El cardenal cubano Juan de la Caridad García Rodríguez recibió este 22 de marzo a Vladimir Lázaro González, tío del prisionero político, Denis Solís González.
Según contó para ADN Cuba el familiar del rapero contestatario, se trató de una conversación, pues el líder católico quería conocer a Vladimir personalmente.
"Ya yo había ido ahí el 17 de diciembre pasado a plantear lo de Denis en el Departamento que atiende a los presos. Él escuchó todo lo que le ha sucedido a Denis de primera mano. Le di un condensado de lo que es nuestra familia; le dije que habíamos tenido una formación marxista y cuando crecimos, abrimos los ojos y entendimos que esa ideología no es buena", explicó.
De acuerdo con González, cuando el joven comenzó a tener uso de razón, ya en su hogar habían conceptos anticomunistas, y él se formó en ese entorno.
Luego vino la muerte de su madre cuando solo tenía 12 años y eso lo afectó mucho, relató el tío; pero a pesar de las necesidades económicas, logró estudiar Enfermería.
Posteriormente, debido al poco salario que ese trabajo dejaba, se dedicó a manejar un bicitaxi, que le fue decomisado y condenado a dos años de prisión.
El cardenal realizó varias preguntas sobre el estado del músico en la prisión Combinado del Este.
"Me apoyó, fue solidario, y me dijo que todos tenemos derecho a pensar diferente, a disentir de una idea, pero tiene que haber un diálogo, que es lo que no hay en Cuba".
Sin embargo, las palabras del religioso no fueron muy esperanzadoras. Este le comentó que desde 2019 la institución no puede ingresar a la mencionada cárcel y ahora con la pandemia, menos.
Dicho encuentro se dio gracias a la intervención del sacerdote cubano Kenny Fernández, de la Iglesia de Madruga, en la provincia Mayabeque, añadió Vladimir.
Ocho meses de prisión para Denis Solís
Solís González fue detenido de forma violenta el 9 de noviembre de 2020, y sentenciado a ocho meses de privación de la libertad por 'desacato' a la autoridad.
La sentencia se pronunció en menos de 72 horas después de su detención. Conforme a estándares internacionales, el activista sufrió una desaparición forzada.
Los agentes de Seguridad que lo arrestaron, no presentaron una orden válida, información de cargos ni derechos que podría ejercer, y se desconoció su paradero durante tres días. Su sentencia se realizó un juicio sumario sin garantías legales.
A raíz de su condena, unas 15 personas se acuartelaron en la sede del Movimiento San Isidro, al que él pertenece, e iniciaron huelgas de hambre e incluso de sed por su liberación.