El artista y opositor Luis Manuel Otero Alcántara teme por su vida; el régimen podría fabricar un supuesto accidente para eliminarlo, como ya hizo en otra ocasión con opositores pacíficos.
En un breve texto que publicó este 14 de noviembre en la revista El Estornudo, Otero Alcántara escribió que los estados totalitarios fabrican muertes y una manera de disimular el carácter político de esos asesinatos sutiles es presentarlas como casualidades.
“No es la muerte lo que temo, sino el supuesto accidente mediante el cual esa muerte pudiera ocurrir. Despolitizar la muerte es la mejor manera de anularte como individuo”, declaró.
“No creo que, en los días de mi huelga de hambre, el poder me quisiese muerto, porque el control me pertenecía. Había cargado mi cuerpo de significado político; les había arrebatado los hilos del relato”, agregó el líder del Movimiento San Isidro.
Alcántara acompaña su texto con imágenes que ilustran su muerte hipotética, en las que imagina el “accidente”, una especie de imaginación poética en la cual se adelanta a sus verdugos y convierte su temor en arte.
“Si mañana, por ejemplo, salgo a la calle y alguien me ataca, ese ataque no sería fortuito. Hay detrás una campaña de descrédito, un discurso de odio hacia mí, amplificado por la televisión y los otros medios de difusión estatales, que explicarían el acto criminal”, razona el artista.
Es posible que el régimen cubano haya utilizado este tipo de proceder en otras ocasiones, para eliminar de la escena pública a opositores cuyo protagonismo sobrepasó el límite de lo “prudente”. El caso más famoso es el de Oswaldo Payá, quien murió en julio de 2012 en un sospechoso accidente de tránsito.
En su momento, La Habana aseguró que fue un accidente de tránsito y que sus agentes, que perseguían y mantenían bajo vigilancia el auto donde el laico viajaba junto al joven Harold Cepero, no tenían responsabilidad en el suceso.
El coche era conducido por el español Ángel Carromero, dirigente de la organización juvenil Nuevas Generaciones del Partido Popular (PP) de Madrid, quien fue condenado por homicidio involuntario a causa de las muertes de Payá y Cepero.
Aunque el tribunal declaró a Carromero culpable, su propia familia reportó que el auto había sido embestido varias veces con la intención de sacarlos de la carretera y provocar un accidente.
El propio Ángel Carromero declaró antes del juicio que se trató de un accidente y negó la implicación de otro vehículo; aunque una vez repatriado a España y puesto en libertad, declaró que “los servicios secretos cubanos asesinaron a Oswaldo Payá”. Es probable que fuera chantajeado: libertad a cambio de dar declaraciones falsas.
En julio de 2015, un reporte sobre el fallecimiento de Payá publicado por la Human Rights Foundation concluyó que el reporte y conclusiones oficiales del gobierno cubano sobre la muerte del disidente eran deficientes.
Payá organizó la iniciativa opositora más conocida en el ámbito cubano y mundial: el Proyecto Varela, que conmocionó a las altas esferas del régimen.