Dolarización y cuentapropistas cubanos, motivos de una protesta

Cuentapropistas cubanos enfrentan grandes retos para operar en medio de la actual dolarización a la que se va dirigiendo el país por las decisiones del régimen, y con las mismas trabas de siempre, por lo que varios se alistan para alzar su voz el venidero 31 de octubre
Oscar Casanella es uno de los cuentapropistas que participará en la protesta
 

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Avanzan los días y ya sólo restan dos para la anunciada primera jornada de protesta masiva en Cuba por las decisiones económicas del régimen para sortear los efectos de su crisis crónica, agraviada por la pandemia de coronavirus.

Muchas de esas decisiones han conllevado a un proceso de dolarización de la economía que ha expuesto aún más las desigualdades de la sociedad cubana, al tiempo que discrimina por falta de opciones gratificantes reales a aquellos ciudadanos que no reciben remesas continuas y significativas desde el exterior del país.

Los efectos presentes y futuros de ese proceso no han dejado en la habitual indiferencia a muchos cubanos, quienes durante días han convocado en redes sociales a alzar la voz multitudinariamente el 31 de octubre y el 17 de diciembre para extender al gobierno una lista de peticiones.

Los reclamos de la protesta nacional pacífica por una Cuba próspera son muchos, pero entre ellos destacan varios que exigen al gobierno más facilidades para la iniciativa privada, siempre limitada por las políticas económicas del régimen y más aún ahora en los tiempos de crisis que se viven, que no han supuesto una relajación para los cuentapropistas ni su consideración como un actor socioeconómico fundamental para el logro de mejores escenarios. 

Los organizadores de la protesta piden al gobierno que dé libertad a los emprendedores para importar directamente del extranjero mercancías sin límite de cantidad ni tipo, y sin que medien las empresas estatales.

También que autorice a los campesinos cubanos a importar suministros y equipos, vender sus productos tanto a la población como para exportación con total libertad, sin imponerle límites de cantidad de productos ni de precios; y que permita, mediante licencia de trabajo, la compraventa de productos. 

“El comercio es legal en el mundo entero y por tanto los revendedores deben ser legalizados”, sostienen los demandantes y organizadores de la protesta en sus peticiones, las cuales difícilmente hallen eco en un régimen que se niega a la libertad y la prosperidad individual, bajo argumentos obsoletos e inefectivos de supuesta defensa de la igualdad y la justicia social.

De hecho, lejos de abrir el diapasón de posibilidades que tiene para favorecer el crecimiento de los cuentapropistas y fortalecer al sector privado como actor económico relevante en el panorama nacional, el régimen toma medidas rígidas y de poco alcance que lo que hacen es limitarlos aún más.

Por ello, los cuentapropistas se encuentran entre los grupos principales que fomentan la protesta, para la cual se alistan según se desprende de los mensajes de algunos en sus redes sociales.

Es el caso del científico y emprendedor cubano Oscar Casanella, quien en su perfil de Facebook afirmó estar listo “como cuentapropista y como cubano indignado” para sumarse a la protesta nacional este 31 de octubre.

“Cierren las tiendas en dólares”, “libertades económicas para el pueblo cubano”, “no más miseria”, exigió Casanella, que además compartió una imagen en la que se le ve sostener carteles con tales demandas.

Este martes ADN Cuba analizó si los cuentapropistas cubanos tenían motivos para protestar de la manera en que se está perfilando. Según se desprende de las declaraciones del propio Casanella a esta revista, hay motivos por cuanto la dolarización supone un escenario muy complicado, en el que es muy posible que los cuentapropistas tengan que aumentar los precios de sus productos y servicios para poder pagar los gastos y pagar a sus empleados.

“Para realizar compras de productos, equipos y materiales para su negocio que solo aparecen en las tiendas en MLC, los cuentapropistas estarán obligados a buscar una persona fuera de Cuba que sea su ‘socio’ para que pueda realizar envío de dólares”, agregó el científico, para quien, bajo las restrictivas disposiciones legales que existen para el sector privado, los cuentapropistas se encuentran con la misma “barrera” que el resto de la población. 

