Ser colero o revendedor "es una forma de hacer contrarrevolución", afirma vocero del castrismo

El castrismo ha hecho metástasis en algunos voceros del régimen. “Los únicos que pueden tener temor son los coleros, revendedores, acaparadores. Las calles, las colas son nuestras, no las dirigen los enemigos, que se presentan como amigos del pueblo…”, asegura un medio oficialista
Una cola en Cuba con presencia de militares. Foto/EFE
 

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El castrismo, que es una enfermedad terminal que ataca a varios órganos de la nación, hace estragos en el cerebro de algunos cubanos. Hay voceros del régimen que parecen tener amputado el sentido común, el razonamiento, la objetividad…

Una de las “plumas” dedicadas a la propaganda “comunista” envío a través del medio oficialista Cubasí: “un mensaje a todos los que están presentes en las colas para la compra de los artículos que se ofertan hoy en las tiendas que prestan servicios para la venta de alimentos o artículos de aseo y uso personal”.

La psicología autoritaria implantada por la dictadura con años de adoctrinamiento, lleva a que está persona civil sueñe con escuchar sus idioteces difundidas por una bocina en lo alto de un carro policial.

“Originalmente lo pensé como un mensaje que podría reproducirse en audio por los autos patrulleros de la policía con sus bocinas en esos lugares de colas”, aseguró Pedro Margolles Villanueva, en un texto que según puntualizan fue ESPECIAL para Cubasí.

“Es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzar el triunfo”, es patético desde el primer párrafo hasta el último, pero hay que reconocer que también es muy risible.

Ya que “han proliferado como ratas hambrientas los llamados coleros y especuladores, revendedores, ladrones y corruptos”, Margolles Villanueva hace un llamado a los “cubanos con espíritu patriótico”:

  • “Digamos todos ¡NO! a los coleros, revendedores y acaparadores que ahora representan una verdadera Quinta Columna infiltrada en nuestras colas”.
  • “Rechácenlos. No los encubran, no miren para otro lado: enfréntenlos”.
  • “No hay otra opción: digamos firmemente ¡basta! a este bajo comportamiento y a sus nocivas prácticas”.
  • “El pueblo tiene que decir: ¡No! a lo mal hecho, a los encubridores y especuladores. La pasividad es perder la batalla, rendirnos. Y con el legado de Almeida  decimos: “Aquí no se rinde nadie”.

La narrativa del régimen reproducida una y otra vez está en cada línea: el gobierno víctima, los inescrupulosos cubanos acaparadores, la contrarrevolución orquestada desde Estados Unidos...

En su balbuceo el autor de “Es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzar el triunfo” afirmó que: “(…) los coleros y revendedores como un alivio, una ayuda a cambio de dinero que es una forma de hacer contrarrevolución, alimentar la desorganización, el descontento, la desconfianza”.

“La mayoría del pueblo pide más firmeza. No teman. Los únicos que pueden tener temor son los coleros, revendedores, acaparadores. Las calles, las colas son nuestras, no las dirigen los enemigos, que se presentan como  amigos del pueblo y lo que persiguen es enriquecerse ilícitamente”, aseguró, sosteniendo la afirmación del mandatario Miguel Díaz-Canel que las calles cubanas son solo para los “revolucionarios”.  

“Cubano, conciudadano,  dispones de las autoridades para protegerte, no estás solo. No te reprimen”, dijo ignorando los atropellos, arbitrariedades, abusos, intimidaciones que cada día la policía del régimen hace violando los derechos más elementales del cualquier ciudadano.

“Esta no es una batalla que se gana solo con la información periodística y de la policía: es imprescindible y decisivo el combate del pueblo contra los que acaparan y roban”, agregó. ¿Y los dirigentes y funcionarios corruptos? ¿Las familias de la cúpula castrista?

El vocero del régimen, desde la soberbia y con clara ignorancia sostuvo: “Me pregunté después de apreciar el anuncio de las nuevas medidas si valía la pena publicarlo. Me dije que sí, pues es una apelación al razonamiento del pueblo. Me entusiasma la decisión tomada y estoy seguro de que venceremos”.

Con estos argumentos aspira el régimen a vencer. La interrogante sería a vencer qué y a costa de cuántos y cuánto sufrimiento.

 

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