De Landrián a Otero: cómo el régimen usa la psiquiatría contra artistas disidentes

El uso del sistema de salud y la psiquiatría para torturar disidentes e intelectuales críticos, es una práctica del castrismo desde los años 60 del siglo XX hasta hoy
 

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Veinte días después de la irrupción de agentes del régimen en la vivienda de Damas 955, en la Habana Vieja, para forzar al artivista Luis Manuel Otero a dejar su huelga de hambre y sed, el opositor continúa siendo víctima de violación de derechos. Permanece retenido e incomunicado por la Seguridad del Estado, con la complicidad del Ministerio de Salud Pública (Minsap), en una sala de psiquiatría del Hospital “General Calixto García”.

La poca información que se ha podido recabar a través del telón de hierro tendido por el gobierno –que incluye un despliegue militar en el centro de salud y detenciones a quien intente visitarlo– indica que Otero estaría sometido a procedimientos médicos invasivos y sin su consentimiento. No sería la primera vez que ocurre en la historia de la disidencia y el arte contestatario en la isla.

“Cuba no ha cambiado en 62 años. Con solo recordar a Nicolás Guillén Landrián entenderíamos lo que pasa con Luis Manuel Otero Alcántara y con los artistas contestatarios en el país”, publicó este viernes en sus redes el cineasta Ricardo Vega.

Nicolás Guillén Landrián, director de documentales y pintor, murió en el exilio. Escapó de la isla en 1989 luego de ser reprimido por el régimen hasta el punto de sufrir torturas mediante métodos psiquiátricos.

Con el afianzamiento de control del régimen castrista “la aplicación de la Psiquiatría pasó a ser parte de los planes del Ministerio del Interior de Cuba para aniquilar y neutralizar a la disidencia y la expresión crítica”, señala en su blog Jorge Luis García Vázquez, activista pro derechos humanos que se vinculó con el Movimiento Cristiano Liberación. En la década de los 80, fue intérprete para trabajadores cubanos enviados a la Alemania del Este (RDA), y el Minint quiso utilizarlo como delator, pero se negó y terminó preso por la Stasi en 1987 durante varios días.

García Vázquez investiga las conexiones entre los órganos de policía política de Cuba y la antigua RDA: “En algunos documentos de los archivos de la STASI encontramos huellas de los contactos entre psiquiatras cubanos y alemanes orientales y la Seguridad de Estado, especialmente durante el Congreso Latinoamericano de Psiquiatría que tuvo lugar en La Habana en 1977”.

Según páginas facsimilares publicadas por esta fuente, agentes cubanos pidieron a sus colegas alemanes un listado de sustancias y fármacos en 1981. ¿Para qué? ¿Las enviaron a la isla? ¿Fueron utilizadas? No queda claro, pero sí la intención de manipular la mente de los opositores y “desviados” del dogma del régimen comunista.

Una de las cartas de Landrián, reproducida por García Vázquez, cuenta el calvario vivido por artista luego de ganar el premio internacional Espiga de Oro, por su aclamado filme Ociel del Toa. El cineasta que fue enviado a los calabozos de Villa Marista (sede de la Seguridad del Estado) para ver cuáles eran sus “conflictos ideológicos”, escribió:

“Y no quedó allí. Me mandaron para una granja dos años (…). Ahí comenzó la esquizofrenia de nuevo, (…) que me llevó a ser tratado psiquiátricamente por los médicos que había en la prisión. Ellos aconsejaron que fuese enviado a un centro donde pudiese ser atendido adecuadamente. A continuación, me montaron en un avión, descalzo, con el overol de la granja y por encima de los hombros un saco de listas que yo amaba mucho. Me llevaron de Gerona a La Habana, donde fui internado en el Hospital psiquiátrico Militar que tenían ahí en Ciudad Libertad. De este lugar, luego de ser atendido por un siquiatra argentino, fui enviado bajo prisión domiciliaria a casa de mis padres, para que terminara de cumplir el tiempo que me restaba de la sanción, a la que fui sometido sin previo juicio alguno, sino por deliberación de un tribunal militar”.

De esta manera, quedó muy afectada la carrera de uno de los más creativos cineastas cubanos de entonces, a quien, en 1977, llegaron a aplicarle electroshocks sin anestesia.

 

Landrián no fue el único

También intentaron hacer pasar por “loco”, o provocarle la demencia, al hoy conocido periodista del sur de la Florida, Juan Manuel Cao, siendo menor de edad y apenas un aprendiz de cineasta en el oficialista Icaic.

Acusado de “propaganda enemiga”, fue arrestado arbitrariamente en 1982 y enviado a la sala Juan Pedro Carbó Serviá, del Hospital Psiquiátrico de La Habana, manejada “por la policía política para intimidar y quebrar a disidentes”, según el historiador y ensayista Abel Sierra.

“En Mazorra, como se le conoce al manicomio (…), muchos detenidos fueron sometidos a sesiones de electroshocks sin anestesia y les suministraron a la fuerza drogas y psicotrópicos. En la sala Carbó Serviá también estuvieron recluidos el historiador Ariel Hidalgo, el cineasta Nicolás Guillén Landrián, y el intelectual Rafael Saumell, entre otros”, escribió Sierra en Hypermedia Magazine.

Otro caso documentado por Sierra en la mencionada revista independiente, es el de la intelectual Ana María Simo, quien sufrió represión y homofobia tan temprano en la historia del régimen como en 1964. Luego de un período en Villa Marista y otro en arresto domiciliario, la policía política obligó a su familia a llevarla a una clínica psiquiátrica.

