El frijol forma parte de la cocina cubana, de su historia y tradición, pero los últimos meses la falta de liquidez del régimen para adquirirlo en el mercado internacional, sumado a las plagas, enfermedades e insumos agrícolas insuficientes para combatirlas, ha hecho que falte en la mesa de los cubanos.
Según un artículo publicado este 4 de agosto en el diario estatal Juventud Rebelde, "informaciones recientes indican que la contracción en la disponibilidad de combustible y la falta de insumos, fertilizantes y pesticidas, obligaron a reducir la siembra planificada de frijoles de 46 000 hectáreas a casi la mitad: 23 500 hectáreas".
Ante este panorama el régimen ha decidido promover el cultivo del frijol caupí, conocido por la población como frijol carita, que si bien es consumido por los cubanos, nunca ha llegado a alcanzar los niveles de preferencia de los que gozan el frijol negro o el colorado.
"Comúnmente menospreciado en tiempos de abundancia de otros frijoles, ante la actual situación el Ministerio de la Agricultura recurrió al frijol caupí (Vigna unguiculata), conocido como carita, mucho más resistente a las plagas y enfermedades por hongos y también más tolerante a las altas temperaturas", escribió el Juventud Rebelde.
Si bien esta puede ser una solución del problema, cabe preguntarse, ¿por qué con tanta tierra disponible se debe esperar a que se presente una crisis para diversificar los cultivos, o para promover, en este caso, el frijol caupí?
El carita es conocido por su alto valor nutritivo, y cuenta con variedades que permiten sembrarlo tanto en primavera como en invierno, razones suficientes para que se le hubiera tenido en cuenta cuando comenzó la crisis en 2018, y no solo ahora cuando ya esta situación se encuentra en un estado crítico.
Según Yojan García Rodas, jefe del departamento de cultivos varios del Ministerio de Agricultura (Minag), el país dispuso de fertilizante para apenas el 8% de la cantidad sembrada y del 16% de una parte de los pesticidas, a lo que "hay que sumar la aparición de la plaga de Megalurothripsusitatus (Trips de la flor del frijol), con un importante impacto negativo en los rendimientos agrícolas: de 1,15 toneladas por hectárea (superior a la media mundial) a 0,6 toneladas".
De acuerdo con el directivo, debido a esto se afectaron más de 13 500 hectáreas en la campaña de frío, además de que fueron demolidas completamente 7 500.
Pero este no es un problema nuevo, pues el país, que demanda anualmente 70 000 toneladas de frijoles, ha entregado en los últimos tres años un poco más de 51 000 toneladas; En 2020 llegaría a apenas 7 000 toneladas, de las cuales se habrían acopiado unas 6 000.