Reparadora de mascarillas, un nuevo oficio cubano

Son las mismas costureras que fabrican las mascarillas de uso obligatorio para evitar el contagio de la COVID-19. Y han provisto a millones de personas de estos utensilios sanitarios
Costurera holguinera repara mascarillas
 

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Cuba continua a la cabeza del surrealismo internacional en tiempos de pandemia al instaurar en sus barrios un nuevo oficio: reparador de mascarillas.

Son las mismas costureras que fabrican las mascarillas de uso obligatorio para evitar el contagio de la COVID-19. Y han provisto a millones de personas de estos utensilios sanitarios, a precios de entre 15 y 20 pesos, moneda nacional.

“Con el tiempo las mascarillas se van deteriorando”, dice Nilda, una de las costureras más solicitada del Náutico, “se deshilan, pierden el elástico que los sostiene de las orejas. La gente de bajos recursos viene a que se los arregle. Prefieren eso, a comprar nuevos. Al principio lo hacía de favor, ahora cobro por el arreglo”.

Otra costurera que comenzó a cobrar el servicio de reparaciones es Perla, que tiene doce modelos colgados de una cuerda en el portal de su vivienda y siempre tiene clientes.

“La gente de hoy no sabe coser. Esa tradición se perdió. Prefieren botar y comprar cosas nuevas. Pero como se ha encarecido todo y son tantas las mascarillas que hay que tener, la gente prefiere arreglarlo que comprar otro. Las mascarillas duran mucho y el cloro las preserva, el problema está en el elástico, y cuando se deshilan”.

“El metro de elástico está a seis cincuenta y no aparece”, dice Perla. “Tampoco hay agujas, ni hilo, eso colabora a que vengan a buscarnos y se los reparen. A mí me conviene, es una entrada de dinero más. Además, siempre se llevan un modelo nuevo”.

Cristina, de 78 años y vecina de Jaimanitas, es madre de cuatro hijos que trabajan en supermercados y almacenes de la firma Gaviota, dice que cada hijo tiene diez mascarillas y ella los lava y lo desinfecta todos los días.

“Son cuarenta en total. Tengo un control absoluto sobre ellos porque fueron 800 pesos de inversión en mascarillas. Si a alguno se le va el elástico o se afloja por algún lado, voy rápido a casa de Nidia y le doy unas puntadas, o le pongo elástico nuevo. Son solo cinco pesos, un ahorro notable en comparación a comprar uno nuevo”.

Con la aparición de las reparadoras de mascarillas, crece la lista de oficios considerados raros, y en otras partes absurdos o surrealistas, junto al reparador de fosforeras y el lijador de cazuelas de cocina a domicilio y otros que solo existen en Cuba.

 

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