El Movimiento San Isidro cumple este 12 de septiembre dos años de existencia. Dos años de ardua defensa de los derechos civiles y culturales de los cubanos, que ha hecho que sean también dos años de continua batalla contra un régimen que se niega a tolerar la disidencia, la libertad y el activismo auténtico en pos de una sociedad mejor.
Del aniversario dio cuenta el artista y activista Luis Manuel Otero Alcántara, uno de los fundadores y rostros más visibles del movimiento. “Un día como hoy hace 2 años se fundó el Movimiento San Isidro. Un colectivo de artistas y gestores culturales que más que Unidos por la libertad de expresión, salvar la cultura libre y la libertad de Cuba, somos una familia súper conectados”, escribió en su perfil de Facebook.
Fundado con el propósito declarado de denunciar la aprobación del Decreto 349, que estrechaba aún más las libertades creativas y culturales en Cuba, el Movimiento San Isidro se define a sí mismo como un grupo de vanguardia “con incidencia en la protección, promoción y defensa de los derechos civiles y culturales en la Cuba presente y futura”.
En un documento circulado el pasado año, a propósito de su primer aniversario, sus miembros caracterizaron al movimiento como “una iniciativa compuesta por artistas, activistas, periodistas, intelectuales y todo aquel que se sienta parte del fenómeno de lo independiente, unidos para promover, proteger y defender la plena libertad de expresión, asociación, creación y difusión del arte y la cultura en Cuba, empoderando a la sociedad hacia un futuro con valores democráticos”.
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Pese a su corta edad, ha tenido una existencia intensa en la que han abundado los performances, talleres y creaciones encaminadas a desnudar las realidades de un régimen opresor, que no permite la verdadera realización liberadora del arte.
El ímpetu y activismo de sus miembros ha hecho que el movimiento sea vigilado, perseguido y castigado. Luis Manuel, Maykel Osorbo, Claudia Genlui Hidalgo y otros muchos miembros han sido víctimas frecuentes del acoso de la Seguridad del Estado, así como de detenciones arbitrarias, encierros injustificados, maltratos físicos, hackeos y hasta violaciones de su vida íntima.
Pese a ello, siguen formando un bloque compacto, fiel a sus principios fundacionales y sin temor a un sistema que se presentaba todopoderoso e imbatible, pero que ha demostrado con su accionar represivo cuánto miedo tiene de los artistas que abogan activamente por el cambio de régimen.