Moscú se intenta desmarcar a toda costa de los reportes que identifican rastros rusos en el “Síndrome de La Habana”, que afecta a decenas de empleados de misiones diplomáticas de Estados Unidos.
Funcionarios estatales y legisladores de alto nivel han respondido con negaciones y burlas a los informes sobre el “Síndrome de La Habana” y la presunta participación del Kremlin. Uno de ellos, el subdirector del Departamento de Información y Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores, Alexander Bikantov, recientemente la emprendió contra la prensa que informa sobre las investigaciones en torno a los extraños sucesos, alegando que son “falsificaciones de agitprop [agitación y propaganda] rusofóbico”, publicó el medio de comunicación oficialista RIA Novosti.
“Creemos que lanzar especulaciones antirrusas, citando dolencias, es inmoral y bajo. Las ficciones sobre algunos rayos psi están más allá del sentido común”, comentó el funcionario.
¿Qué es el Síndrome de La Habana?
El pasado 6 de agosto, funcionarios de seguridad e inteligencia de Estados Unidos se reunieron en Washington, D.C., para impulsar una investigación de los también llamados “incidentes de salud anómalos” (AHI, por sus siglas en inglés) reportados por funcionarios del gobierno norteamericano y sus familias en todo el mundo.
Organizado por la Directora de Inteligencia Nacional, Avril Haines, el consejo de inteligencia dijo que es una “prioridad principal identificar la causa de AHI, proporcionar el más alto nivel de atención a los afectados y evitar que tales incidentes continúen”.
Reportados por primera vez por los diplomáticos estadounidenses y canadienses estacionados en la capital de Cuba, en 2016, los incidentes de salud se conocen popularmente como “Síndrome de La Habana”. Las víctimas han reportado una enfermedad repentina con síntomas que incluyen dolores de cabeza, vértigo, desorientación, zumbido en los oídos, pérdida de la visión y la audición. En algunos casos, se informó de daño cerebral y enfermedades a largo plazo.
Más recientemente, personal estadounidense en China, Rusia, el Reino Unido y, el mes pasado, en Viena (Austria), han reportado síntomas similares.
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El Departamento de Estado investigó después de los informes iniciales de La Habana. En septiembre del 2018 Peter Rode, al frente del grupo de trabajo encargado del estudio, dijo al Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU que habían “llegado a la determinación de que eran ataques”.
La evidencia “basada en interceptaciones de comunicación” sugiere que Rusia está detrás de estos ataques, informó NBC citando fuentes de inteligencia de Estados Unidos. Los funcionarios han sospechado durante mucho tiempo que algún tipo de microondas o dispositivo electromagnético podría haber sido utilizado para atacar a los empleados.
Armas rusas de microondas
Lo dicho en Moscú por el funcionario de la cancillerí Bikantov sí que es falso, según un fact-checking realizado por Polygraph.info
Aunque la causa del Síndrome sigue estando en investigación, la evidencia que apunta a la capacidad armamentística de Rusia no es especulación o ciencia ficción. El presidente Vladimir Putin, el Ministerio de Defensa, los principales desarrolladores militares y expertos han insinuado o presumido de armas electromagnéticas, y las microondas son una forma de radiación electromagnética.
Putin se jactó en marzo del 2018, en su discurso anual ante el parlamento, que Rusia “tiene todas las razones para creer que estamos un paso por delante” de otros países en la creación de “armas prospectivas basadas en nuevos principios físicos”. Dijo que era demasiado pronto para revelar los detalles, pero que “los especialistas entenderán” a qué se refería sobre las capacidades de defensa.
En octubre de ese año, la agencia de noticias controlada por el Kremlin RT (Russia Today), informó que “las armas basadas en nuevos principios físicos” se referían a las “armas SVCh”, que es la abreviatura rusa para microondas.
Según RT, esta clase de armas electromagnéticas podría destruir o incapacitar temporalmente la maquinaria y las computadoras de un enemigo, y también era perjudicial para los humanos, causando una “degradación de los sistemas nervioso e inmunológico, así como fallas metabólicas”. La agencia de noticias citó a un representante de la “Koncern Radio Electronic Technologies”, KRET, importante contratista de defensa ruso.
Zvezda, el canal de noticias oficial del ministerio de defensa, informó en noviembre del 2018 que el ejército ruso había estado probando armas electromagnéticas tanto “en el laboratorio como en el campo”. Las informaciones de RT y Zvezda se centraron en los “cañones SVCh”, la artillería y los cohetes.
La agencia estatal de noticias TASS informó en octubre del 2018 que las armas SVCh podrían ser dañinas para los soldados que las operan, y que el ministerio de defensa había ideado formas de aislar a los operadores.
“Hoy ya tenemos modelos de armas SVCh que pueden trabajar con precisión en maquinaria y objetivos humanos”, citó TASS al general de la Fuerza Aérea Vladimir Popov, quien dijo que ahora no es el momento de “mostrar todas las cartas” porque “puede haber (…) personas que digan que estos no son medios humanos para hacer la guerra”.
