Los ataques que han causado lesiones cerebrales a funcionarios y diplomáticos estadounidenses desplegados en el extranjero, calificado como el “Síndrome de La Habana”, sobrepasa el centenar de afectados, según reveló el diario New York Times.
Este reporte habla de registros de hace cinco años que han afectado a al menos 130 personas, un número mucho más elevado de lo que se pensó inicialmente y de los “casos puntuales” a los que se refiere el régimen cubano.
Según el diario neoyorquino, que dice haber obtenido la información de funcionarios antiguos y actuales, este número de casos que se han producido en la CIA, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y otras divisiones del gobierno estadounidense mantiene preocupado a la administración de Joe Biden.
Inicialmente el número de casos confirmados, que se concentraban en China y en Cuba, sobrepasaba a las 60 personas. Esta nueva cifra incluye casos en Europa y otros países de Asia. La cantidad de personas habría crecido en los últimos meses.
Por ejemplo, desde diciembre, al menos tres oficiales de la CIA han informado de serios problemas de salud derivados de incidentes ocurridos en el extranjero. En uno de los casos que resalta el diario un oficial militar desplegado en el extranjero comenzó a sentir náuseas y jaquecas en 2019 después de que su coche llegara a una intersección. Mientras que su hijo de dos años, que estaba en el asiento de atrás, comenzó a llorar. Aunque ambos recibieron atención médica, no se ha esclarecido si sufrieron efectos a largo plazo.
La Administración de Biden ha dicho que todavía no se aclaran de quién o qué ha causado estos hechos. O si se tratan de ataques. Algunos funcionarios del Pentágono creen que la agencia de inteligencia militar de Rusia, la GRU, es la responsable del ataque en el que se vio involucrado el niño de dos años, mientras que hay pruebas que apuntan a Moscú en casos similares.
Sin embargo, las agencias de inteligencia estadounidenses no han llegado a una conclusión sobre si algún otro país está detrás de estos incidentes, mientras que Rusia ha negado rotundamente que tenga algo que ver con los sucesos.
Algunos de los afectados han sufrido lesiones cerebrales a largo plazo, que incluyen fuertes dolores de cabeza, y describen haber vivido extraños fenómenos sensoriales como presión, sonidos o calor, seguidos de una repentina sensación de vértigo, náusea o dolor de cabeza y de cuello.
Orígenes de los ataques
Los misteriosos síntomas que afectaron a los diplomáticos en Cuba y China se informaron por primera vez en 2016. Además de funcionarios de Estados Unidos en La Habana, trabajadores de la sede de Canadá en Cuba también se vieron afectados.
Mientras esto sucede, el régimen castrista ha intentado restarle importancia a estos ataques. El vocero oficial del Partido Comunista, Granma publicó esta semana un artículo acompañado de una caricatura de muy mal gusto. En la misma se burlaba de los diplomáticos estadounidenses afectados por el Síndrome de La Habana.
Firmado por el agente de la Seguridad del Estado, Raúl Antonio Capote, el texto llama "síndrome del engaño de EE. UU. contra quienes se le oponen", a los ataques sónicos cuyas secuelas persisten en el antiguo personal de la embajada de Estados Unidos en Cuba.
Desde 2016 hubo reportes de síntomas repentinos y debilitantes por el personal de la embajada estadounidense en Cuba. Al trascender esta denuncia, diplomáticos cubanos en Washington fueron expulsados y se redujo la plantilla de la embajada estadounidense en La Habana, al punto de que el consulado fue prácticamente cerrado.
Entre 2020 y 2021, las autoridades estadounidenses también se encuentran investigado otros incidentes similares al "síndrome de La Habana", con tropas en Siria y con personal del gobierno federal de Miami.
Además, ocurrieron otros incidentes: uno del año pasado sobre un alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional que caminaba hacia su automóvil desde el jardín sur de la Casa Blanca, conocido como Elipse; y otro en 2019 que involucró a otro funcionario de Seguridad que paseaba un perro en Alexandria, Virginia.
(Con información de EFE)