La comunicación política en Cuba es pésima. La oralidad de los funcionarios del régimen es sumamente imperfecta, incoherente, llena de balbuceos y las habituales mentiras y desfachateces. Pero sin dudas, el presidente Miguel Díaz-Canel y sus asesores, además de patéticos, son incapaces.
En medio de la celebración castrista por el 26 de julio, fecha en que reconocen como “Día de la Rebeldía Nacional” en saludo al aniversario de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en las ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, por grupos liderados por quien luego sería el dictador Fidel Castro para derrocar al entonces presidente del país Fulgencio Batista, esto es lo que publica en su cuenta oficial en Twitter el mandatario cubano:
“Desde nuestras casas que son hoy nuestras plazas. ¡Trabajemos todos por hacer de cada día del almanaque un 26, de cada mes del calendario un julio, de cada compromiso un Moncada victorioso!”
¿Pueden escribir algo diferente al discurso gastado y maniqueo de hace décadas? No, porque si en algo han demostrado ser “continuidad”, es en el esfuerzo tenaz por manipular la historia y ocultar su ineficiencia para ayudar a obtener dignidad para la nación.
¿Victorioso? ¿A qué victorias se referirán? Cuba se sumerge en una profunda crisis económica y cada vez las desigualdades se acrecientan más en la isla, luego de que el gobierno implementara nuevas tiendas en MLC (Moneda Libremente Convertible), abastecidas y con productos básicos, mientras el resto de los establecimientos estatales dan vergüenza por la terrible escasez.
¿Con quién es el compromiso de Díaz-Canel y Lis Cuesta con los viejos generales castristas o con quienes deben inventar cada día cómo hacer para comer?
Junto a las etiquetas establecidas por el régimen en cada campaña política: #SiempreEs26 #SomosCuba #SomosContinuidad se ve una imagen de la pareja presidencial, con banderas cubanas.
Son unos maniquíes a través de quienes hablan Raúl Castro y la casta de militares que comenzó a desarrollarse aquel 26 de julio de 1953.
A propósito del pasado 1er de mayo, otra fecha celebrada falsamente en Cuba, la pareja presidencial envió una muda imagen de tranquilidad a su pueblo. La foto que circuló en redes sociales los mostró dentro de una casa, con pulcras mascarillas sanitarias, nuevas y blanquísimas, sobre las que imprimieron la “marca país”: un logo de Cuba que promociona el turismo hacia la “isla socialista”.