“(…) me dieron doce electroshocks. Allí pasé más de dos meses. La clínica tenía tanta seguridad como la cárcel. (…) Y yo no sabía en qué lugar se encontraba”, recordó Simo en entrevista con Abel Sierra.

La dramaturga, ensayista y novelista refirió que estando completamente sana le daban “algunas pastillas por la noche. (…) un siquiatra que trabajaba en Mazorra, habló varias veces conmigo. Más sutil y amable que el interrogador de la cárcel, pero como aquel, tratando de sacarme información sobre la sexualidad de los de El Puente [grupo literario]”.

Luego de que empezaran a administrarle corrientazos, la intelectual “no atinaba a leer ni a recordar nada. Gracias a los electroshocks”.

 

También utilizan pastillas

Regresando al blog de García Vázquez, allí también reproduce una noticia publicada en 2007, según la cual en la prisión de Kilo 7 (Camagüey) estimulaban el tráfico de estupefacientes y la adicción a psicofármacos al distribuir por periodos de entre 48 y 72 horas las medicinas.

El Dr. Alfredo Manuel Pulido López, prisionero de conciencia del Grupo de los 75, estimaba esa como la principal causa de autoagresiones y suicidios en el penal.

“(…) los reclusos enfermos de esquizofrenia y paranoia pueden recibir hasta 24 tabletas de levopromacina y amitriptilina junta y que a los que les recetan carbomazetina reciben hasta 18 tabletas”.

El Dr. Pulido también dijo que la mala distribución de medicamentos “desestabiliza el equilibrio mental de los pacientes y favorece el tráfico de estos medicamentos, lo que propicia la violencia y el crimen”.

Un detallado informe del Directorio Democrático Cubano publicado en 2008, registra testimonios y pruebas sobre “distintas modalidades de torturas, y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes aplicados en el curso de la 'revolución cubana'”.

Allí se consigna que opositores que no tenían en sus historias clínicas enfermedades mentales, y otros con algún indicio muy leve, eran “sometidos a terapia electro convulsiva o a fuertes dosis de drogas psicotrópicas, o ambas como castigo por su comportamiento político”.

 

Infame historia de hoy

Lejos de ser casos aislados dejados atrás con la Guerra Fría, la historia de Landrián y otros intelectuales se repite. Al parecer llega hasta nuestros días con otro oscuro capítulo: la situación de Luis Manuel Otero.

El artista estaría recibiendo terapia electroconvulsiva (TEC) mientras duerme. “Se lo aplicaban mientras dormía, pero él no lo siente nada porque estaba bajo un sedante”, dijo a ADN Cuba, una fuente cercana al personal administrativo del Hospital “Calixto García”, donde lleva 19 días secuestrado.

Por otro lado, este jueves en la mañana la periodista independiente Iliana Hernández recibió un mensaje de otra fuente anónima -por temor a represalias- que respaldaba esta información. “Cuando salga del hospital no podrá contar nada”, debido a la aplicación de esta terapia, contó esa persona a Hernández.

De acuerdo con la página especializada Medline Plus, la TEC utiliza una corriente eléctrica para tratar la depresión y otras enfermedades mentales; y mayormente se realiza en un centro médico, mientras el paciente duerme y sin dolor con anestesia general. 

Esta práctica ha sido rechazada ampliamente por el gremio médico, pues puede ocasionar problema de memoria, taquicardia, hipertensión, hipotensión, náuseas, entre otras complicaciones.

El jefe de psiquiatría del hospital, el Dr. Jorge Luis Velázquez Julián, la doctora psiquiatra que estaría atendiendo a Luis Manuel Otero, Yohandra Milián Gerardo, el vicedirector quirúrgico Ifrán Martínez Gálvez y la enfermera Dora Álvarez, son algunas de las personas que trabajan en el hospital "Calixto García", señaladas como participantes en la trama tejida por la Seguridad del Estado, contra el artista y activista opositor.

La asociación de Milián Gerardo al caso, establecida por fuentes internas del hospital, llama particularmente la atención por su "currículo". La historiadora y profesora de arte Anamely Ramos, miembro del MSI, dijo en una directa de ADN Cuba que reconoció en las imágenes de Milián a la misma "psiquiatra" que le enviaron a hablar con ella durante una detención arbitraria en una estación policial, aunque en esa ocasión le dijo que se llamaba "Lucía".

Una revisión de artículos de Milián Gerardo, muestra que entre sus intereses de estudio están la psicosis y efectos de drogas. Tiene registrado un texto en coautoría con Jorge Luis Velázquez Julián, publicado en el Vol. 5, No. 2 (2017) de la revista Archivos del Hospital Universitario “General Calixto García”.

Yohandra Milián Gerardo aparece como primera autora de un artículo sobre “Bioneuroemoción y trastorno afectivo bipolar”. Por el documento sabemos que, al menos hasta el 2013, era “Especialista de 1er grado en Medicina General Integral, Especialista de 1er grado en Psiquiatría, Máster en Toxicología Clínica”.

Según se lee en el texto, el “acompañamiento en Bioneuroemoción” que aplicarían a la paciente caso de estudio, es un “método de tratamiento, liderado por el Sr. Enric Corbera, psicólogo y presidente del Instituto Español de Bioneuroemoción y acogido en Cuba por el Órgano de Integración para la Salud del MININT (…) y estudia las relaciones entre las emociones inconscientes provocadas por situaciones vivenciadas como impactantes para el individuo, su expresión y localización a nivel del sistema nervioso y las modificaciones que estas provocan en su biología, manifestadas a través de un síntoma, un malestar o un desajuste orgánico, mental o conductual”.

 

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