Dicha barrera es “la escasez e inexistencia de productos en las tiendas en CUC y CUP”, lo que obliga a buscar socios en el extranjero para la obtención de divisas.

Interpelado al respecto, el economista Omar Everleny coincidió en que las medidas tendentes a la dolarización, como la creación de tiendas en MLC y la incorporación progresiva a esa modalidad de más bienes y servicios, suponen grandes retos no sólo para el sector privado, sino para toda la sociedad cubana.

Para comprender mejor, dijo, debemos retrotraernos un poco al periodo 1993-2004, donde la economía estaba dolarizada y los salarios e ingresos siempre fueron en CUP. “Estamos en una nueva época, pero con rasgos parecidos. La nueva coyuntura es lo que lo complejiza, es decir, cero turismo, por eso no hay encadenamiento con ese circuito en MLC. Y cero viajes desde Estados Unidos, el principal emisor de dólares a Cuba, vía remesas y capital de trabajo”, analizó.

Para los privados cubanos es significativa la afectación, teniendo en cuenta que los insumos que necesitan se venden en MLC y ellos tienen los precios en CUC o CUP, pero ya pronto lo tendrán solo en CUP, detalló el economista, que estima que los cursos de acción a seguir por los cuentapropistas dependerán en parte de la actividad que realicen.

“Si son restaurantes aceptarían entonces los pagos en MLC, teniendo en cuenta que los precios a los que venden los privados de las paladares más exitosas son altos, y siempre su mercado no ha sido para el ciudadano común, sino turistas o instituciones que pagan a sus empleados en MLC, como el cuerpo diplomático.

Otra decisión para otras actividades podría ser poner precios en CUP más altos que los normales, que les permitan después cambiar CUP por MLC a la tasa que se defina, porque existirá esa tasa”, explicó.

Para Everleny, la dolarización, sumada a la unificación monetaria que el régimen planifica y ha anunciado, pero sin todos los detalles, podría menguar las posibilidades prácticas de operatividad y crecimiento de varios trabajadores por cuenta propia porque “no todas las actividades podrán mantenerse” en la etapa inicial del nuevo escenario.

“Unos perderían, pero otros se mantendrían, es la competitividad que siempre se ha pedido que exista. Los que trabajarían en la rama de la transportación a extranjeros no se verían muy afectados. Los arrendadores de vivienda pueden cobrar en MLC a sus clientes, de hecho, ellos lo piden para evitar la molestia en las casas de cambio.

La rama de mantenimiento a esos arrendadores, como técnicos de refrigeración, etc., pudieran exigir su pago en MLC y así sucesivamente se produciría en una etapa intermedia un derrame de MLC a muchas actividades privadas. Pero es cierto, se podría observar una disminución del número de negocios privados”, previó el especialista.

En esta etapa de poco turismo, la dolarización en Cuba ha estado acompañada de una severa escasez de circulante y liquidez monetaria en divisas extranjeras, que han disparado la tasa de cambio del CUC respecto al dólar en el mercado informal.

Ello hace temer efectos inflacionarios superiores a los calculados por el régimen para sus venideras reformas, pero para Everleny dicha escasez de circulante es momentánea.

“Basta nada más abrir el aeropuerto José Martí para que se observe un flujo de dólares al país”, apuntó. “El país no tiene liquidez y, por ende, al menos lo que debe hacer es garantizar el abastecimiento a las recién creadas tiendas. No creo que tenga dólares para venderle a la población y lo que no está preciso es que, si lo hiciera, a qué tasa de cambio lo haría.

Pero yo creo que el gobierno debe pensar en cómo quitar todas las prohibiciones o trabas que impiden el desarrollo de la producción nacional por cualquier forma de propiedad”, concluyó, coincidiendo con los análisis de varios especialistas de que Cuba precisa reformas estructurales más profundas que liberen realmente sus fuerzas productivas.

Sin embargo, la evidencia apunta a falta de voluntad en ese sentido, por lo que, por lo pronto, algunos cuentapropistas y cubanos de otros sectores y gremios optan por la vía de la protesta para ratificar su inconformidad con el rumbo económico que está tomando el país. Un rumbo que no les permite crecer y que, presumiblemente, supondrá mayores dificultades para su día a día.

 

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