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Chin chín la chinche cayó

¿De dónde han salido tantas chinches? ¿Escucharon que en Santiago de Cuba siempre es 26 y decidieron ir como turistas?

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Los santiagueros no tienen fuerzas ni para rascarse
Ilustración para ADN Cuba: Armando Tejuca | Los santiagueros no tienen fuerzas ni para rascarse

Actualizado: March 31, 2023 11:26am

Pareciera que Santiago de Cuba arrastra una maldición. Desde que el adelantado Diego Velázquez y Cuéllar abandonó su cómoda y hermosa casa frente a la catedral y fuera ocupada por una familia de orientales, a la ciudad le suceden cosas muy extrañas.

Santiago es el único sitio en el mundo donde sus divertidos carnavales fueron interrumpidos por el asalto a un cuartel militar, dirigido por un hombre que nunca llegó al combate y que, años más tarde echaría a perder esos festejos quitándoles brillantez y poniéndolos en otra fecha.

Posiblemente el mal de ojo de la ciudad no venga porque allí estudió precisamente aquel sujeto que se extravió a la hora de los tiros, a pesar de que había pasado en Santiago parte de su infancia y juventud. Tal vez viene por la frase con la que aparece la ciudad, calificada en tres de sus momentos: “Rebelde ayer, hospitalaria hoy y heroica siempre”, que le estén marcando un destino muy sufrido.

Lo de que fue rebelde ayer nos indica que toda insurrección, insubordinación y protesta pertenecen al pasado. Y que, entre el calor y las lomas, sumados al agotamiento que dejan las colas para el pollo, nadie tiene deseos de rebelarse. Posiblemente por lo de hospitalaria es que ha sido ahora invadida por una plaga de chinches, insecto que suele alimentarse de la sangre humana, con lo cual, después del calor, las lomas, las colas del pollo y una sesión de chinches, los santiagueros no tienen fuerzas ni para rascarse.

¿De dónde han salido tantas chinches? ¿Escucharon que en Santiago de Cuba siempre es 26 y decidieron ir como turistas? ¿Pertenecen a la fauna autóctona de la región? Nadie sabe, pero como todo lo malo que pasa en Cuba, menos Marino Murillo, viene de afuera, ahora las autoridades atribuyen el incremento de este insecto parásito “al aumento de los viajes al exterior y la importación de bultos contaminados”. 

Eso es posible. Muchísimas cosas dañinas llegaron del exterior: huracanes, tornados, Mengistu Haile Mariam, epidemias, la fiebre porcina y el yate Granma. Sin embargo, en esa invasión de chinches a Santiago nadie ha culpado al bloqueo. El Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Santiago de Cuba vinculó la actual plaga de chinches a los viajes de cubanos al exterior. Un vocero de ese organismo, donde seguramente también hay chinches, dijo: “Hay chinches en muchos países y con el aumento de los viajes al exterior y la importación de bultos de ropas, zapatos, etc., comenzaron a aumentar en nuestra provincia. En los aeropuertos y en las residencias para viajeros donde suelen pernoctar muchos durante su breve estancia en el extranjero, hay chinches, y muchas veces la gente lo desconoce”. Lo curioso es que desde La Habana también se viaja al exterior, y entran bultos de ropa y zapatos, y no hay chinches.

Y después hay gente, santiagueros incluso, que no creen que es malo viajar al extranjero. El extranjero está lleno de sorpresas. Ahora revisaré a fondo mi casa y los hoteles donde me hospedaré, no vaya a ser que me cargue de chinches sin encargarlas. La plaga afecta viviendas, escuelas y otras instituciones, y por eso otro funcionario, de esos que considera que son continuidad, expresó: "La escasez de insecticidas impide realizar tratamientos regularmente a las viviendas infestadas. Pero esto no significa que tengamos que resignarnos a vivir con las chinches”.

El partido de Santiago de Cuba y el poder popular estudian ubicar especialistas en plazas y parques de la región, que enseñen a la población los métodos más efectivos de rascarse. Sería una hermosa labor de ayuda y, de paso, un control del apoyo de la población a sus dirigentes y organizaciones políticas. Sería hermoso ver toda una plaza llena de santiagueros rascándose y gritando su apoyo a la revolución y a Fidel Castro, saltando y gritando “el que no salte es yanqui”. Esto sería el inicio de una campaña de reafirmación revolucionaria, que pudiera irse extendiendo, junto con la plaga de chinches, por todo el territorio nacional, a cargo de la industria nacional de drogas ideológicas del Comité Central del Partido.

Los organismos políticos y de masas y algunas organizaciones de asuntos sin importancia están buscando la mejor manera de que las chinches den la cara, pero estas parecen estar muy bien entrenadas por el enemigo. Han puesto a cargo de la labor de vigilancia y seguimiento a dos policías duchos en la materia, y la materia ni se crea ni se destruye, sino que se va del país. Estos agentes del orden han logrado, en su tierra natal, matar quince peligrosísimos mosquitos cada uno en el lapsus de 45 minutos. Pero, una cosa es un mosquito y otra es una chinche, que, al igual que los piojos, pulgas y ladillas tienen más experiencia y proyección internacional.

Los nagüitos, que es como la población santiaguera ha bautizado a estos jóvenes combatientes, se han puesto a ensayar con la conga de los Hoyos, porque parece que el ruido de los tambores espanta a estos parásitos, a las chinches, a los policías no los espanta nadie. Se ha puesto especial atención a las escuelas, que están, como dice el santiaguero medio, “cundías” de chinches, que saben que allí encontrarán sangre fresca y vigorosa.

Por suerte hay una buena noticia: “Unos 67.500 niños de las provincias orientales de Cuba podrán alimentarse mejor gracias a un donativo de 500.000 euros de leche en polvo entregado por la Embajada de Francia en la Isla, a través del Programa Mundial de Alimentos (PMA)”. Eso dará esperanza a las chinches de continuar picando hasta saciarse.

Uno de los planes de emergencia que puede poner en práctica el gobierno provincial, en contubernio con el nacional, es evacuar a toda la población de Santiago de Cuba hacia Matanzas, La Habana y Pinar del Río. Así las chinches, con la escasez de guaguas y el precio de los pasajes, al no tener a quiénes picar, morirán de inanición por falta de sangre, aunque también pudiera morir antes la población por falta de todo.

Se espera que algunos dirigentes visiten Santiago, y se sumen a la tarea de revisar colchones y colchonetas, frazadas y frazaletas, catres y hamacas, y que participen de un domingo rojo que empuje a las chinches hacia el mar, para que perezcan ahogadas. Luego pudiera celebrarse un acto político para celebrar la victoria, donde el presidente Díaz-Canel rasque a los más destacados en el combate final contra esta plaga enviada por la CIA.

Santiago sonreirá, feliz y satisfecha, viendo un gran letrero de neón sobre el Moncada que diga: “No me chinches con cuchillo, chínchame con tenedor”. A ver si lo próximo que toca son garrapatas.