En julio del 2020, el departamento de investigación y proyectos especiales del ministerio de defensa ruso, declaró un “gran avance” en el desarrollo de armas de microondas anunciando que estaba financiando y coordinando la “investigación de campo” en armamento SVCh, robótica militar, armas hipersónicas y biotecnología.
Los archivos del sitio web del Kremlin sobre las reuniones del gobierno ruso y del Consejo de Seguridad ruso con el presidente incluyen varias menciones a la tecnología de armas SVCh. En el primero, fechado el 19 de marzo de 2007,el entonces ministro de Defensa Sergei Ivanov informó a Putin que el desarrollo de “svch-electrónica se ha lanzado efectivamente”, y “no sólo para uso militar, sino también para uso civil”.
En noviembre de 2013, durante una parte no clasificada de una reunión sobre la defensa y los desarrollos espaciales de Rusia, Pavel Sozinov, constructor general del fabricante estatal de armas Almaz-Antey, le dijo a Putin: “Esas nuevas tecnologías electrónicas que he mencionado anteriormente” se están “desarrollando”.
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El libro “Armamento paralelo, o con qué y cómo matará en el siglo 21”, escrito por expertos rusos y publicado en el 2009, registró que la ex Unión Soviética lanzó un programa de armas SVCh en 1977, con los primeros modelos creados en 1982.
Según el texto, una comisión soviética finalmente eliminó gran parte del proyecto, pero encontró que las armas SVCh de precisión eran muy efectivas contra los sistemas de telecomunicaciones.
Por otra parte, la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos tiene evidencia de armas de microondas. En septiembre del 2018, The New York Times obtuvo y publicó un memorando de la NSA fechado en el 2014.
La agencia confirmó, basándose en inteligencia del 2012, que un “país hostil” no identificado estaba en posesión de “un arma de sistema de microondas de alta potencia que puede tener la capacidad de debilitar, intimidar o matar a un enemigo con el tiempo y sin dejar pruebas (…), causando numerosos efectos físicos, incluido un sistema nervioso dañado”.
El informe del Times dijo que varios países, incluidos Estados Unidos, China y Rusia, han estado desarrollando armas de microondas, pero que Moscú era el culpable más probable detrás de los ataques contra funcionarios estadounidenses en La Habana. Tal conclusión se basó en un análisis de los registros de viaje de los agentes de inteligencia rusos antes y durante los ataques en Cuba.
El Times entrevistó al científico estadounidense Allan H. Frey, cuyos trabajos de investigación sobre el tema publicados en la década de 1960 llamaron mucho la atención de los soviéticos. “No mucho después de sus descubrimientos iniciales, dijo el Sr. Frey, fue invitado por la Academia Soviética de Ciencias a visitarlo y dar una conferencia”.
“Hacia el final, en una sorpresa, fue llevado a las afueras de Moscú a una base militar rodeada de guardias armados y cercas de alambre de púas”, contó el Times.
“Me hicieron visitar los diversos laboratorios y discutir los problemas, incluidos los impactos neuronales de las microondas”, recordó el Sr. Frey.
Al inicio, la inteligencia estadounidense y otros funcionarios vieron los informes del “Síndrome de La Habana” con escepticismo. Incluso, una investigación temprana del FBI descartó la teoría del “ataque”, y atribuyó los síntomas a que los “pacientes de La Habana” sufrían de una “enfermedad psicógena masiva”, “condición en la que un grupo de personas, a menudo pensando que han estado expuestas a algo peligroso, comienzan a sentirse enfermas al mismo tiempo”.
Sin embargo, tras los casos recientes reportados, el FBI está “reevaluando” su conclusión, informó The New Yorker en julio, citando a un funcionario estadounidense no identificado.
Un libro del 2020 escrito por Robert W. Baloh, profesor de la Facultad de Medicina de UCLA, y L. Kay Bartholomew, profesora asociada de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas, contribuyó a la negación del ataque con armas. Sus autores afirmaron que los diplomáticos estadounidenses y canadienses en Cuba habían confundido las “llamadas de apareamiento de insectos con un arma sónica”, causando una psicosis masiva.
Los críticos del libro dicen que es defectuoso, señalando que el Síndrome de La Habana se ha reportado en lugares y estaciones sin insectos de apareamiento. Además, las víctimas no siempre sabían qué síntomas estaban experimentando otros.
Los rusos han llegado a burlarse diciendo que las víctimas solo tenían “resaca”. Pero el hecho es que los síntomas del “Síndrome de La Habana” son reales e inusuales, concluyeron los científicos.
Un examen médico multidisciplinario de las víctimas publicado por las Academias Nacionales de Ciencias de Estados Unidos encontró que habían sufrido de “disfunción cognitiva, vestibular y oculomotora persistente, así como deterioro del sueño y dolores de cabeza”.
“Estos individuos parecían haber sufrido lesiones en redes cerebrales generalizadas sin una historia asociada de traumatismo craneoencefálico”, dijo el estudio.
Este texto es una versión abreviada del original publicado en Polygraph.info, proyecto de fact-checking de Voz de América (VOA).