Este 11 de noviembre la columna Acuse de recibo del oficialista periódico Juventud Rebelde presentó la queja que les enviara un residente habanero a nombre de un grupo de vecinos donde denuncia una serie de malos trabajos por parte de las autoridades entorno al edificio donde viven.
"Eric Eduardo Broche Vidal escribe en nombre de los vecinos del edificio Mouré, sito en Dragones 206, entre Galiano y Águila, Centro Habana, para contar una de esas historias de chapucerías continuadas".
Explica que el año pasado, como parte de la celebración de los 500 años de La Habana, una brigada de constructores rehízo la acera de ese edificio, pero quedó por encima del nivel del portal del inmueble, lo que desde entonces provoca inundaciones cada vez que llueve.
A esto hay que sumarle que cuando vertieron el concreto para la nueva acera lo hicieron muy por encima del nivel original, tapando los drenajes pluviales del edificio, lo que provoca que las columnas del edificio por donde descienden las tuberías de desagüe parezcan una fuente, además de deteriorarlo progresivamente que causa esto.
Para instalar las tuberías del gas otra brigada rompió la calle, algo que en ese caso era parte del trabajo, pero lo que no entiende es que en el proceso perforaran una tubería de agua, y a la hora de dar por concluido las obras, cerraran los huecos sin la debida reparación de esta. "Más, cuando los vecinos lo habían advertido".
Señala que a más de un año de ese incidente, todavía corre el agua, como evidencia de la chapucería y el mal trabajo.
"Para colmo hace algún tiempo alguien adoptó la infeliz decisión de utilizar todo el frente del edificio y los colindantes como piquera de los taxis particulares; lo que ha provocado el malestar general de los vecinos", dice y agrega:
"Además del ruido permanente de los carros y las personas a toda hora, hay que convivir con la molestia para entrar y salir del edificio, pues las colas que se hacen en la entrada son interminables. Prácticamente se hace imposible parquear a los vecinos sus vehículos particulares, porque o te cuesta una discusión, o recibes una advertencia-amenaza de que tu carro puede salir con un golpe".
Y como si fuera poco, a esto hay que sumarle que "no faltan los desechos de comida, cigarros, latas de refrescos o cervezas y la desagradable fetidez de las necesidades fisiológicas que ningún chofer limpia".
Al final de su carta Broche Vidal apunta que "todo esto no es más que una muestra del mal trabajo, falta de control y desinterés por parte de los encargados de la calidad y el bien hacer de las instituciones del Estado, así como de la ineficiencia y falta de acción de los representantes del pueblo en el territorio; dígase Poder Popular".