El trabajo para las familias cubanas será grande este diciembre, porque a pesar de la crisis que azota la Isla, los cubanos no dejarán de celebrar las fiestas tradicionales de fin de año y año nuevo.
“Siempre se hacen. A como dé lugar”— dice Anaya, natural de Ciego de Ávila de visita en la capital.
“Vengo todos los fines de años. Aquí vive mi hermana menor. También tengo otro hermano, en Lawton. Y dos tías en Fontanar. Además de mis padres que son de Alta Habana. Nos reunimos los días 24 y el 25 de diciembre, y después el 31 y el Primero. Asamos puerco, bebemos, cantamos, amanecemos, dormimos en el suelo. Hay escasez, sí, pero el dinero para esas fiestas se saca de donde sea. En mis treinta y seis años de vida nunca hemos dejado de reunirnos y celebrar el año nuevo”, comentó.
Para este año, la hermana de Anaya engordó un puerco en el patio.
“Desde el mes de enero. Anda ya por cuatrocientas libras. Alcanza para todas las fiestas y es un ahorro grande porque la carne de puerco está por las nubes. Además este es un puerco ‘hecho a mano’”, sostiene con orgullo.
Narciso, de 57 años y residente en Rancho Boyeros, dice que ya está de vacaciones, alistado para la cumbancha.
“Tengo un patio grande con corrales, me quedan tres lechonas y un marrano, ya salí de santa Bárbara, ahora vienen Noche Buena, Navidad y 31 de diciembre. Mis hermanos vienen de Oriente, me llamaron por teléfono ayer para decirme que ya tienen los pasajes. Es una costumbre: reunirnos la familia para fin de año. A veces soy yo el que voy a Guantánamo y hacemos las fiestas allá, que es más sabroso. Tenemos un trato: el anfitrión pone la comida y la bebida corre a cuentas del visitante. Este año me pongo las botas, porque mis hermanos son tres y el ron va a sobrar”.
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Para Zoe, diciembre es el mes más triste del año. Perdió a sus dos hermanos un diciembre en el mar, mientras intentaban llegar a Estados Unidos en una balsa. “Y también me duele por las familias que no pueden celebrar nada, porque no tiene con qué. Por suerte estamos en Cuba y siempre hay alguien que te invita. Este barrio, La Cantera, es netamente de orientales, y trajeron su tradición de invitar a los vecinos y compartir lo que tienen. Siempre hay una casa con música y con comida donde te llaman, no solo en Navidad y Año Nuevo, en este barrio cualquier día se arma una fiesta y se amanece”, explica la mujer.
“Folungo”, por su parte, dice que él marca el tiempo por las fiestas.
“Nosotros somos cuatro hermanos varones— explica— y todos trabajamos en un círculo social. Nos reunimos y hacemos fiestas por los cumpleaños de cada uno y el de sus hijos, por los días de santo, por el día de las madres, el de los padres, de los enamorados, las fechas históricas… hasta el día del económico lo celebramos, porque mi hermano Gino es el contador del círculo, ¿te imaginas?”.
A un pueblo alegre como el cubano, que atesora la virtud de ser feliz incluso en la pobreza, no hay crisis que lo someta. En diciembre los cubanos festejan sus penurias y sus caminos sin salidas con sonrisas y tragos. Con lo que alimentaron con sus manos y lo que obtuvieron con el fruto de sus conciencias.