No importa cuándo leamos este título. Los órganos de propaganda del régimen, pretendidos medios de prensa o comunicación pública, mienten descaradamente cuando de hablar de voces disidentes o alternativas se trata y este sábado volvieron a dar fe de ello.
En un “programa especial” titulado “Cuba responde”, como si alguna vez se hubieran preocupado de veras por reflejar equilibradamente el sentir de las voces plurales y distintas que configuran todo un país, supuestos periodistas pretendieron deslegitimar la protesta del Movimiento San Isidro en favor de la liberación de Denis Solís y cuestionar su existencia como organización de la sociedad civil.
Asimismo, intentaron suavizar lo ocurrido el viernes frente a la sede del Ministerio de Cultura (Mincult), donde centenares de cubanos, entre artistas, activistas, periodistas independientes y jóvenes inconformes con la situación de las libertades y los derechos humanos en la isla, se plantaron para exigir un diálogo que abra el camino hacia el cambio.
Decimos supuestos periodistas porque los informadores del régimen no se interesan ni tan siquiera por cumplir en su trabajo diario con los estándares más básicos del periodismo. Repiten argumentos trillados carentes de evidencia sólida, sirviendo así como auténticos propagandistas a los que no les tiembla la voz para asesinar moralmente a alguien y hacer ver a su público que tiene que creer en lo que ellos dicen porque es la “verdad oficial” y ya.
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No se preocupan por contrastar nada ni por deslizar preguntas que hagan pensar o decir algo sustancioso a sus descafeinados invitados, pretendidos especialistas o analistas que arrastran los mismos vicios, sesgos y limitaciones que sus “colegas” oficialistas en los medios.
“Vamos a analizar en profundidad todo lo sucedido en torno al denominado Movimiento San Isidro”, dijeron los propagandistas en el programa, omitiendo que los márgenes ideológicos y de censura bajos los que operan les impiden ser profundos en cualquier tema que aborden, máxime cuando se trate de hablar de la oposición política, la sociedad civil organizada al margen del Estado o el pluralismo realmente existente en la isla.
Pero incluso con esa omisión, se traicionan a sí mismos al acudir a la mentira tanto por lo que dicen como por lo que no dicen. Exhibieron facturas de compras de alimentos en las malogradas plataformas estatales de comercio electrónico para demostrar que los activistas de San Isidro no estaban en huelga de hambre, sin hacer la distinción en ningún momento, como harto se ha informado y de manera minuciosa por medios independientes y alternativos, que de los 14 plantados por días en Damas 955 –hasta su desalojo forzoso- sólo siete estuvieron en huelga de hambre.
El resto constituía el grupo de apoyo a los huelguistas, pero ello no era un detalle importante a mencionar en ese supuesto “análisis profundo”, como tampoco lo fue el hecho de que el juicio sumario a Denis Solís se hizo sin las garantías legales contempladas en la propia legislación cubana, como han apuntado juristas y organizaciones internacionales.
Para el oficialismo y sus voceros, la tensión política de las últimas dos semanas obedece a una campaña orquestada por la CIA y la administración Trump. Responde a la estrategia del “golpe blando”, pero se topará con la “firme voluntad del pueblo revolucionario cubano”.
En fin, las líneas discursivas de siempre que cada vez más chocan con una realidad crítica de represión, censura, escasez y grandes limitaciones para la realización personal.
Quizás crean que les creen y ciertamente muchos aún lo hacen. No obstante, los acontecimientos diarios en el país y el sentir de cubanos dentro y fuera del mismo, elementos que no son reflejados en los pretendidos medios de prensa del régimen, demuestran que la creencia merma a ritmo rápido y alcanza cada vez a menos.
Así seguirán hasta el final, mintiendo, cantinfleando y viviendo en su Wonderland, tan inexistente como lo es la propia Revolución, culminada décadas atrás con la instauración de un sistema totalitario. Representan a un régimen conservador, represivo y violatorio de derechos humanos y libertades elementales.
Así es y será hasta el final, aunque no lo quieran aceptar, aunque quieran fingir y vivir del cuento más que Pánfilo y que cualquier cubano pensante y sufriente de su realidad. Los medios del régimen mienten e inevitablemente la historia y los cubanos los juzgarán.