Felo Zaldívar es mecánico automotriz jubilado. Casi toda su familia, dos hijas y cuatro nietos, radican en Asturias, España. A través de una videollamada le sugiere a una de sus hijas que, “no me envíes dinero, mándame todo el arroz y los frijoles que puedas”.
“Aquí ya el arroz está a cuarenta pesos y los frijoles a veinte pesos la libra”; le explica Zaldívar a su hija, quien a punto del llanto responde: “pipo, si ya es difícil poder mandarte el dinero, imagínate como será enviarte un paquete con alimentos”.
“El arroz, y no la limonada, es la base de todo. Eso debería saberlo el presidente que al parecer vive en el pueblo, pero no ve las casas”; cuestionó Zaldívar, refiriéndose directamente a la “torpeza” del mandatario del régimen cubano, Miguel Díaz-Canel, al sugerir la limonada y el guarapo como sustitutos en la dieta alimenticia de los cubanos.
Al igual que Felo Zaldívar, su chequera no sobrepasa los cuatrocientos pesos mensuales, los jubilados representan el sector más vulnerable ante el vertiginoso aumento de los precios de alimentos en el mercado negro, propiciado por la crisis económica y la expansión del COVID-19 en la isla.
“La carne de puerco no se está vendiendo en ninguno de los establecimientos o tiendas del Estado, ni siquiera en las cooperativas. Solo la encuentras en el mercado negro y no de manera fácil”; añadió Lucinda Álvarez, especialista en Recursos Humanos jubilada, exhibiendo tres libras de esta proteína que pudo conseguir al exorbitante precio de setenta pesos la libras.
“Y este es ʻprecio de amigosʼ, gracias a un conecto que todavía tengo en una empresa estatal. Quien me iba a decir que después de retirada, me viera envuelta en una trama de corrupción y desvío de recursos; algo que nunca hice en mis más de treinta años de trabajo”; apuntó Álvarez, quien puede permitirse “el lujo de comprar a estos precios gracias a las remesas de mi familia” radicada en Uruguay.
El desabastecimiento de los alimentos básicos y productos de aseos, y el consecuente aumento de sus precios en el mercado negro, “es anterior a la llegada del coronavirus”, coincidieron los jubilados encuestados.
“Culpar solo a la pandemia es un acto de hipocresía, para no decir que una mentira absoluta. Que un paquete de salchichas llegue a costar sesenta pesos y una libra de azúcar treinta pesos es francamente alarmante, porque no todos los jubilados tenemos familias en el extranjero”; fustigó Hortensia Caridad López, quien ejerció como educadora de círculo infantil durante treinta años.
“La pandemia solo empeoró la situación y acrecentó la corrupción estatal porque el mercado negro nunca se ha sostenido por la actividad de los revendedores”; puntualizó López, quien solo depende de su chequera, poco más de cuatrocientos pesos mensuales.
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A mediados de febrero el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, durante su intervención por la celebración del aniversario 32 del programa de la agricultura urbana, suburbana y familiar ‒un proyecto creado por el general Raúl Castro‒ admitió que solo la vianda, “dentro de la tradición alimentaría de arroz, frijoles, vianda y proteína”, estaba garantizada para la alimentación de los cubanos.
“De ellos, hoy alcanzamos total soberanía solo en uno: las viandas”; dijo el primer ministro y más adelante reconoció que el régimen en la isla planeaba garantizar a cada cubano en el presente año, “cinco kilogramos de proteína animal mensualmente”, al tiempo que reveló que en 2019 solo se había alcanzado, “para cada compatriota”, 200 gramos de este producto.
Después de casi dos semanas intentando conseguir pasta dental y jabones en las redes de tiendas estatales, Arturo Gordillo se vio obligado a recurrir al mercado negro: por un tubo de pasta dental Durban´s desembolsó ocho cuc y otros cinco cuc por dos jabones Escudo.
“Qué chequera de jubilado puede sostener ese tren de gastos, tan solo para una parte del aseo personal. Incluso para quienes tienen el privilegio de las remesas familiares en el extranjero tampoco será fácil porque sus familiares tendrán que enviarles el doble del dinero”; señaló Gordillo, ex entrenador de balonmano.
La escasez de productos de aseo fue anunciada también a inicios de febrero por la Ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez quien responsabilizó al embargo económico y justificó que el déficit se debía a una “redistribución de los productos del Estado”.
“El financiamiento tiene que destinarse a sortear las adversidades del crudo bloqueo [embargo] y poder adquirir el combustible en otras regiones. Entre el combustible y los alimentos se dan las principales prioridades del financiamiento del que se dispone”.
“Pero lo que no dijo la funcionaria es que la corrupción estatal en el país crea una situación mucho más grave que el bloqueo. Al final del día un revendedor, ni de lejos, podría sostener la demanda de alimentos y aseo personal de dos millones de habaneros; concluyó Gordillo.