El Cuba Study Group, organización que promueve el diálogo entre Cuba y Estados Unidos, publicó un documento que llama a un compromiso diplomático entre ambas naciones, en tonos que dejan dudas sobre el compromiso de este grupo con la democracia.
La organización no partidista de líderes empresariales cubanoamericanos informó que el documento, entregado el martes a la Casa Blanca, desafía tanto al gobierno de Estados Unidos como al de Cuba a “esforzarse por hacer resiliente la normalización de las relaciones con el fin de proteger el progreso de los ciclos políticos impredecibles”.
El documento, titulado Relaciones entre Estados Unidos y Cuba en la era Biden: un caso para hacer que el compromiso sea resiliente como medio para brindar apoyo a largo plazo al pueblo cubano, pide un nuevo enfoque que coloque en el centro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba el apoyo a largo plazo para el pueblo cubano.
“A medida que la nueva administración emprende una revisión de las políticas vigentes sobre Cuba, es importante comunicar que simplemente revertir las acciones de la era Trump que perjudicaron indebidamente al pueblo cubano durante los últimos cuatro años no será suficiente”, dijo Carlos Saladrigas, presidente del Cuba Study Group.
El grupo reafirma que Estados Unidos debe continuar destacando las fallas democráticas de Cuba y continuar apoyando a los actores de todo el espectro cubano que trabajan para garantizar que se garanticen mayores libertades económicas y cívicas en la isla.
Sin embargo, advierte que “las denuncias estridentes de los fracasos del comunismo y las condiciones absolutistas para el alivio de las sanciones son débiles sustitutos de una diplomacia robusta”, necesaria para empoderar al pueblo cubano para que forme su propio destino.
El documento propone tres líneas de acción: “restaurar el apoyo al pueblo cubano como una prioridad política y reconstruir la confianza”, abordar las “cosas difíciles” y lograr que la “normalización se mantenga mediante la diplomacia directa de alto nivel”, así como “responder a la apertura con apertura”.
La primera presenta recomendaciones de políticas detalladas para revertir las políticas de la era Trump, así como pasos para restaurar el apoyo al sector privado cubano, reanudar la cooperación en salud pública, reiniciar las funciones diplomáticas fundamentales, reconstruir la confianza y lograr una mejor participación de los cubanoamericanos como socios.
El segundo recomienda la designación de un representante especial para hacer frente a disputas no resueltas desde hace tiempo y para avanzar en la negociación de acuerdos de cooperación.
La tercera vía aboga por una mayor apertura a las medidas adoptadas por el gobierno cubano, que ha iniciado reformas como poner fin a su doble moneda y su reciente expansión del sector privado. Sin embargo, el gobierno cubano deberá reconocer mayores derechos para sus ciudadanos para ayudar a cimentar el progreso y aumentar el apoyo del Congreso para nuevas acciones sobre las sanciones contraproducentes a Cuba u otra asistencia específica, señala el texto.
La semana pasada, 56 organizaciones, incluidos grupos de derechos humanos, organizaciones religiosas, ambientales y académicas, así como grupos cubanoamericanos y empresariales enviaron una carta al presidente Biden instando a la administración a tomar medidas inmediatas para cumplir con una promesa de campaña de revertir lo que denominaron “las políticas fallidas de Trump que continúan infligiendo daño a los cubanos y sus familias”.
Nadie sabe a ciencia cierta qué hará Biden, de 78 años y con problemas más graves que resolver en los que probablemente sean sus únicos 4 años de jefatura, con el molesto vecino sureño, gobernado por la familia Castro.
Geoff Thale, presidente de la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), un centro que “promueve los derechos humanos en las Américas”, asegura que volver al punto en que Obama dejó el entramado de relaciones es solo cuestión de tiempo. Podría revertir las restricciones de viajes, remesas familiares y comercio por decreto, durante un proceso lento.
El investigador cubano José Azel, que ha impartido clases en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, de la Universidad de Miami, no está de acuerdo con volver al punto en que quedaron los intercambios al final del mandato de Obama. Propone mantenerse en la “línea dura” que siguió Trump con la isla.
A juicio del académico, se trata de “un error volver a esa fallida política de Obama”, porque “fue una política basada en concesiones unilaterales de parte de Estados Unidos a cambio de nada”.
El profesor Thale, que ha viajado por treinta años a la isla para conocer el terreno de sus estudios, dice que ambas opciones deben ir parejas: la defensa de los derechos y la del acercamiento.
“Creo que la reducción en las tensiones y hostilidades entre Cuba y Estados Unidos en el mediano plazo tiene un impacto positivo al abrir espacio político dentro de Cuba, para discusiones sobre su futuro en derechos humanos, libertad de expresión”, explicó a La Voz de América.
En cambio, el profesor Azel insiste en que en aquella ocasión “no se consiguió avanzar en lo absoluto” en el tema de “liberar un poco la economía cubana” o “reducir la opresión”, y saca a relucir los pedidos que ha hecho Washington porque La Habana extradite a prófugos de la ley asentados en la isla.
Azel aplaude, además, la decisión de administración Trump de reingresar a Cuba en la “lista negra” de países terroristas alegando, precisamente, que el país caribeño no colabora en la entrega de criminales y da cobijo a guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN).
Un regalo inesperado
Entrevistado por ADN Cuba, el influyente abogado cubanoamericano Willy Allen aseguró que la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo es un “regalo” para la administración Biden, aunque el objetivo de Trump haya sido otro.
“Es posible que el gobierno de Biden esté dispuesto a sacar a Cuba de la lista —como ya hizo Obama en 2015—, pero en este momento Cuba va a tener que negociar, que ofrecer algo, para demostrar que merece ser sacada de la lista”, aseguró Allen a ADN Cuba.
“La situación dentro de Cuba es crítica, como saben todos, por esta razón, el gobierno cubano está buscando cómo agradar al estadounidense y lo seguirá haciendo”, agregó el especialista. Biden podría utilizar esto a su favor y obligar a dar concesiones que obliguen al régimen a reconocer grupos disidentes y hacer reformas pro-mercado más profundas
“Biden no es Obama”, advierte Allen sobre la posibilidad de que el presidente demócrata caiga en el mismo juego de acercarse cándidamente al gobierno de La Habana. “Biden tiene 47 años de experiencia lidiando con asuntos internacionales y tendrá a dos cabezas muy influyentes cerca que no tienen ninguna simpatía por el régimen cubano y saben cómo llevar estos temas”.
Allen se refiere al senador demócrata por New Jersey, Bob Menéndez, a quien califica de “amigo íntimo” del presidente electo, y el secretario del Departamento de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, de ascendencia latina, pero cuyos ascendientes judíos sufrieron persecución en la Europa comunista.
Menéndez es un senador “sumamente poderoso” en el Partido Demócrata, que tiene la mayoría en la cámara alta, mientras que Mayorkas es una figura influyente en el diseño de la política exterior hacia Cuba. Para Allen, sus trayectorias y preferencias señalan que Biden será mucho más precavido hacia Cuba de lo que fue Obama.
La administración Trump colocó a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo esta semana. La designación somete a la isla comunista a sanciones que penalizan a personas y países que realizan comercio con ella, restringe la ayuda exterior de Estados Unidos, prohíbe las exportaciones y ventas de defensa e impone ciertos controles a las exportaciones de artículos de doble uso.
Desde diciembre, se filtró que funcionarios del Departamento de Estado habían elaborado una propuesta para designar al régimen “comunista” como patrocinador estatal del terrorismo, reveló entonces The New York Times (NYT).
Redactado con información de ADN Cuba y Radio Martí.