunque es uno de los territorios con mayor producción arrocera en la isla, la sequía ha reducido la cosecha en la provincia, una de las causas del problema con el abastecimiento del cereal, a juicio del canal asociado al Periódico Escambray.
No podía faltar el “bloqueo imperialista”, la bestia negra del castrismo, a la cual se le achacan todos los males, como a Lucifer en las mitologías medievales. Por suerte, mencionaron la crisis provocada por la Covid-19, que redujo a cero las importaciones de arroz desde China y Vietnam, principales suministradores.
En “la calle”, el arroz que vende el estado a precio de oferta y demanda o el que antes se conseguía en el mercado negro, prácticamente desapreció. De ahí el repunte estratosférico de los precios. La única opción segura en la provincia son las cinco libras por personas que se venden en la bodega a precios topados, más otras dos un poco más caras.
No pocos espirituanos se preguntan por qué, si en la provincia radica la empresa agro-industrial Sur del Jíbaro, la segunda mayor del país, el arroz “está perdido”, como bien se escucha en las conversaciones entre vecinas y comadres.
De las 700 mil toneladas que necesita Cuba para abastecer la canasta básica en 2020, sólo se producirán en territorio nacional unas 163 mil. Si la importación se vio reducida a cero después de la pandemia, entonces el panorama es desolador y lo seguirá siendo hasta que abran los puertos.
La falta de arroz es sensible, pues el cereal constituye la base de la comida cubana, como en México es la tortilla de maíz o en Venezuela, la arepa. Sin embargo, no es el único afectado por la crisis. También escasean los frijoles, la harina de trigo, las pastas, las viandas y vegetales, la carne de cerdo, el pollo… la lista es larga.
Sin embargo, el Doctor en Ciencias Económicas, Pedro Monreal, asegura en un artículo –del que compartió fragmentos en Twitter– que “las causas de la escasez de arroz no se originaron con la crisis de la COVID-19”.
Según el especialista, “el año 2019 fue un año terrible para la cosecha arrocera, reduciéndose en 18 % la producción de arroz húmedo y con cáscara”.
Ante la debacle, el experto Pedro Monreal estoma que “el déficit actual solamente pudiera aliviarse en la segunda mitad de 2020 mediante un incremento de importaciones, algo que parece ser de difícil pronóstico y que dependería en muy alto grado de las importaciones de arroz vietnamita”.
“A mediano plazo, un posible incremento de la producción dependería del acceso a insumos (limitados por la carencia de divisas) y de una reforma sustantiva que fortalezca las relaciones de mercado en el sistema agropecuario del país”, aconseja Monreal, quien recalca que “esa reforma no depende de factores exógenos”, sino de la voluntad política de los líderes del régimen, siempre renuentes a favorecer a los productores y comercializadores privados.