Se pensaba intocable. Lo creímos imprescindible en las tardes de domingo y en las noches de martes. A nuestros jugadores favoritos, como superhéroes, les dibujamos inmunes y todopoderosos. Lo que comenzó como un deporte, ha devenido en negocio, marketing y fuente de enriquecimiento casi ilimitado.
Salarios exorbitantes, ventas de jugadores por sumas ridículamente altas e inversión de petrodólares como pan de cada día en la bodega del barrio. Lo que a principios de siglo se veía como una pequeña pelota de nieve cuesta abajo, en febrero de 2020 era una avalancha imparable que se llevaba por delante las pírricas medidas de contención que la UEFA y la FIFA tardíamente intentaron colocar en su camino.
Pero llegó el coronavirus y la cuarentena
El fútbol paró, como paró la vida de miles de millones de personas en el mundo entero, como se ancló en el tiempo el café de la esquina o la discoteca del centro. Vimos pasar los fines de semana sin las canchas repletas y el balón rodando y debo decir que, al principio, como toda adicción, costó levantarse del sofá esperando el partido y caer en cuenta que esto de la pandemia iba en serio.
Semana a semana ya contamos casi dos meses sin nuestro deporte favorito, y eso ha calado hondo en sus cimientos. A pesar de que la mayoría de los clubes llegaron a acuerdos de rebajas salariales y reducción drásticas de gastos, esta situación ha golpeado duramente la economía del deporte que un día pensamos invencible.
¿Qué nos espera en el futuro post-cuarentena?
Ya tenemos algunas pistas sobre lo que pudiera ocurrir en los siguientes meses.
El calendario:
Lo primero es que se jugará (si se juega) en un maratónico verano donde intentarán decidir las ligas y competiciones continentales. Eso implicará que todo el calendario ordinario 2020-2021 se retuerza irreversiblemente como resultado directo de la actual situación.
Los meses de julio y agosto, anteriormente dedicados al descanso, preparación y reconstrucción de los equipos, incluido el periodo de fichajes, ahora serán escenario de la finales y decisorios partidos.
Corriendo, varias semanas de mercado de fichajes, descanso de los jugadores e inicio de la siguiente temporada. Eso no sería un gran problema si en junio y julio de 2021 no tuvieran lugar torneos ya aplazados como la Eurocopa, la Copa América y los Juegos Olímpicos. Por ahí, ya pueden deducir que el calendario será un complicado puzle que armarlo costará migrañas a sus diseñadores.
Los fichajes
Los fichajes se disfrutan tanto como los meses competitivos. Las novelas, aunque no nos gustan y aburren, seguimos alimentándolas de portadas y rumores. Eso no va a cambiar, de hecho, en este parón, a falta del balón rodando, de lo que más se habla es de traspasos y posibles arribos.
Lo que sí va a cambiar son los precios. Podemos asegurar que no veremos los millones volar por el cielo europeo esta ventana estival. Los grandes movimientos se aplazarán y los jugadores jóvenes y los que terminan contrato podrían sumar protagonismo en las listas de los directores deportivos.
¿Mbappe, Neymar, Kane, De Bruyne…? Cero patatero. Apuesto que no se moverán de sus equipos, al menos durante este año. Así que por mucho que Sport te venda sus portadas, mejor dedícate a jugar FIFA 2020.
El público
Javier Tebas, presidente de la primera división de España, ha dejado claro este viernes que en La Liga se jugará a puertas cerradas hasta enero de 2021. La Bundesliga también asumió esa medida y muy probablemente se sumen todos los demás países del Viejo Continente.
¿Se imaginan los partidos de fútbol sin las gradas llenas? ¿De qué valdrá la localía ahora? ¿Cómo reemplazar el ambiente en los estadios? Luce un escenario muy triste.
Imaginen que el Norwich, que se está jugando la permanencia, reciba al Manchester City en Carrow Road sin un alma en las gradas: ¿qué oportunidades tiene de vencer a un equipo superior sin el empuje, la presión y el ambiente de su gente? La localía no va en el estadio, no va en los vestidores, va en los aficionados, en sus cánticos, en sus bufandas y banderas, o si no, que se lo digan al Cholo Simeone.
La ausencia de público también afectará (aún más) la economía de los clubes de mediano poder hacia abajo, sobre todo en países como España, que no se reparten equitativamente los derechos televisivos y en los abonos de la temporada tienen una de sus principales fuentes de ingresos. La cosa está fea.
Los títulos no se celebrarán
Seguimos imaginando. Ahora, que tu equipo favorito gana la Champions y tienes que celebrarlo en tu casa, sin amigos o con un par de ellos, pero imposibilitado de irte a la plaza tradicional y ver desfilar a tus ídolos con el flamante trofeo. Pues así será por varias razones.
La principal es que ningún país del mundo estará para fiestas en los siguientes meses, después de las decenas de miles de fallecidos que el nuevo coronavirus ha dejado en todo el mundo. Una situación dolorosa que ahuyentará celebraciones públicas -por humana sensibilidad- en un futuro cercano.
La otra razón será que, aunque pase la pandemia y termine la cuarentena, las aglomeraciones quedarán como un evento del pasado durante un buen tiempo, por lo que La Cibeles o Las Ramblas celebrarán en su desierto forzado los títulos que antes vitoreaban multitudes enardecidas.
Reformas y cambios importantes
Muchas competiciones sufrirán una reestructuración profunda. Sin ir más lejos, la Segunda B de España busca reformar toda su estructura en busca de hacer los torneos más compactos y aflojar el calendario anual de este deporte.
El fútbol tiene que prepararse para situaciones como la que estamos viviendo, que nos tomó por sorpresa y nos ha desencajado. Se hacen necesarios cambios profundos desde las altas esferas para que problemas eventuales no provoquen la catarsis generalizada que la COVID-19 ha provocado en todas las esferas de la vida y, por supuesto, también en el deporte.
Reducir calendarios, fusionar competiciones, buscar alternativas para los dobles partidos son solo algunas cuestiones que deben ser prioridad en la agenda de quiénes rigen los destinos del balompié mundial.
Por lo pronto, lo realmente importante ahora es cuidarnos, salir juntos y victoriosos de esta difícil situación y que volvamos a la normalidad lo antes posible. En estos momentos la salud es lo más valioso, preservar la vida de nuestros seres queridos y la nuestra propia es la prioridad más absoluta, el fútbol ya vendrá después… eso sí, nunca volverá a ser el mismo.