No hay pan para cubanos, pero los turistas lo tienen en abundancia

Cubanos critican la abundancia de panes en los hoteles para turistas, mientras las panaderías en las que compran la mayoría de los residentes en la isla suelen estar vacías y sin variedad de ofertas
Variedad de panes en el hotel Manzana Kempinski
 

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Día tras día los cubanos acuden a las redes sociales para exponer sus carencias y penurias, así como manifestar su inconformidad con el actual estado de cosas en la isla. Pocos aspectos escapan de las quejas y este domingo fue el turno de la escasez de alimentos, específicamente el pan, que no abunda para los cubanos, pero sí para los turistas y aquellos privilegiados que pueden acceder al comercio en divisas extranjeras.

El hecho fue apuntado por el villaclareño Yasmany Puga, quien compartió en Facebook fotografías de la abundancia de pan en el hotel Manzana Kempinski. “Si vives en La Habana y no encuentras pan, llégate al hotel Manzana y pregúntales cómo ellos logran tener diferentes tipos de panes todos los días del año”, escribió para complementar las imágenes.

“¿Cuál es el secreto?”, cuestionó en el post, para acto seguido sentenciar que, “como siempre, la escasez es solo para los cubanos de a pie. Los turistas en Cuba son seres superiores”.

La observación de Puga ha motivado decenas de comentarios y reacciones, la mayoría de los cuales coinciden en que el contraste genera molestia e impotencia.

Algunos usuarios, como Ramón Martínez, acudieron a la ironía para afirmar que ya ni los pretendidos argumentos del régimen podían legitimar o explicar realidades como esa.

“Puga, tienes que entender que con el dinero que recauda el turismo se tienen que comprar los equipos médicos de última generación del hospital de Placetas”, bromeó Martínez dirigiéndose directamente al villaclareño del post, cuyo perfil refiere que vive en el mencionado municipio de Villa Clara.

Por su parte, Antonio C. Calvi afirmó que contrastes como el del pan en el hotel de lujo habanero son un mal que “viene de hace mucho tiempo”.

“Siendo chico, tendría como 10 años cuando eso, en una esquina de mi casa abrieron una diplotienda, allí había de todo, hasta melocotones, y solo entraban extranjeros, con pinchos altos del PCC y del ejército, el cubano regular no se podía acercar por allí, la tienda por cierto estaba forrada para que no se viera nada con cortinas rojas”, narró.

 

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