El español Florian Tomás, socio principal de dos restaurantes en Miami, se contagió con el coronavirus SARS-CoV-2 "en marzo o abril" y estuvo 40 días encerrado en su casa, donde le pasó el virus a su mujer.
"Estuve 40 días para recuperarme, no se lo deseo a nadie y espero que esa gente que no se cuida tenga la grandísima suerte de que Dios los perdone, porque están muriendo muchas personas", alertó en una entrevista por teléfono con la agencia de noticias EFE.
"Tengo un amigo que hace mes y medio estaba comiendo en mi restaurante y ahora está muerto, así tal cual", afirmó el empresario de 64 años, natural de Tarragona, socio propietario de Las Tapas de Rosa y El Rincón Asturiano, dos restaurantes en el actual epicentro de la COVID-19 en Florida.
Miami-Dade acumula más de 92 000 de los casi 380 000 que se han registrado en Florida desde el 1 de marzo y 1342 de las 5345 muertes por el nuevo coronavirus.
Tomás cree haberse contagiado en un supermercado al pasar junto a un grupo de personas que discutían por unos rollos de papel.
"Sé perfectamente que cogí la enfermedad al principio del todo y todavía no llevaba la mascarilla ni estábamos conscientes de lo que había", recuerda el español, que tuvo que ponerse paños fríos en la frente porque sufrió alucinaciones.
"La gente se ríe cuando lo cuento, pero llegué a ver cómo ese virus se metía en mi cuerpo", confiesa.
"El oxígeno de la ambulancia me revivió"
El hondureño Juan Flores estuvo al borde de la muerte y desde el domingo pasado se recupera en su casa del condado Broward.
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Flores, que preside la organización 15 de Septiembre, que ayuda a hondureños emigrados a Estados Unidos, hace "un llamado enérgico a las autoridades de este país y especialmente al presidente", Donald Trump, para que tomen medidas para parar la COVID-19.
"La verdad es que la experiencia es bien traumática. Al principio sientes que es como un dengue. Van pasando los días y tienes fiebre alta y después vas perdiendo fuerza hasta no poder levantarte. Llegué sin aire al hospital", recuerda Flores.
Flores pasó nueve días en el Memorial Hospital West, de Pembroke Pines, cinco de ellos "bien grave".
"Llegué una tarde y me hicieron unas placas. Me dijeron que sí tenía pulmonía y me regresaron a la casa. A las cuatro horas me puse grave y mi esposa llamó al 'rescue' (ambulancia)", recuerda el hondureño de 43 años.
"Aunque entiendo que los hospitales están llenos, aquello fue irresponsable viendo que me puse muy grave. El oxígeno que me dieron en la ambulancia me revivió de inmediato", asegura.
Flores fue conectado a un balón de oxígeno en el hospital y actualmente continúa tomando Albuterol, un medicamento que se suministra a los asmáticos.
No logra explicarse cómo el virus puede ser tan letal en unas personas y en otras no.
A diferencia de quien le salvó la vida, su esposa Maybelle Castillo, que no se contagió, su hijo de nueve años contrajo la COVID-19, "pero no tiene síntomas y ni siquiera lo sabe", indica Flores.
"Nos saludábamos desde la puerta"
Georgina Amadeo, una argentina de 82 años que vino a Miami a vivir junto a sus hijos, narra por su parte la experiencia de permanecer en su vivienda "15 días sola dentro de un cuarto" al contagiarse con el coronavirus.
"Nos saludábamos desde la puerta", dice sobre su marido, quien supuestamente le transmitió la enfermedad.
Pero antes de esto, Georgina pasó ocho días en el hospital Mercy, de Miami, mientras su marido, en abril pasado y como consecuencia de la misma enfermedad, permaneció diez días en otro hospital, el Jackson Memorial.
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"Lo pasé durmiendo, es lo que quería, me dolía la espalda y todo. Tenía mucho cansancio y poca fiebre, estuve bien del aire y no me tuvieron que entubar", narra la argentina, cuyos dos hijos pasaron una COVID-19 asintomática.
Georgina actualmente se siente bien y "con ánimo para todo", pero no deja de insistir en que hay que tener "mucho cuidado".
"No hagan fiestas. Si se quieren ver, háganlo con metros de distancia", envía como mensaje a los jóvenes.
El miedo a contagiarse otra vez
Al cabo de dos meses y medio de haber contraído la enfermedad y recuperarse, Tomás por su parte va "protegido siempre" y con desinfectante a mano.
"Obviamente, tengo miedo de volver a cogerlo. Veo mucha gente inconsciente que no se da cuenta de lo duro que es. Y trato de explicarlo siempre, pues tengo contacto con muchas personas, y he conocido a varias que han muerto", zanja el empresario.
En cambio, Flores envía un mensaje a las autoridades. "Deben de entender que esto no es un juego y no deben abrir la economía. En el hospital miraba a Trump en la tele hablando barrabasadas y me daba coraje. Yo escuchaba toser a las enfermeras. Esto es una cadena de contagio a la que hay que poner atención", reclamó el hondureño.