Este 8 julio el diario estatal Juventud Rebelde dio acuse de recibo a una carta enviada por Miriam Llerena Rosales desde el reparto Sosa, en la ciudad de Las Tunas.
En su misiva Miriam relata una extraña historia que a todas luces, algo en los que coincide el redactor del mencionado diario, parece ser un ajuste de cuentas o represalia.
De los que se trata es de que el pasado 4 de julio el esposo de Miriam no pudo comprar los productos que cada mes vende el régimen a la población en la red de bodegas a través de la libreta de racionamiento.
La bodega donde tienen que hacer la compra se llama El Progreso, y no pudieron acceder a ella porque la Oficoda (oficina que se encarga de los trámites relacionados con la libreta de racionamiento) del reparto Casa Piedra, adonde pertenecen como consumidores, se los había negado.
Según lo relatado por Miriam, la mencionada oficina le había prohibido a la bodega venderle a ese núcleo familiar los productos que les correspondientes al mes en curso, bajo la justificación de que miembro de esa familia, al que no hacen referencia, se había quejado con anterioridad, a consecuencia de que no le habían vendido parte del aseo personal, a pesar de la situación epidemiológica por la que atraviesa el país debido a la pandemia de la COVID-19".
Ante esto Miriam aclara que esa justificación es completamente falsa porque el mes anterior ellos habían comprado todo el aseo que les correspondía, aseo al que tienen derecho, y que como parte del enfrentamiento al nuevo coronavirus se ha estado vendiendo a la población en las bodegas.
"Eso no es cierto, pues mi esposo había comprado el primer módulo de aseo completo. Quedé atónita, no podía creerlo. Era sábado por la tarde y al otro día domingo. Pensé: ¿y ahora qué comemos?", explica Miriam.
Tengamos en cuenta que la mayoría de los cubanos, debido a los bajos salarios y la escasa oferta, depende en gran medida de los productos que vende el régimen a través de la libreta de racionamiento.
"Es una falta de respeto y de ética que un trabajador de la Oficoda se tome la atribución de decidir sobre la alimentación de un núcleo familiar de personas trabajadoras".
Lamentablemente esta familia no ha sido la única que durante la pandemia se ha visto afectada en el acceso a los productos de la libreta de racionamiento, debido a malas prácticas de Oficoda o a la burocracia que impera en ésta.