Un grupo de campesinos se plantaron ante dos policías del régimen en el municipio Manatí, Las Tunas, que pretendían multarlos por presunta “propagación de epidemias”.
Los oficiales de la unidad motorizada (conocidos en la isla como “caballitos”), detuvieron un vehículo en el que viajaban los ciudadanos.
“Abuso de poder en Cuba, policías reprimen sin razón a ciudadanos”, escribió el tunero Ramil Ramírez, al compartir un video en sus redes sociales.
En el pequeño audiovisual, se ve a un campesino que insiste que lo graben mientras protesta ante un oficial alto, que pretende multarlo. La sanción sería por supuestamente no llevar el nasobuco (mascarilla sanitaria), una acusación falsa, según el afectado, a quien se le ve con la protección anti coronavirus.
Los policías avanzaron amenazantes contra la persona que grabó el atropello, queriendo que dejara de filmar la escena, aunque el joven invocó su “derecho a grabar” a los funcionarios públicos.
Al campesino lo empujaron, y continuaron intentado multarlo por “nasobuco”, a lo que este se negó a dar sus datos para que le achacaran una contravención e instó a sus acompañantes a ir a la estación policial de Manatí para denunciar el abuso.
El campesino dijo en el video que la multa era “porque le da la gana” al policía de achacarle el mal uso de las mascarillas.
Durante los meses de pandemia, el régimen elevó drásticamente el monto de las multas y lanzó miles de inspectores a las calles, principalmente para sancionar por “propagación de epidemia”, o “acaparamiento” y “venta ilícita”.
Las arbitrariedades de este tipo han tenido desenlaces incluso fatales. Un joven cubano vendedor de productos agrícolas se suicidó el 29 de marzo en la provincia de Holguín, luego de ser multado con 5000 pesos y no poder pagar, denunciaron activistas.
Elena Larrinaga, presidenta de la Red Femenina de Cuba, compartió el testimonio de la luchadora por los derechos humanos Teresa Miranda, quien denunció que, en su poblado de Guaro (municipio Mayarí), Jorge Cachón Martínez “se suicidó por ahorcamiento”.
El joven de 25 años de edad, con otro amigo vendía productos agrícolas de manera ambulante, en una carretilla.
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“Como sabemos, esta actividad es ilegal, como todo en Cuba. El represor conocido con el nombre de Góngora, le impuso una multa de $ 5000, cuando vendía plátanos en la calle”, explicó Miranda.
Según su versión, también le decomisaron los plátanos. “Este joven se vio acorralado, en medio del hambre y la vida de perros que estamos llevando, y no vio otra salida, que la de quitarse la vida. Era huérfano de madre y padre”.
La activista denunció que “hoy las calles de Cuba, están llenas de represores”, lo mismo delatores, que policías e inspectores estatales, “siempre prestos para hacer daño”.
“Todos estos vampiros que le chupan la sangre al pueblo, solo saben acatar las órdenes de la Mafia Castrista, no hay en estos individuos, ni un ápice de sensibilidad humana. Para nada les importa el sufrimiento de este pueblo, que se muere de hambre y todo tipo de calamidad”.
La activista denunció que a “ellos les pagan por Abusar del pueblo. Estos son los verdaderos mercenarios. Son los que reciben los Salarios más altos, como recompensa a este trabajo tan infame”.
También denunció que “sale una manada de noche, imponiendo multas, para obligar a la gente a permanecer en casa”, y que el Estado desató “una brutal represión en contra del campesino, en lugar de aceptar sus demandas, para acabar con la hambruna que en estos momentos, azota al país”.
Solo durante los primeros 15 días de febrero, en la provincia de Holguín el régimen impuso multas por 374 mil pesos, según fuentes oficiales. En Matanzas y Cienfuegos, en lo que va de año, el monto de las sanciones asciende a más de seis millones de pesos.