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No se debe igualar la víctima con el victimario

No puede darse el mismo trato a las víctimas y a los victimarios porque sería injusto dar lo mismo al que es culpable de abusos, injusticias, represión o violación de los derechos de los demás, y a aquellos que reciben y sufren la violencia y la injusticia

Actualizado: Mon, 05/29/2023 - 14:23

Los últimos acontecimientos en Cuba duelen, como cubano, por el divorcio de la diplomacia y la política con la verdad. Una cosa es decir la verdad, con elegancia, respeto y decencia, y otra cosa es ocultar, negar, o silenciar, la verdad o una parte de ella.

Pero, más grave aún, es la equiparación de las víctimas con los victimarios que es otra forma de no reconocer la verdad en las relaciones humanas. Es cierto que, por la sola razón de ser todos seres humanos, se deben respetar la vida, la integridad y los derechos tanto de las víctimas como de los victimarios, sin odios ni venganzas. Sin embargo, es una injusticia, éticamente inaceptable, que se trate de asemejar a las víctimas de la opresión con aquellos que le violan sus derechos.

Aunque en su esencia todos los seres humanos somos de la misma naturaleza y debemos gozar de la misma libertad y de los mismos derechos, eso no debe significar que a quien recibe el daño y el que lo provoca, no se le haga justicia. Recordemos la definición que nos brinda el Diccionario de Oxford sobre la justicia: “Es el principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde, merece o pertenece”.

En esta definición debemos destacar varios aspectos: uno, que no habrá justicia verdadera si no hay conciencia y formación moral o se actúa en contra de los principios éticos. Dos, que la justicia también es un instrumento que nos permite discernir y juzgar el propio comportamiento y el de los demás. Cuando se argumenta que no se deben hacer juicios de valor se pierden hasta los mismos valores y la capacidad de discernimiento. Se desemboca en el relativismo moral. Tres, que la justicia está estrechamente vinculada con la verdad. No puede haber verdadera justicia si se vive en la mentira estructural, política y personal. Y cuarto, la justicia debe dar a cada cual lo que le corresponde, lo que le pertenece y lo que merece.

De este último punto “dar a cada cual lo que se merece”, se deduce que no puede darse el mismo trato a las víctimas y a los victimarios porque sería injusto dar lo mismo al que es culpable de abusos, injusticias, represión o violación de los derechos de los demás, y a aquellos que reciben y sufren la violencia y la injusticia.

Propuestas

Se trata de analizar la realidad con espíritu sano y justo. Juzgar con rectitud y discernimiento sereno y proporcional al comportamiento de los protagonistas del acontecer interpersonal, familiar y social. Se trata de actuar en consecuencia con el análisis de la realidad, el discernimiento y el juicio realizado desde la verdad. Se trata de actuar siendo coherentes con lo sucedido y lo discernido. De estas actitudes podemos deducir estas propuestas:

  1. No se puede igualar, ni equiparar, a las víctimas con sus victimarios. Cada cual debe recibir justicia según su comportamiento.
  2. Es necesario, en primer lugar, restituir la verdad de las víctimas, recuperar su prestigio, reparar e indemnizar los daños provocados y reincorporar la persona a la sociedad.
  3. Es necesario hacer todo lo posible por redimir, reeducar, rehabilitar a los victimarios: haciéndole justicia, pero sin odios, ni venganzas.
  4. Es necesario un proceso de justicia transicional integral, con tribunales independientes del poder político y de toda ideología. En el XII Informe del Centro de Estudios Convivencia, un grupo de pensadores de la Isla y de la Diáspora, hemos consensuado una visión, unos objetivos y unas estrategias para llevar a cabo una transición pacífica, ordenada, ágil y eficaz en Cuba.
  5. Según el Informe sobre la transición en Cuba: “Ese proceso incluye una hoja de ruta integrada por subprocesos complementarios, sinérgicos e imprescindibles: Memoria Histórica y Verdad, Justicia Transicional, Restaurativa e Integral; y Reconciliación Nacional a mediano y largo plazo. Si faltara uno cualquiera de ellos la transición fracasaría o, en tiempos venideros, se volverían a abrir las heridas cerradas en falso por la ausencia de uno de estos componentes de toda transición verdadera.

Al terminar esta columna, que habla de víctimas y victimarios, me gustaría citar textualmente la visión que el XII Informe del think tank de Convivencia nos ofrece sobre la justicia:

“Visión del proceso de la justicia transicional, restaurativa e integral: Se abole la pena de muerte y se dictan leyes para evitar todo sesgo de venganza, discurso y hechos de odio, o incitación o ejecución de cualquier tipo de violencia y arbitrariedad tanto por parte de los órganos del Estado como por parte de los ciudadanos y la sociedad civil. Los tribunales de justicia transicional, creados para evitar venganzas y violencias, terminan su trabajo con la mayor agilidad y profesionalidad. Se restaura legalmente la verdad y se repara a las víctimas, material y moralmente, reconociendo legalmente que han sufrido violación de sus derechos humanos fundamentales. Quedan reconocidos todos los hechos ocurridos en contra de los derechos humanos, los daños ocasionados y el derecho de las víctimas a ser restauradas. El Estado pide perdón públicamente por todos los daños ocasionados”.

Estas propuestas, que hago mías, nos llevan a responder a cuatro desafíos que nos presenta la actual situación de Cuba y la propuesta de una salida pacífica:

  • “Ante la mentira histórica y la amnesia de los errores pasados, es necesario un proceso de Verdad y Memoria Histórica.
  • Ante las injusticias y crímenes cometidos y el peligro de que queden impunes, es necesario un justo, sereno y ágil proceso de justicia transicional.
  • Ante posibles reacciones de odio, revanchas, venganza y caos violento, es necesario un proceso de magnanimidad y perdón, sin amnesia ni impunidad.
  • Ante las divisiones, fracturas y desarticulación de la persona del cubano, del tejido social, del alma nacional, y de las leyes y estructuras, es necesario un proceso de reconciliación nacional que incluye, dentro de sí mismo, con unas sinergias complementarias y holísticas a estos cuatro componentes indisolublemente relacionados entre sí. Ninguno de ellos puede faltar ni negar a los otros.” (Valdés D. “La reconciliación nacional en Cuba”. Revista Convivencia, 27 diciembre 2021).

Invito a todos los que se sienten preocupados por la forma y los métodos con que se desenlace la crisis estructural de Cuba a que lean y estudien las propuestas y la hoja de ruta que proponemos en el Itinerario de Pensamiento y Propuestas para Cuba.

Que no se diga después que no había propuestas para una salida pacífica y ordenada en Cuba.

 

Tomado del Centro de Estudios Convivencia.