Los problemas de Cuba se acumulan y profundizan, pero el castrismo tiene tiempo y recursos para dar alegría a los vacacionistas extranjeros, y no precisamente los más “proletarios”.
La Mansión Xanadú, Monumento Nacional, ubicada en el peñón de San Bernardino, de Varadero, reforma y mejora su campo de golf con 18 hoyos par 72, para recibir a la muy burguesa comitiva que gusta de este deporte de aristócratas y “gente bien”.
El inmueble, objeto de una restauración capital desde hace poco más de tres años, está preparado para alcanzar un turismo higiénico y saludable, ofrecer garantías de seguridad a clientes y trabajadores, a pesar de la pandemia global de la COVID-19, dijo a la Agencia Cubana de Noticias José Tovar, director de la institución.
Canadá, Reino Unido, España y otras naciones europeas constituyen los principales mercados del club de golf de Varadero. “Ya tenemos clientes que mostraron su interés y escogieron este campo para sus salidas de invierno”, agregó Tovar, y mencionó acciones conjuntas entre turoperadores, agencias de viajes, aerolíneas y receptivos hoteleros.
Tovar explicó que la inversión avanza de acuerdo con el cronograma establecido; ya concluyó el trabajo en exteriores e iniciaron la segunda etapa que consiste en la restauración de valores arquitectónicos y artísticos, a cargo de la inmobiliaria del turismo, el Fondo Cubano de Bienes Culturales y con el asesoramiento de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y del Conservador de Matanzas.
El proceso no afecta la prestación de servicios y los visitantes pueden apreciar el paciente trabajo de los artesanos que realzan aún más el esplendor del mobiliario y objetos decorativos de la casona, otrora residencia del multimillonario Irenee Dupont de Nemours, un francés radicado en Estados Unidos.
Perteneciente al grupo extrahotelero Palmares, la mansión Xanadú cuenta con ocho habitaciones de lujo, restaurante Las Américas y un Bar Mirador en la planta alta.
En el mes de julio de 1927, hace 93 años, fue diseñada por Felix Cavarrocas y Evelio Govantes, reconocidos arquitectos, por solicitud de Dupont de Nemours, propietario de esas tierras, con intenciones de descansar e invitar a selectos amigos a disfrutar de una franja de playa de unos ocho kilómetros que poseía.
Maderas preciosas como el cedro, jiquí, caoba y sabicú se mantienen en buen estado de conservación y son objeto ahora de la minuciosa restauración para mantenerla como un ícono del Varadero histórico, en armonía con las más modernas edificaciones.
Mientras tanto, en Cuba el pueblo persigue los ómnibus, se alimenta de croqueta conformada y picadillo de soya —cuando aparece— y espera una mejoría de su situación económica que, parece, no llegará ni en 60 años más de castrismo.